Por fin solos ¿No?

45 3 1
                                    

El corazón se me hinchó ocupándome todo el pecho y obstruyéndome la garganta, haciendo totalmente imposible que cualquier sonido saliera de mi boca. Su cara estaba a tan solo un centímetro de la mía, podía sentir su respiración en el rostro.

En ese momento perdí la poca cordura que me quedaba. Me acerqué a él acortando el espacio que había entre nosotros, como si fuera lo único que existiera, no había nada más para mí. Nuestros labios se rozaron, un mísero rocé que me quemó como una corriente eléctrica e incendió mi corazón.

El beso comenzó con timidez por mi parte, pero después mi cuerpo se desconectó de mi mente y empezó a actuar por cuenta propia. Yo ya no razonaba, mi mente estaba nublada por una pasión desconocida, pero que estaba ansiando conocer. Mis brazos se enredaron alrededor de su cuello y me pegué a él más de lo que ya estaba, hasta que no quedó espacio alguno entre nosotros. Tan solo la fina camiseta de verano que me cubría impedía que se tocaran nuestras pieles.

Aidan me sentó a horcajadas sobre él mientras nos comíamos la boca con avidez, e incluso podía decirse que con desesperación.

Me empecé a marear, todo me daba vueltas, pero un hecho tan insignificante como mi falta de oxígeno no iba a detenernos, no ahora que por fin estábamos solos. Aidan me apartó la cara dulcemente parar permitirme respirar, dejando un camino de besos húmedos y suaves de mi barbilla a mi cuello, algo que no ayudaba para nada a que el aire llegara a mis pulmones. No me importó, solo quería que no parara.

Estaba tumbada boca arriba en mi cama intentando recuperar el aliento, algo bastante complicado, con Aidan cerniéndose encima mía besándome con pasión cada porción de piel que no estaba oculta bajo mi camiseta, que aún tenía puesta, cuando escuche como se abría la puerta de casa.

Me tensé, prestando atención a cualquier sonido que me permitiera descubrir si habían sido o no imaginaciones mías. Aidan al percatarse de mi rigidez paró y me miró a los ojos con la duda pintada en la cara.

_ ¡Clara, ya estamos aquí!_ dijo la voz de mi madre desde el piso de abajo_ ¿Te has puesto ya ha hacer la cena?

"Oh, dios mío, mierda, esto no puede estar pasando" Estaba en estado de shock, una ola de pánico me invadió, no sabía que hacer, no se me había pasado por la cabeza que esto pudiera llegar a ocurrir. Pero lo más apremiante en ese momento era cómo narices iba a sacar a Aidan de aquí sin que mi madre o mi hermano lo vieran. "De sueño a pesadilla en solo un segundo, gracias mamá" pensé con sarcasmo.

Aidan sin decir una palabra se levantó sigilosamente y me ayudo a hacer lo mismo, luego se puso la camiseta y se dirigió a la ventana conmigo pisándole los talones "¿Qué se supone que iba a hacer? Estaba tan pegada a él que casi me choqué contra su espalda cuando se detuvo en seco enfrente de la ventana abierta de mi cuarto.

Sin previo aviso se dió la vuelta, cogió mi cara entre sus manos y mientras sus ojos me quemaban, me besó con tanta fiereza que cerré los ojos y me dejé llevar. Incluso me olvidé de que mi madre estaba abajo y podía subir en cualquier momento.

En lo que a mi me pareció muy poco tiempo, apenas un suspiro, sus labios desaparecieron. Abrí los ojos rápidamente sorprendida por su falta, pero lo único que alcancé a ver fue como Aidan se daba la vuelta y con una agilidad casi sobrehumana saltaba al vacío desde un segundo piso por la ventana abierta de mi habitación. Me asomé a ella asustada. "¿Qué acababa de pasar?"

_ ¿Aidan?_ pregunté, mi voz sonaba llena de angustia. No grité por miedo a que a mi madre me escuchara y asomara la cabeza por la ventana, cosa que con lo cotilla que era no me extrañaría en absoluto_ ¿Estás bien?

En mitad de la oscuridad me pareció escuchar su risa invisible. Agucé el oído sacando medio cuerpo por la ventana, pero no se oyó ningún sonido más. "¿Me había enrollado con un SEAL o algo así? o quizá era un vampiro o un hombre lobo" divagué con la mirada perdida en los arboles que colindaban con la propiedad.

En ese momento sonaron unos estridentes golpes en la puerta de mi habitación, sobresaltándome y haciendo que pegara un bote.

_ ¿Clara estas hay?_ preguntó mi madre.

Volví a meterme en la habitación precipitadamente, me coloque la ropa y el pelo, y abrí la puerta intentando parecer tranquila, aunque me encontraba al borde del infarto.

_ Si mamá_ dije con total indiferencia y rezando para que no se diera cuenta de mis labios hinchados, si lo hizo no me preguntó nada_ Ahora iba a bajar a prepararla.





Una inoportuna interrupciónWhere stories live. Discover now