Capítulo 1 (tercera parte)

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Palacio Topkapı

La noche se presentaba larga en palacio. Esclavos, jenízaros y todo aquel que morase en él, debía estar disponible aquella noche. No importaba que todos estuviesen agotados a causa de la larga jornada y las estúpidas exigencias de los pudientes, ni que al día siguiente tuviesen que trabajar de nuevo como mulas para satisfacer sus necesidades, o que algunos de los jenízaros estuviesen muertos de sueño tras una larga vigilia la noche anterior y la consecuente guardia forzada de aquel día. No. La Reina Madre había hablado a través del Gran Visir y, aquella noche, no dormiría nadie. Ni siquiera los gatos que pululaban por el recinto parecían prestos a trasladarse al mundo de los sueños.

Entre la servidumbre del harén, e incluso entre sus ociosas habitantes, corría el rumor de que el Asesino de Jade esperaba el momento justo para introducirse allí y pasar por la espada a Mahpeyker. Escalofríos de excitación recorrían las espaldas femeninas ante el peligro. Algunas de ellas ni siquiera habían sido tocadas por el sultán, no habían conocido varón y su único contacto con el género masculino se limitaba a los eunucos que las atendían y vigilaban. No eran ajenas al sexo. Algunas, las menos pudientes, satisfacían las necesidades sexuales de las que tenían más poder y, si hacían su trabajo bien, si eran hábiles en su desempeño y en el manejo de las intrigas palaciegas, podían hacer muchas cosas aún sin ser vistas. Los rumores corrían a gran velocidad por las amplias estancias del harén y, a decir verdad, a ninguna le importaba si la Reina Madre moría o no. Gobernaba sus dominios con mano de hierro, del mismo modo en que manejaba el Imperio. No tenía problema a la hora de envenenar a sus rivales y no era la primera vez que una de ellas moría de forma aparentemente misteriosa. El veneno era un arma muy efectiva, así como las manos de los eunucos. No era difícil conseguir lo que se quería si tenías algo con lo que negociar. Y, a pesar de la presencia constante de la muerte, la Reina Madre había conseguido eludirla en muchas ocasiones. Todos dudaban que llegase a hacerlo en esta ocasión. No se enfrentaba a un veneno o a un eunuco. Se enfrentaba al asesino más letal que había conocido el Imperio Otomano. Ciertamente se merecía recibir la muerte de mano de ese hombre. Todos sabían que lo había traicionado, así como que, en realidad, él ni siquiera se había presentado para cumplir con su mandado y que había sido otro quien había puesto fin a la vida de Ibrahim. Era un secreto a voces, igual que lo era el hecho de que ninguna de sus acciones encontraría castigo y que otros pagarían por ella y sus cómplices.

Mahpeyker, encerrada en sus aposentos, era muy consciente de lo que sucedía al otro lado de la puerta. Pero no era eso lo que la mantenía caminando de un lado a otro, retorciéndose las manos al borde de la histeria y deteniéndose a elevar una plegaria a Alá y otra a Dios de cuando en cuando. No creía realmente en la existencia de ningún ser superior, pero era un acto reflejo.

—No estaba en la posada, mi señora. Un occidental pelirrojo le dijo al ejército que nunca lo había visto y eso que llevaba ya diez días allí. Los demás daban informaciones confusas.

Mahpeyker suspiró y se volvió hacia el eunuco.

—Y ese tal Osman, ¿cobró por sus servicios?

—Una bolsa de oro.

—Y mintió.

La reina clavó la mirada en el compungido eunuco.

—Eso parece.

Mahpeyker se sentó por fin, después de media hora dando vueltas. Agitó un pie y su esclava favorita corrió a masajearle las extremidades doloridas a causa de los enérgicos paseos.

—Bueno, se me ocurre una forma de sacarme de encima a ese proscrito. —Dio un par de golpecitos con el dedo índice de la mano derecha en la barbilla. Se había despojado ya de las ostentosas joyas que solía llevar y ahora el paso de los años se hacía evidente en los dedos levemente torcidos y algunas manchas en el dorso de la mano —. Que alguien cuelgue al tal Osman. También tiene los ojos claros, ¿verdad?

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⏰ Last updated: May 13, 2016 ⏰

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Samsara (primer borrador)Where stories live. Discover now