p a r t e - e x t r a 1

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Nada cambiará, esto es lo que soy. 

Con lágrimas en los ojos cantó, ahogando sus penas en aquella canción escrita con puro resentimiento, mezclando la impotencia del momento con el dolor que recorría sus frías vías sanguíneas.

Mírate a los ojos sin perdón.

Con temor se dirigió al enorme espejo de su pared; arrepintiéndose de inmediato al ver la imagen desgarradora que le mostraba. Aquel espejo que alguna vez la adoro con vehemencia, ahora le enseñaba su lado más oscuro, decadente.

Mi fuerza, mi destino.

Trato de recuperar el poder de su cuerpo, intento alzar la cabeza como tantas veces y relucir su sonrisa. Pero fue en vano, ya no podía. Sus piernas temblaban mientras que sus párpados le pesaban.

Esa es mi canción.

Era suya, todo le pertenecía a ella, nadie podía quitarle lo suyo ¿o sí? Y aunque durante mucho tiempo se resistió a la idea, tal vez, solo tal vez, nunca tuvo nada en realidad.

Voy a salir de tu espejo; tu voz a lo lejos me encontró.

Estaba rindiéndose, de a poco estaba cayendo en un fondo sin salida donde esta vez no podría huir.

Son palabras que envuelven tu corazón

Río sin gracia acunando su estómago con ambos brazos; le causaba repulsión escuchar su propia risa cínica. Se encorvo sujetándose del tocador. La caída estaba más cerca de lo que pensó.
¿

Cómo me ves?

La maldita duda que le carcomía el alma, que termino alejando a todas las personas de su entorno. Ella solo quería encajar, que la aceptaran, detestaba el rechazo tan común en su vida. Su único delito fue creer en sus palabras.

Soy tu reflejo.

Observo por última vez el espejo dándose cuenta, que como bien decía, ella era su reflejo o su todo en verdad. No quedaba ningún rastro de su esencia, se convirtió en lo que tanto temía inducida por su propio temor.

Siempre estará en mí tu amor, quiero decirte: Como me ves, yo soy.

Acumulo la poca energía que le quedaba y en sus manos agarro el primer objeto que se le cruzo a simple vista para acto seguido tirarlo en frente de ella destruyendo así su propio reflejo. Escuchó los vidrios caer, vio la sangre correr por sus manos y después de mucho tiempo, volvió a sonreír con completa sinceridad.

Grito a los cuatro vientos su libertad o su próxima condena, eso no le importaba. Su alma se estaba liberando del peso que cargo durante años, incluso su cuerpo se sentía más liviano.

La locura la invadió, eran efectos secundarios de la felicidad plena; recorrió su habitación tumbando todo a su paso: Adornos, cuadros, patines, joyeros, perfumes, nada se libraba de la tormenta que acababan de invocar.

Lloriqueo como una niña pequeña a la que le quitaban su muñeca favorita y río como una vieja perversa después de realizar su cometido. Las emociones que influían en su carácter no tenían control, solo pisaban el acelerador aumentando sus palpitaciones contrarias a lo usual.

No hay marcha atrás ni retracciones que valgan. Todo comenzará de nuevo, una vida nueva donde no cometerá los mismos errores. Ha aprendido y de lo peor manera posible para un ser humano.

La reina ha caído ➸ (One-Shot)Where stories live. Discover now