Cap. 17: Abuso

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Capítulo 17

Abuso


     Salí de mi clase de trigonometría con la cabeza a reventar. Me gustaba la matemática, pero el profesor se pasó con ejercicios, teoremas, casos, triángulos, grados, radianes, babas, ecuaciones. Sí, babas. El muy asqueroso profesor no podía hablar sin dejar caer de su boca 2 litros de baba. Era terriblemente asqueroso y repugnante. A parte me dejo unos ejercicios para no terminar jamás. ¡Hijo de su mamá! Debo aceptar que la jaqueca no es sólo por la clase... Edward. No podía ni mirarlo a la cara, me sentía como una sucia con el hecho de decirle a tu amigo (que está enamorado de ti) que finja ser tu novio y haber tenido relaciones contigo.

     Llevaba mis libros en la mano pasando por todo el colegio en busca del patio trasero el cual siempre estaba solo. Era hermoso, relajante, misterioso y tranquilo; ahí podría relajarme, calmarme y pensar bien las cosas. A parte había hecho un amigo, el vigilante, era un señor de edad que siempre estaba recorriendo el lugar, siempre. Le comencé a hablar y a contarle todas mis cosas.

     —¡Oh, hijo de tu gran...! —chillé al chocarme contra un poste que no pude ver porque estaba leyendo mi libro de filosofía.

     Me agaché para recoger mis libros, los tomé del piso y en esa posición sentí una figura masculina detrás de mí, muy cerca de mi trasero... ¡Nick! Giré con un poco de alegría.

     —¡Oiga, estúpido! —grité—. ¡¿Qué le pasa?! Vaya a morbosear a otras —y le pegué una cachetada bien pronunciada.

     —Valerie, Valerie —rio sobándose la mejilla—. Hola, nena.

     —¡Lárguese de acá, Tom! —esperé y no lo hizo—. ¡¡LÁRGUESE!! —grité con más fuerza

     No había absolutamente nadie a nuestro alrededor, ese era el lugar "Forever Alone" del colegio. Nadie solía habitarlo.

     —¿Por qué tan agresiva? —dijo acercándose y me eché para atrás lentamente esperando encontrar algo... no sé... tal vez un extintor y estrellárselo en su jodida cara—. No hay porque temer. No te haré daño —lo decía en una manera silenciosa y al tiempo aterrador que me hacía temer y sudar.

     Levanté mi rodilla para encontrarme con su entrepierna y golpearlo hasta que quedara estéril, pero él fue más rápido y la sujeto muy fuerte y jadeé.

     —Sí, gime nena

     —Cerdo asqueroso hijo de materia fecal —grité—. Suéltame Tom, me haces daño. —aún tenía sujetada mi pierna muy fuerte y yo jadeaba cada vez más. Me tiró contra la pared y apretó fuertemente su cuerpo contra el mío, dejando la pierna que sostenía levantada al lado de su cintura. Tenía mi uniforme, y era sólo una corta y diminuta falda. Luché, pero él era demasiado fuerte y tenía —con una sola mano— mis dos manos. Estaba llorando, pero luchaba y gritaba mucho para que me escucharan, pero él me silenciaba metiendo su podrida lengua en mi boca.

     —¡Te arrepentirás de esto! —dije en un tono amenazante.

     —¡Te arrepentirás de esto! —dije en un tono amenazante

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Mi Hermanastro, el cuarto de los deseos ©Where stories live. Discover now