Tu si puedes ver

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Época de exámenes, sinónimo de agotamiento, estrés y estudio sin fin, cosas típicas que Ricardo tenia que afrontar cada final de parcial, y esa era la razón por la que se había quedado a estudiar hasta tarde en la biblioteca, dos libros abiertos de par en par a cada uno de sus lados y una libreta en frente igualmente abierta mostrando todos los apuntes importantes subrayados y escritos con tintas de diferentes colores para una mejor organización, mientras apoyaba su cabeza en la palma de su mano leyendo y procesando todo con una concentración increíblemente tenas, y su mejor momento era en la noche, su quietud, era reconfortante y tranquilizadora llena de paz que lo ayudaba aun mas a concentrarse, las circunstancias eran tales que se podía estudias como en ninguna otra hora, y como la biblioteca tenía la política de estar abierta las veinticuatro horas, era la ocasión perfecta. El lugar ya se estaba quedando completamente solo, las pocas ocasiones en las que levantaba la vista de los libros observaba el típico ritual de despedida de las personas, arremolinándose y despidiéndose ya sea con un buen apretón de manos y un abrazo y un beso en la mejilla.

Dieron las diez, once y doce, llegando al punto en el que todo se encontraba en silencio y lo único que quebraba el momento era la señora barriendo y Ricardo seguía estudiando y estudiaba, incluso se levantaba de su asiento en momentos para descansar los músculos y regresaba quemándose por completo las pestañas esa era la única manera que tenía para combatir el miedo que producían los exámenes.

Finalmente se sintió listo, cerro los libros que tenia y se recargo en la silla por unos leves instantes, ya era la una de la mañana y ni un alma en pena se veía todo era silencio y la compañía de las estanterías con libros, solo quedaba dejar los libros en su lugar y salir. Tomo sus cosas, básicamente la libreta y unas plumas que traía.

A esa hora la biblioteca parecía mucho mas grande de lo normal, era como si la noche amplificara todas las dimensiones, y eso era extraño, al parecer más grande tampoco podía encontrar la salida, camino y camino, pasillo tras pasillo sin detenerse; un ruido inundo sus oídos era como de platos cayéndose, evitando romperse, incluso tendría más sentido si se trataba de libros con cubierta dura. Por mala fortuna para él su curiosidad siempre era una de sus debilidades, no importara cuanto tratara de reprimirlo, siempre sucumbía a su inevitable deseo de satisfacer su hambre de conocer lo que es desconocido.

Siguió el ruido, aun no sabia hacia donde se estaba dirigiendo, solamente era guiado por sus instintos y quien sabe a lo mejor aquel sonido era capaz de guiarlo hasta la puerta de salida, pasando de nuevo por los pasillos agudizando su oído de manera que pudiera escuchar de manera más clara aquel sonido que parecía tan lejano.

El sonido termino a al final de un pasillo había grandes ventanas y por todas se podía ver el exterior no tan oscuro por algunas luces que iluminaban el lugar, sin embargo, el ruido sonó una vez más para detenerse después y no volver nunca más.

Había terminado en la puerta del centro de computo de la biblioteca, la puerta abierta en su totalidad dio varios pasos y se adentró en la habitación y para su sorpresa se encontró con alguien, no sabía de qué o quién se trataba, incluso se sorprendió al darse cuenta que no podía verle la cara concretamente, era una silueta negra, negra, de espaldas a el sin mirarlo en lo más mínimo, Ricardo prefirió no meterse en asuntos que no eran de su incumbencia, después de todo ya pasaba de la una de la mañana y no quería evitar que las personas que trabajaban en la biblioteca se distrajeran de hacer sus tareas debido a su culpa, por lo que su curiosidad se desvaneció, tan rápido como había aparecido y lo había incitado a seguir el sonido, simplemente se había ido, sin dejar absolutamente ningún otro sentimiento detrás suyo, era como si la presencia misma de aquella silueta lo hubiera hecho olvidarse completamente de porque estaba en ese lugar o que estaba haciendo en el mismo, por lo que dio media vuelta y salió del centro de computo de nuevo al pasillo, ya había terminado por donde empezó, pero escucho algo mas y no era el sonido que había perseguido hasta ese lugar sino era mas como el de pisadas que venían detrás de él, simplemente volteo la cabeza por encima del hombro y pudo verlo, aquella sombra negra se había movido, ya no lo estaba ignorando si no que se había movido para poder encararlo, eso produjo que un escalofrió recorriera completamente su columna desde la nuca hasta abajo. No le importo demasiado y prosiguió su camino llego a las escaleras que daban a la planta baja y de alguna manera ya podía ubicarse de una mejor manera en la biblioteca; de nuevo el sonido de pisadas, esta vez más cerca a solo diez pasos, de nuevo lo obligo a voltearse y observar, era aquel tipo, al que había decidido no molestar, estaba más cerca, no sabía cómo era que lo había alcanzado tan rápido, ni siquiera podía creer que se moviera sin que él no lo notara, solamente lo alerto el ruido de las ultimas pisadas eso y nada más. El hecho de que ese sujeto estuviera tan cerca era prácticamente perturbador, todo en el era completamente extraño, diferente de las personas normales.

— ¿Se le ofrece algo? — su pregunta apenas pudo salir, pues su voz temblaba, el miedo y el terror recorrían sus venas y dominaban su cuerpo poco a poco.

Una vocecita surgió de la figura, apenas audible, corta y chillona, pero, penetrante, escucharla era como recibir una apuñalada al cerebro que avivaba la llama del psico-terror, extendiéndose y extendiéndose, invadiendo cada una de sus neuronas solo con las simples palabras "tu si puedes ver", fue en ese momento que se dio cuenta de algo nuevo, esta ves algunas de las sombras que ocultaban su rostro se habían disipado, dando paso a sus ojos (si se les puede llamar así), dos cuencas vacías ocupaban ese lugar, totalmente negras, carentes de emoción mirando directamente la cara de Ricardo, extrayendo cada gota de angustia y sentimiento negativo que residía en su cuerpo, sin pensarlo dos veces dio vuelta y corrió, corrió tanto como pudo, lo más rápido que jamás había corrido en toda su vida, mientras miraba hacia atrás viendo como aquella cosa se movía, tambaleándose para ambos lados algo que en una situación normal sería gracioso, y en este caso solo lo hacia mas inquietante. Corrió y corrió hasta que sus piernas no pudieron más y ya ni siquiera se había dado cuenta que se encontraba fuera de la biblioteca.

Esa fue la ultima vez que se quedo hasta tarde y a pesar de no volver a hacerlo aun le quedan grabadas las palabras "tu si puedes ver".

Tu si puedes verWhere stories live. Discover now