Ana y Mia

262 9 2
                                    



Escribo por no llorar y lloro por no vomitar. Adoro mi cuerpo, y nunca antes lo había hecho.

Quiero dejarlo, quiero mejorar, estar sana y comer como los demás.

Sin contar calorías, sin tener que quitar los excesos de grasa con una servilleta cada vez que como fuera, y por supuesto sin  vomitar.
Realmente quiero cambiar y dejarlo todo atrás, pero tengo miedo de engordar. La imagen de mi antiguo yo me persigue, esa chica rechoncha o gorda que los chicos obviaban y que no recibía otra cosa mas que insultos y burlas por su parte, no se borra de mi memoria, y cada vez que como de más, aunque sean solo unas míseras tortitas de avena con sirope de agave y yogur de soja o una tostada grande con aceite y aguacate, siento ganas  de vomitar.
Una vez me paso un poco, empiezo a comer más y más, hasta que literalmente siento que voy a explotar.
No sé si sois conscientes de lo que es el no poder parar. Es entonces, cuando me digo a mi misma: "después de esto voy a vomitar".
Cuando llega la hora, me encierro en el baño, levanto la tapa del vater y meto los dedos por mi garganta hasta que logro que salga todo lo ingerido; hasta que el último trozo de tortita no abandona mi organismo no salgo del baño.
A veces el vómito se tiñe de rojo, es la sangre de las heridas que me provoco.
A estas alturas tengo hasta alimentos favoritos para vomitar, las manzanas y las cerezas hacen que todo sea mas fácil de expulsar, pero igual las oreo y el chocolate en general son casi imposibles de soltar.
Nadie entiende mejor que yo, el placer que uno siente, cuando el estómago se le vacía, cuando puedes comer todo lo que deseas y más, pero a penas subes unos gramos. Te sientes poderosa, tienes a tu alcance lo que toda mujer sueña, no te equivoques, no es un vestidor como el de Carrie Bradshaw o un hombre como Noah el sueño femenino por excelencia, sino el poder comer sin engordar.

Por alguna razón, Dios o quien sea que creó al ser humano lo hizo defectuoso, no somos personajes kriptonianos, genéticamente perfectos, sino que somos defectuosos.
Tenemos granos, kilos de más y rasgos físicos que detestamos. Pocas personas están conformes con su físico, la mayoría de la gente retoca sus fotos o intenta esconder sus defectos por miedo a no ser aceptado, pero ¿cómo no va a ser así si ahora se considera bonito un cuerpo sin curvas con un cutis perfecto? Casi todas queremos un cuerpo de Victoria Secret, pocas recuerdan las curvas de Marilyn o de la antigua Wonder woman. La sociedad ha cambiado y en su mayoría se niega a aceptar los baches, terraplenes color carne, curvas de infarto.
Cuando era gorda me odiaba tanto a mí misma, que lo pagaba con el resto del mundo. Era asocial, egoista y una estirada. Pensaba que no tenía amigos por mi aspecto, cuando lo que realmente repelía a la gente era mi personalidad.
Me siento impotente, porque quiero dejarlo todo, quiero ser normal, salir con mis amigos y tomarme una hamburguesa o un trozo de tarta sin remordimientos, quiero vivir en un mundo sin recuentos de calorías y sin vómitos, donde los chicos no sean unos cerdos y alguien se enamore de mi personalidad. Me quiero salvar, pero no por ello estoy dispuesta a engordar.

Carta de una anoréxica que se quiere salvarWhere stories live. Discover now