Un evento contra todos los siglos de esclavitud

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En general las ciudades está acostumbradas a que existan órdenes, se enseñan las normas establecidas que suponen mantener un "orden" y una "supervivencia", un orden existente que no es más que seguir antiguas órdenes y reproducir órdenes, sospechosas, algunas inverosímiles, calcadas y poco susceptibles.

Pero hay ocasiones en las que surgen paradigmas acertadas, cómo nadie iba a decir: detengámonos un momento, tal vez las cosas funcionarían mejor si dejamos de obedecer estás órdenes que han estado siempre y hacemos algo nuevo.

En la antigüedad había más de eso, en los lugares de trabajo existía un sentido transformador del sindicato, diferente a los actuales que sólo están para pedir reivindicaciones salariales; décadas atrás se osaba contradecir las eternas órdenes desde los Centros Deportivos, Juntas de Vecinos y en la mayoría de las asambleas de los lugares de estudio.

Ahora bien, lo que sucedía en la universidad en donde se articulaba el EGO era una especie de resistencia, se mantenía aún este deleite sentir que se puede ser parte de los cambios, democracia directa, manos alzadas, mentes revolucionarias. De todos modos se trataba de una discusión, algunos eran más revolucionarios que otros, así también por otra arista algunos defendían, a sabiendas o sin darse cuenta, a esas órdenes existentes y poco susceptibles.

Puede que afuera de la Universidad, en el mundo rutinario, las discusiones que se trataban adentro no importaran un carajo. Pero estamos acostumbrados a recibir órdenes y quiero reiterar que estas y estos del grupo EGO se sentían culiadamente bien, esplendorosos al expresar sus pensamientos, esos debates se convertía en algo especial para ellos.

Además de las asambleas aisladas de cada carrera, además de la asamblea general de la Universidad, el grupo EGO tenía sus propias jornadas de discusión, análisis y planificación de la realidad, porque a final de cuentas las asambleas radicales o amarillas de las aisladas carreras o en su condición general, no era más que una expresión democrática y pasada de moda de una institución educacional que ahora se movía por dinero.

Y el grupo EGO llegó a la conclusión de que debían realizar un evento, a chispazos hacer la revolución, un remanente de poesía, liberar los espacios y las voces, clamaban los participantes en la jornada de discusión y análisis. El grupo EGO ansiaba la catarsis, sentirse vivos.

Lo más probable es que si alguien del exterior ingresara sin darse cuenta a una de estas asambleas aisladas o generales, a una de estas jornadas de discusión y análisis, diría, apuntando con un dedo índice en su sien: ¡pero muchachos, ustedes están locos! Es lo más probable y probablemente esta sea la razón por la que, "democráticamente", elección tras elección, la ciudad elige a los verdugos de su felicidad y libertad.

En fin, estamos tan acostumbrados a recibir órdenes y no quiero hacer una especie de romántica apología, pero por lo menos en la Universidad se compartía la locura, se organizaba la locura y se le intentaba dar una dirección que curara todos los siglos de esclavitud de la humanidad.

Es esperable que muchas voces se alcen y condenen la locura del grupo EGO, pero se vuelve inconsecuente que estos hablen de locura como si les fuese impropia, ya que se la pasan apuntando con el dedo y creyendo en cartas astrales, números mágicos, augurios de los azares, signos del zodiaco y supersticiones sin sentido. Estas voces, por decirlo de cierta manera, aún creen que la tierra es plana y no quieren aceptar que es su voluntad sanguinaria la que danza detrás de las desgracias y detrás de las maravillas, que son ellos los pilares de la injusticia que mantiene viviendo como dioses a unos pocos sobre las multitudes y que son ellos mismo los que pueden tirarlos abajo.

En la actualidad nos iría mal si fuésemos expuestos a un psicoanálisis, a mí y a ti, digamos que estamos todos locos simplemente, y que esta es una de las razones del evento del grupo EGO, ya que son más locos los que callan, en comparación de los que se expresan. Son más locos esos que dejan que las palabras se pudran en sus mentes, que las ideas se vuelvan tóxicas, como gases encerrados en cuartos sin ventanas, al nunca salir de sus cabezas. Y para cuando se atreven a abrir la boca, luego que esas ideas pierden su coherencia y vitalidad y vigencia, lo que sale de esas bocas no es más que polillas y telarañas, algo incomprensible, pensamientos fuera de quicio, ya que ellos son más locos que los locos que cuentan con palabras y oídos que escuchan.

El gran ocasoWhere stories live. Discover now