Minotauros

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MIERCOLES

Se viene una tormenta.

Me fume un porro mientras me ponía el cinturon, mientras hablaba por telefono, mientras encendía el auto, mientras miraba si estaba todo limpio, mientras escuchaba el limpiaparabrisas, mientras imaginaba un culo de silicona apretado en mis bolas, mientras contaba la guita. $80 pesos y 40 centavos. Sobra. Puedo negociar algo más, depende si esta. Si esta, pete y culo y una bondiola en el carrito de Olleros. Si no esta, pete, colarme en el peaje, y un tomate crudo. Estrellas que explotan como remolinos lisérjicos en mi receptario. La noche en el río de la plata es un gran escolaso de  tristeza.

Agarro panamericana a 130 rumbo al norte. El auto se mece como el coche del pinguino. Como una capsula de veneno. Bajo en 197 y doblo en dirección a Barrio Relámpago. Estoy completamente drogado y sediento. Ya no puedo esperar. Necesito tocar un cuerpo. Otra vez solo, no. Freno en el semáforo, la minita que vende flores se parece a un extraterrestre. Tiene un arito en la ceja, y el pelo teñido. Retrocedo un poco para quedar justo en sus tetas. Levanta la ceja pensando que le voy a comprar "Veni putita, ¿Te animas?" Me escupe el vidrio. Me enciendo. Es la clase de minas que me vulven loco. Turras. Negras de mierda. Villeras.

Entro en el barrio y empiezo a dar vueltas. Aparecen las cosas raras. Los minotauros de la nueva especie. Y el hilo eléctrico en mi estómago que me hipnotiza. Trato de ignorarlo y sigo camino. A esta hora estan todos los pajeros que vienen de San Isidro, tratando de pescar algo gratis antes de que se los lleve la lluvia. Asi que los esquivo y agarro una de las calles en contramano y salgo al corazón del barrio, adonde me llevó Légolas aquella vez. Una ciudad subterránea. Un decorado de película clase B. Lo profundo de lo profundo. Una anomalía del disco. Desclasados, paqueros, trapitos, canas, inteligencias, lumpenes, borrachos y ellos. 5 cuadras de ofertas de sexo y drogas. Mejor calidad y precio. Son como una gran comunidad. Se juntan todos los dias a la misma hora. Se reparten un porcentaje para la seguridad. Los domingos almuerzan juntos en el terraplén. Tuve suerte. Tenés que ir recomendado por alguien o no te atienden. O "Te atienden". La primera vez, lo acompañe a Légolas a comprar porro y me dejó solo con la excusa que se tenía que ir rápido. No tenía sentido. Me presentó a uno de ellas. Karina se llama. Y me hizo la onda para comprar. O para lo que quisiera. En el barrio se puede conseguir de todo, documentos, órganos, merca, y hasta armas, me dijeron. Pero eso no es para mi. No me la banco. Yo me tengo que apurar antes que Willie Tannen y Alf me hablen por el espejo retrovisor. Antes que no haya mañana. Y empiezo a dar vueltas tratando de encontrar a mi señuelo cuando veo a uno de ellos vestido de cuero revoleando una cartera. Parece salido de una pelicula de Fritz lang. Hacemos contacto visual y me tiemblan las piernas. Como cuando veía a Mikaela jugar al Volley. Siempre pienso en que pasaría si alguien me encuentra acá. Creo que saldría corriendo.

Ahora todo es acelere, y la mina se agarra la pija y la revolea como si estuviera en venta Parece de juguete. Me chifla y me grita que me gustó, eh! Que me gustó. No se donde meterme. Me doy cuenta que no me puse ni los anteojos, ni la gorra ni tape la patente del auto. Todo lo que había planeado que haría. Me puteo por el descuido. Y me pongo los anteojos y la gorra y me alivio saber que hay poca gente.

Se esta por largar la tormena. Me queda poco tiempo. Las piernas se me aflojan en el acelerador cuando freno despacio y me dicen lindo y me arrojan todo su aliento. No siento nada de culpa. Es realmente liberador. Son como criaturas olvidadas, minotauros del nuevo siglo. Troyanos. Una especie por encima de todos. Y de todo. Me es dificil imaginarlos afuera comprando dulce de batata. Trato de reconocer algunas caras bajo el fuerte viento. Son las mismas de todos los días y las seran mañana hasta que se vayan muriendo de a pocos. De Sida. De frío. O de Soledad. Voy doblando despacito en la última calle y de pronto se larga una tormenta estruendosa y repentina y el barrio cambia el color. Los minotauros se tapan con camperas. Y se dejan desteñir las caras. Los insectos huyen en todas direcciones. Quedan pocos. Pero sólo ellos. El ejército los abandona. La lluvia es tremenda y los borronea como en un Van Gogh. Algunos buscan refugio en un árbol, otros se juntan y comparten paraguas. Los mas desesperados se enfrentan a la lluvia y muestran las tetas mojadas.Manejo con una mano, con la otra limpio el vidrio y con la cabeza trato de ubicar a Karina. El tiempo se agota, el camino se embarra y el parabrisas no aguanta. Hay que resolverlo rápido. Empiezo a acelerar y a doblar sin frenar, buscando a alguien que haya quedado sin cliente. La baba ahora se transforma en veneno y me hiela la sangre. Pero tengo suerte. Siempre en casos así hay algo que me ayuda. Una especie de fuerza cósmica que arregla las cagadas que me mando para mandarme otras peores. Una bruma al al final de la última calle y una sombra borroneada, como una especie de "la cosa". Me acerco, pienso que no es un sueño. Y que es una buena señal. Es Karina con una amiga. Estan muy mojadas y comparten un paraguas roto. Bajo la ventanilla. Me preguntan cuanto quiero. Les digo que hoy no vine a comprar. Y se miran entre ellas. Y sube al auto la rubia. Me acerca su cara hilvanada de gotas, a mi cara. Me da un beso y me dice su nombre. Tiene pocas tetas, habla entrecortado y esta húmeda, lo que acrecienta el olor a perro. Me pide la plata y empieza a hacer su trabajo. No puedo creer lo que estoy haciendo, pero tampoco puedo frenarlo. Ni siquiera me asustan las hienas con gorra que pasan por delante del auto. Nadie puede hacerme daño en el territorio. No se animarían. Como todas las manadas, se cuidan entre ellos.

Parece que se hizo una depilacion definitiva o algo asi. Me contesta como si hubiese oido mis pensamientos. Le pido que no hable mas ni pregunte. Que solo haga. Cambia su humor, pero sigue trabajando. No se por donde continuar. Los vidrios se empañanan, y se por intuicion o por algun comentario que esto no durará demasiado tiempo. Pero tengo una duda estúpida que necesito corrobar. Saber si tiene algo o se operan. No se si es un reflejo de mi homosexualidad o un deseo infantil. Me da igual porque no siento culpa. Me siento libre. No pienso en nadie en estos momentos. Tanteo y le toco los huevos, los tiene un poco peludos. Me da asco y ganas de vomitar. Le pido que pare. A veces voy demasiado lejos. A veces me paso. Y pienso en Légolas que me juzga desde algún lugar. Y ahora quiero echarla y que se vaya lejos, pero me da lástima que llueva tanto. Entonces le pido que se ponga como un perro contra el vidrio y que no me mire por un rato. Y hago lo mio pensando en Mikaela, en su pelo perfumado y su jumper. Las hienas pasan, comentan algo y se van, pero yo sigo con Mikaela. Con su piel dorada y sus pechos en el barro transformandose en amor. Me relajo. Y pareciera ser que todo va a funcionar. Pero aparece, ahora completamente borronaeada, como en el sueño. Como una mancha inmensa de una noche de fiebre. Intento frenar y sacar, pero no puedo. Ya es demasiado tarde. La bañe por completo y ahora tengo ganas de llorar.

...

Me pide que la deje en la avenida para no mojarse. Le ofrezco llevarla hasta la casa, pero dice que no me preocupe, que soy muy dulce. Eso me gusta. Que soy dulce. Pero tiene un taxista amigo y se arregla. La miro y espero algo más. No se que. Pero no me gusta que todo haya terminado  asi con la sensación de ella entre su nuca. Y le doy mas dinero por la paciencia. Y me quedo pensando, bajo la lluvia. Recorriendo el barrio. Manejando despacio y liviano bajo la lluvia.

  



MINOTAUROSWhere stories live. Discover now