Naranja, como un día soleado.

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Las decisiones que tomamos, por pequeñas que parezcan, generan grandes cambios en nuestras vidas. Ahora lo sé. Quizás ya es muy tarde, porque, no se puede cambiar el pasado, pero si se puede aprender de él. Las malas decisiones que tomé me arrastraron de vuelta aquí. Me arrepiento de muchas, pero de eso se trata la vida, de equivocarnos para no volver a equivocarnos.


Decido sentarme en el suelo del pasillo. No sé a dónde ir ni con quién hablar. Soy nuevo, y hacer amistades siempre me ha resultado difícil. Me coloco los audífonos y reproduzco la canción. Una sensación de comodidad me envuelve cuando la música se esparce en mi cabeza. Miro alrededor y solo veo personas pasar frente a mí de un lado a otro. Lucen gigantes desde esta altura.

Hay muchos chicos y chicas con estilos diferentes y extrovertidos, algunos más que otros. Tienen el cabello teñido de rosa, azul, naranja y hasta verde; franelas con estampados inusuales; pantalones rotos a la rodilla y zapatos no convencionales. Me siento a gusto con el ambiente. Estoy en la Universidad que quiero, estudiando lo que realmente quiero.

Al fin había tomado la decisión sobre qué iba a hacer con mi vida; sin escuchar a mi papá, sin complacer sus caprichos, como había hecho durante dos años de mi vida. Siempre he obedecido a mis padres, sin objetar. Pero esta vez se trataba de mi futuro y, sólo era yo quien podía escoger. Ahora pienso firmemente de éste modo pero, tuvieron que pasar dieciocho años para darme cuenta.

La música terminó, así que busco una que vaya con el momento. Me siento feliz.

Ahora mis padres están lejos y estoy viviendo con mis tíos, en otra ciudad. Por un lado me siento en paz; vivir lejos de papá es maravilloso, no es una persona fácil, nunca lo ha sido. Es ese tipo de hombre que está acostumbrado a tener la última palabra siempre. Pero por otro lado, echo de menos a mamá y a mis hermanas. Quiero que estén aquí ahora mismo, sentadas en el suelo a mi lado.

Mamá, a diferencia de papá, es sumisa. Siempre se ha tragado sus palabras; es algo que, desgraciadamente he sacado de ella. Mis hermanas son menores; una de quince y la otra de trece años de edad, ambas son muy maduras y decididas, mucho más que yo a esa edad. Probablemente porque me tienen como el modelo que no deben ser.

Odio ser el nuevo en un sitio nuevo, ya he pasado por esto dos veces. He estado en dos Universidades antes de ésta. Intenté estudiar carreras universitarias que no son para mí, que no son lo que quería. Y evidentemente, no funcionó.

Reviso mi nuevo horario de clases y la primera comienza a las 9:00 a.m. Miro mi teléfono y son las 8:55 a.m.

- Aún faltan cinco minutos - digo en voz baja como hablando conmigo mismo. ¿A quién más iba a decírselo? Intento levantarme pero mi trasero esta entumecido. Es una sensación extraña, te dan ganas de reír. Espero unos segundos hasta que el efecto desaparece y cuando mis piernas reaccionan, me pongo de pie.

Mi clase va a comenzar en unos minutos. No tengo nada que hacer así que decido dar una vuelta antes de ir al salón. Tomo mi bolso y avanzo en medio del pasillo. A unos metros delante de mí veo a un chico de espalda, parado en un rincón, hablando con una chica de melena castaño oscuro. El chico es muy delgado; está vestido con una franela de talla grande color negro, unos jeans negros ajustados y unos zapatos de cuero negro.

Me acerco un poco más, mirándolo de soslayo.

Su cabello es largo hasta la nuca, ondulado y oscuro como su ropa. Su piel es pálida, casi cadavérica. Llama mi atención y no le aparto la vista. Él sigue de espalda, así que no puedo verle el rostro. Intento alcanzar a verle pero llego a la esquina y doblo. Apenas pude detallar un poco de su perfil. Me quedo con la duda y avanzo distraído.

Llego a la puerta de mi salón y veo a otros chicos esperando. Algunos están sentados en el suelo, otros de pie recargados contra la pared.

No soy de los que saludan, así que sólo me quedo de pie a un lado de la puerta.

- ¿Qué tal tu primer día?- dice una voz cuando atravieso la puerta de mi casa. Me vuelvo hacia la voz y es mi prima Jess sentada en el sofá.

- Bien - mi respuesta es más un susurro. Estaba un poco cansado. El tráfico de la ciudad es agotador, además de su caluroso clima. Extraño mi hogar, el pueblo donde vivía tenía un clima frío y tranquilo.

- Me encanta la Universidad.- agrego mientras me sirvo un vaso de agua. Lo acerco a mi boca y dejo que la placentera sensación helada me recorra la garganta.

No había convivido mucho con mi prima hasta ahora. Pero no me resultó difícil.

Es una persona tan naranja. Ese es el color que me viene a la mente cuando pienso en ella. Su personalidad es tan alegre y extrovertida como un día soleado. Le encanta llamar la atención y es buena con eso. A diferencia de mí, que apenas los demás se percatan que existo.

Lo peor es, que me he acostumbrado. A veces me siento tan gris, en un mundo de tantos colores.

Subo a mi habitación y me echo sobre la cama boca arriba.

Miro el techo. Que blanco y vacío es. Entonces él aparece en mi mente. El chico vestido de negro.

¿Por qué me vienes a la mente? Quizás fuiste lo más interesante que me pasó en el día. 

Luna Azulحيث تعيش القصص. اكتشف الآن