Olvidado

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Abrí los ojos.

— ¿Qué ves? —preguntó una voz.

¿Quién me preguntaba? ¿Por qué lo hacían? Frente a mi se encontraba un mundo, lleno de océanos, tierra, nubes y belleza por doquier.

— Algo hermoso —respondí a quien fuera el que hubiese preguntado.

Se oyeron unos aplausos de fondo. Pero, ¿de dónde provenía el sonido? No sabía el lugar en el que estaba, y lo único que veía era aquel planeta, cuya calidez y sonidos rozaban mi alma. Nunca había tenido el placer de contemplar algo tan bello, y a la vez tan frágil.

— Bravo. Al parecer, eres alguien capaz de apreciar lo hermoso —se escuchó una especie de chasquido de fondo.

Poco a poco, chasquido a chasquido, el planeta se iba tornando cada vez más demacrado. Sus océanos se volvieron verdes y sucios, y las zonas habitables de tierra apenas se distinguían entre la mugre.

Con el último chasquido de aquella voz, el planeta se volvió completamente negro. ¿Último chasquido? Al parecer, dio uno más. La mitad de planeta volvió a ser igual de hermoso que al principio, desentonando con el negro profundo de su otra mitad.

— Sin embargo, ellos no fueron capaces de distinguirlo —la voz carraspeó unos segundos— ¿Qué ves ahora?

— No lo sé —observé de nuevo aquel planeta y sobé mi mentón, dubitativo— Algo ambiguo.

La voz comenzó a reír, adquiriendo un tono más relajado y melancólico.

— Se olvidaron de él —la voz que antes daba impasible su opinión, ahora hacía aflorar múltiples sentimientos de tristeza y angustia con sus palabras.

Sin embargo, no entendía del todo su respuesta. Mientras trataba de comprenderla, se volvió a escuchar un chasquido que captó mi atención, antes centrada en reflexionar. El planeta se veía hermoso, como al principio, adquiriendo de nuevo toda su paleta de colores y emociones.

— Se olvidaron de sus mares —al decir esto la voz, los mares se tornaron de negro. 

— Se olvidaron de su fauna —la tierra donde vivían los animales que necesitaban del planeta se desvaneció.

— Se olvidaron de su cielo azul —el cielo se tornó de un color oscuro debido a la contaminación— Se olvidaron de que era el lugar —la voz hizo una pausa para chasquear los dedos. Entonces, todo el planeta se convirtió en oscuridad— que se les había dado para vivir.

Se pudo distinguir un último chasquido. Tras él, veía nada. La nada del universo; ya que, al fin y al cabo, esto es la nada. Lo que los humanos dejaron de su planeta.

— ¡¿Cómo pueden haber olvidado algo así?! —elevé la voz y me mordí el labio para contener la rabia— ¡Es un planeta hermoso! ¡¿Qué ser, en su sano juicio, sería capaz de hacer tal barbarie?!

La difuminada voz se sentía cada vez más cercana, tanto que pude distinguir que era un timbre de mujer. Susurraba, como si una brisa ligera rozara mis oídos.

De repente, noté que alguien acariciaba mi hombro izquierdo, así que dirigí mi mirada hacia el lugar. Vi, postrada ante mi, una mujer recubierta de verdes hojas, cabello blanco y transparente como el cielo, y unas lágrimas azules como el mar.

— Se olvidaron de mi —las lágrimas que caían por su mejilla empezaron a volverse negras— Se olvidaron de lo que les dio la vida. —sus hojas comenzaron a marchitarse rápidamente— Olvidaron lo que les daba de comer.

Poco a poco, la mujer desaparecía entre lágrimas. Me sentía impotente, ya que sólo podía observar sin actuar; ellos destruyeron a su planeta siendo conscientes de ello, y yo era un simple espectador.

— Olvidaron a su madre tierra —entre hojas marchitas y lágrimas cayendo, acarició mi mejilla. Traté de alcanzarla con mi mano, pero para entonces, la mujer había desaparecido.

Olvidado - Relato corto sobre la Madre TierraWhere stories live. Discover now