Palabras

186 4 2
                                    

Así pasaron horas interminables. Empezaba a tener mucha sed, la mordaza que me pusieron mantenía muy abierta mi boca, por lo que la saliva se escapaba sin retorno y mi boca estaba quedándose seca. El hambre también hacía mella, pero aún era soportable.

De repente se escucharon pasos. Ahí comenzó todo.

-Número 78120 -dijo alguien en tono serio, casi robótico-

-Así que capturada mediante golpe en la cabeza y destino torturas varias -dijo otra voz que parecía ser femenina- un espécimen interesante, no cabe duda.

En ese momento me quitaron la mordaza.

-Bueno, antes de comenzar necesitamos hacer una ficha y una evaluación inicial.

Por algún motivo aquello de "evaluación inicial" me puso los pelos de punta; no sabía a qué demonios se referían, pero por lo que habían estado diciendo, nada bueno. Empecé a perder los nervios y a gritar: 

-¡¿Quiénes sois!? ¡¡¡Soltadme!!! ¡SO...

Inmendiatamente sentí que me volvían a enmudecer, pero esta vez con una mordaza mucho más agresiva, tenía algo que me entraba hasta la campanilla, a lo que tuve una arcada. 

-Este es el nivel 2 de mordaza. Hay 5 niveles. Como sigas dando problemas desde el principio no tendré reparos en usar directamente la 5... que aunque te comportes la usarás, pero no creo que sea muy agradable en un primer día. ¡Dadle agua! 

No sabía de que iba esto. Tras unos minutos de pausa me volvieron a quitar la mordaza para ponerme un dispositivo que me impedía cerrar la boca. Me agarraron firmemente la cabeza echándola levemente hacia atrás.

-Te vamos a dar algo de beber. Estás deshidratada, y no nos interesa tener bajas... por ahora.

De un momento a otro sentí líquido cayendo en mi boca. En primera instancia fue un alivio, pero inmediatamente noté que aquello no era agua.

No podía hacer otra cosa más que tragar, pero aquello... estaba caliente, salado, olía a sudor y caía como un débil chorro en mi boca. Ciertamente me imaginaba qué era aquello.

Al percatarme de ello y pensarlo me volvieron las arcadas. Al ver que no bebía empezaron a golpearme en la garganta, con lo que mis ganas de vomitar aumentaron hasta el punto de expulsar mis fluidos gástricos y lo poco que había bebido.

Al estar con la cabeza en alto me cayó casi todo en la cara, sentí como una parte se metía por mi nariz y la venda que tapaba mis ojos se empapaba de aquella mezcla. Al entrar en contacto con mis ojos empezaron a arder, por más que los cerraba la mezcla ya había entrado. 

-Esta va a ser seguro del grupo 4... todo lo aguantan pero mucho teatro- dijo la voz femenina con seguridad- En fin, si no quiere beber devolvedla a su puesto.

En ese momento noté como alguien se alejaba y me quitaban aquella cosa que me impidió cerrar la boca. Estuve tentada a gritar, pero al escuchar a mi lado cómo se cortaba el aire mientras alguien movía algo que parecía una vara decidí no hacerlo.

-A ver, esta criatura la ha liado pero bien y tiene la garganta seca. Se queda castigada sin beber claro está, pero como es su primer día no vamos a desgarrarle el esófago, ¿no? ¿Algún voluntario para darle lubricante? 

-Yo misma -dijo una voz quebrada y aparentemente cansada- 

Todo quedó casi en silencio, exceptuando unos quejidos que se escuchaban al fondo que verdaderamente me ponían los pelos de punta. Pero un sonido familiar rompió aquello. Era... un pedo. O más bien, el sonido producido cuando tienes diarrea y sale todo lo que llevas dentro. No podía ni imaginarme qué estaba por pasar, pero con lo enferma que estaba esa gente... sabía que podía ser cualquier cosa. 

-Tienes suerte, es líquida pero no demasiado, tiene la textura perfecta aunque el color... bueno no lo ves -añadió la voz femenina con alegría- Venga, sujetadla.

En ese momento sentí como al menos dos personas me agarraban con fuerza, solo podía mover los pies, entre las ataduras y el agarre estaba totalmente inmóvil.


Y ahí llegó uno de los momentos más horribles de los siguientes días. Estaban por venir cosas peores, pero esta es la que recuerdo como más repugnante y horrible.

Sentí como algo del grosor casi de un pepino empezaba a entrarme por la boca. Pero no era solo eso, se notaba que estaba empapado en algo caliente, con una textura muy blanda, de olor nauseabundo y con un sabor aún más vomitivo. Sin duda estaba recubierto de heces recién expulsadas.

Aunque no se veían, mis ojos estaban como cascadas, entre las náuseas, la humillación y el asco estaba colapsando. 

-Ahora saca la lengua fuera... -En ese momento blandieron aquella cosa en lo más hondo de mi garganta, tal vez a cerca de 20 cm, mientras sentía que me ahogaba. Iba a vomitar, pero aquello tapaba competamente las vías de escape. Lo mantuvieron así unos segundos, y después noté como amarraban algo alrededor de mi boca para que no pudiese expulsarlo. ¿De verdad iban a dejarme eso puesto? 

Pero no acabó ahí, porque entonces me di cuenta de que aquello que me habían metido estaba hueco y tenía un orificio en la entrada. Empezaron a echar un líquido que ya si que no sabía lo que era. Pero todo apuntaba a que eran los restos de mi vómito. Poco después empecé a marearme y no recuperé la consciencia hasta el día siguiente.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 24, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

EnfermosWhere stories live. Discover now