Aunque dure lo que dura un vals

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El salón estaba repleto de gente, muchachas con grandes vestidos bailaban pegadas a hombres de porte elegante.

Caminaba a paso rápido entre las parejas de enamorados, estaba cansado de esperar a alguien que nunca llegaría. Cuanto más me alejaba de aquella pista de baile mis ganas se iban apagando más y más. Después de haber tenido que asistir a aquel baile obligado, había quedado como un tonto por no haber aparecido por esa puerta con ninguna mujer de mi brazo.

Y es que, ingenuo de mi, pensaba que pasaríamos una noche de amigos, pero parecía que ellos ya habían hecho sus planes, y yo no entraba en ellos.

Entré en los baños para echarme un último vistazo en el espejo, aunque pareciese que no, estaba hecho un desastre. La corbata se me había medio deshecho y tenía el pelo revuelto. ¡Con lo que me había costado hacerme el nudo de la corbata!

Estuve 15 minutos para volver a hacerlo.

Salí de los baños y recorrí un par de pasillos hasta llegar a la salida.

Bajé las escaleras despacio, temiendo pisarme los pantalones, ya que tuve que pedir el traje prestado y me quedaban un poco grandes.

Iba concentrado en los escalones, que no eran pocos, cuando sentí el roce de un vestido por mi brazo.

Vi a una chica que subía las escaleras agarrándose el gran vestido azul cielo que llevaba puesto.

La observé hasta que llegó al último escalón y soltaba el vestido. La oí suspirar, y para mi sorpresa, no siguió andando. Se quedó quieta, mirando al frente, hasta que se dio la vuelta y me miró sorprendida.

Me quedé observándola como quien admira una obra de arte. Ella me dedicó una sonrisa y siguió su camino.

No la había visto nunca.

Mi curiosidad por ella era tal, que decidí seguirla.

Caminó por los pasillos sin darse cuenta de que la estaba siguiendo, sin embargo, al girar una esquina, desapareció. Sorprendido, di varias vueltas sobre mi mismo, pensando en que tal vez habría cogido otro camino; pero había desaparecido.

Suspiré y di media vuelta.

Y fue entonces cuando la vi. Apoyada en una puerta, sonriendo. Me había pillado.

Avergonzado, fui a pedirle disculpas pero ella pareció no darle importancia y siguió su camino hasta la sala del baile.

Aun no sé por qué, pero algo me decía que tenía que ir tras ella. No sabía quien era, no sabía su nombre, ni su edad, ni siquiera sabía por qué la seguía. Solo sabía que tenía que hacerlo.

Caminamos sin decir nada hasta aquella sala donde las parejas bailaban pegados y en el aire tan solo se escuchaba una suave melodía y el suspiro de los enamorados.

Le abrí la puerta y ella entró, resplandecía por sí sola.

Caminé detrás de ella, hasta que se giró y me miró a los ojos.

Cuando la música cambió y comenzó a escucharse un vals, la invité a bailar y ella puso su mano en mi hombro y con su otra mano, cogío la mía.

Puse mi mano en su cintura y mientras la música sonaba, sus ojos hacían que me perdiera y no fuera capaz de encontrarme.

Era ese negro de sus pupilas y ese castaño de sus irises los que me quedaron cautivo de ella.

Era joven e inexperto en el amor, pero una cosa puedo asegurar, y es que jamás he sentido todo lo que pude sentir cuando la miré a los ojos. No hizo falta nada más, solo fue una noche, una noche en la que pude verme reflejado en sus pupilas.

No hicieron falta palabras. Tan solo la conexión de nuestras miradas.

Aquella canción es lo único que me quedó de aquel momento. Ni su nombre, ni su voz, ni su risa. Solo esa canción.

Esa noche, cuando se marchaba con aquel vestido azul, sentía que una parte de mí se iba con ella.

Pude correr hacia ella. Pude decirle que no se fuera jamás de mi vida, que se quedase conmigo. Pero no lo hice.

No lo hice y eso fue, tal vez, el mayor error de mi vida.

Pero al menos la tuve, y ese amor existió, tal vez no en sus ojos, pero sí en los míos.

Cada noche sueño con encontrarla, sueño con volver a sentir aquella sensación que tan solo ella supo producirme. Con el tiempo, sus rasgos se me fueron olvidando, el color de su pelo, el calor de sus manos. Hace tantos años de aquel momento que a veces pienso que todo aquello que ocurrió fue un sueño, tal vez he estado toda mi vida anhelando un sueño que creía real, o tal vez no. Tengo esa pequeña esperanza dentro de mí.

Pero sé que ella volverá, sé que me buscará tanto como yo la busqué a ella, aunque nuestro amor dure lo que dura un vals.

-Autora: Estheer14-

Aunque dure lo que dura un valsWhere stories live. Discover now