Prólogo

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Es duro ver como el abismo traga a la persona que más a marcado en tu vida, también es duro vivir en una eterna venganza y nunca llegar a nada. En realidad, el mero hecho de respirar es duro, pero lo hacemos porque estamos obligados, porque odiamos esa presión en el pecho causada por la contracción de nuestros músculos y pulmones en busca de aire. Pero esto se puede resumir más aún; es duro existir. Para Alice lo era.

Por desgracia, la realidad es mucho más cruel a diferencia de cómo la describen, incluso para una niña pequeña de diez años cuyo único pensamiento es querer la atención de sus padres y ser amada por ambos. De hecho, la realidad es malvada incluso para una simple hormiga que corre el miedo de ser pisada. A Alice le importaban las hormigas, ella odiaba la realidad y lo duro, sin embargo, era ambas cosas.

Pero no os creáis importantes por estar de acuerdo con estas palabras, vosotros no sois nada. Dejad de ser tan egocéntricos, todo esto es vuestra culpa.

Al principio no era más que un problema con el tamaño de un punto, para algunos el punto era tan grande como el planeta mismo, para otros era un mísero grano de arena, pero era un problema y debía ser solucionado. Y se intentó, de verdad que se intentó, pero era demasiado para una sola persona que al final pudieron hasta con dos.

Habían algunos rumores que decían que no tenía piedad alguna con nadie, eso incluía a su familia y era cierto; quería matarlos. Habían otros que la describían como un dios furioso y sanguinario que perdió su cordura; aunque de alguna manera lo hizo. También se decía que escapó del Inframundo y traicionó al propio Azrael con tal de unirse al enemigo; es completamente verdad. Se decía que era alguien hermosa, cuyos cabellos rojos que parecían estar bañados en sangre y ojos que estaban hechos de hielo puro eran heredados de la misma Reina Roja, la que murió a manos de Azrael; nada que añadir. Sin embargo, algo desconcertaba y era el por qué la cazaban, pero no voy a hablar de ese asunto. Lo único que importa ahora es que la habéis matado y, por ello, la Era Oscura está cercana.

Alice nunca fue alguien especial, desde un principio era una niña que quería el amor de sus padres incluso si estos estaban en una continúa disputa. Ella solo quería la definición de la realidad que tanto describían, pero al final acabó siendo tragada por el abismo. Pero ese tampoco es el punto, lo que interesa es que vosotros sois unos asesinos y mi mente —su mente— es testigo.

—Ashram.

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