CAPÍTULO DIECINUEVE

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   Alcé mi mirada para encontrarme con unos ojos tan marrones como la dulce miel, los de Eric.

   Lo miré extrañada, toda incrédula. Pero... ¿Qué hacía él aquí? ¿Cómo supo dónde me encontraba? Dejé eso para más tarde y sin mediar palabra alguna, mis labios se encontraron con los suyos de manera urgente. Lágrimas de alegría por volver a estar en sus brazos inundaron mi cara. Mis brazos se enredaron en su cuello y por un momento, me olvidé de todo lo que ocurría a nuestro alrededor.

   Entonces, Eric se puso rígido, deteniendo nuestro apasionante beso. Entendí cuál fue el motivo: Unas ligeras pisadas se acercaron a nosotros y se detuvieron en seco.

   Me separé de Eric y vi a un Nick ensangrentado y rabioso, observándonos a pocos metros de nuestra posición. Todavía llevaba en sus manos el cuchillo con el que me había lastimado y el mismo con el que le había arrebatado la vida a Max.

   Pobre Max, en cierto modo, sentía lástima por él.

   —Eric... —comenzó a decir—. No quiero esta guerra, solamente la quiero a ella —noté cómo se esforzaba Eric por retener su rabia y no explotar todavía—. Les diré a mis hombres que se detengan y os dejaremos ir en paz. Sólo entrégamela.

   Viendo que mi marido no le respondía con palabras y que sólo le lanzaba miradas asesinas, continuó, estallando en cólera:

   —Eres un traidor —le insultó Nick—. En vez de mirar por el bien de los de tu misma especie, luchas en contra de ella —escupió en le suelo—. Todo por la zorra que está a tu lado —ahora miraba hacia mí con rabia.

   —Tú y los tuyos no os podéis comparar con el resto de los vampiros —espetó Eric—. Sois una vergüenza para los de nuestra raza —hizo una pausa mientras me ayudaba a colocarme detrás suya—. Unos bárbaros y todo lo que os pase es poco y lo tenéis más que merecido.

   Ambos se pusieron en posición de ataque, con los brazos abiertos a cada lado -imitando a unas zarpas-, agazapados hacia delante y con las piernas ligeramente separadas.

   No podía ver el rostro de mi marido, pero supuse que seguramente tendría los colmillos expuestos, al igual que los tenía Nick. Éste preparó su arma, apuntando a su victima, mientras todavía goteaba sangre de vampiro de ella.

   Yo rezaba por que Eric no hubiera ingerido la sangre de cualquier humando infectado con la droga de Lucan, pues así no estaría debilitado como lo estaba Nick. Por que... ¿Aún no habían pasado las cinco horas desde su ingestión, verdad? No tenía noción alguna de la hora que era ni del tiempo que había transcurrido desde que él se había alimentado de mí. Él me había agredido e intentado abusar de mí, para luego ser atacado por Max y expulsado del dormitorio. Segundos después discutí con Max y después éste me violó. Recuerdo vagamente la visita de mi madre y luego me dormí. ¿Cuánto tiempo había pasado entonces?

   En el dormitorio, me había atacado con la fuerza y velocidad de cualquier mortal, pero comprobé con horror, que ya se había recuperado del todo: Su organismo había eliminado finalmente el resto de la droga consumida. Su velocidad a la hora de atacar a Eric, fue muy rápida, pero no lo suficiente. En el último momento, Eric lo esquivó, llevándome consigo también en su retirada.

   Me balanceé y estuve a punto de caerme al suelo. La pierna aún me dolía, pero ya no me sangraba tanto la herida. Me alejé de ellos para dejar a Eric maniobrar mejor y no entorpecer sus movimientos por mi culpa. Si se concentraba en simplemente protegerme, podría descuidarse y acabar muerto. En ese caso, mi vida también se podría dar por perdida.

   Nick había vuelto a separarse y prepararse de nuevo para lanzarse en cuanto tuviera oportunidad.

   —¿De verdad crees que merece la pena todo esto por una zorra follada por otro vampiro? —exclamó él mientras sonreía maléficamente—. Seguro como el infierno que ella gozó entre los brazos de Max... Por lo menos eso daba a entender sus fuertes gemidos de placer —me miró fijamente—. ¿Te corristes Carla?

Saga <<La Era De Los Vampiros>> Libro I: <<Dulce Cautiverio>>Kde žijí příběhy. Začni objevovat