Monstruo en casa.

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Solía haber un parque cerca de casa al que me encantaba ir. Iba cada tarde después del colegio y me columpiaba en la misma hamaca por horas, solo observando a los demás niños desde lejos, escuchando sus risas y viendo a sus madres sentarse en las bancas un poco alejadas de la zona de juegos. Se quedaban allí, por mucho tiempo, vigilando a sus niños, cuidando de ellos. Muchas veces me observaban, al menos sentía eso, que me miraban de una manera curiosa, seguramente preguntándose la razón de que me quedara allí, por horas, sin ningún mayor a mi alrededor que me estuviera cuidando. No tenía miedo, al contrario, me sentía más segura.

Muchas veces, creaba historias en mi mente mientras observaba a las personas pasar. Creándole una vida ficticia a cada persona, cada familia, cada niño. A veces, deseaba ser alguno de ellos. Sonreír como ellos y tener una mami a la cual contarle mi día, a la cual regalarle flores que arrancara del parque y darle abrazos de oso. Imaginaba una vida paralela a la mía, donde era feliz.

Me quedaba allí, en la hamaca, en el parque a unas calles de casa, hasta que la tarde llegaba, cuando el sol se ocultaba. Esperando paciente que, en esta vida, la real, alguien viniera a buscarme, pero eso nunca pasaba. Caminaba las calles, ya conocidas, lento, perdiendo el tiempo. Todos los días hacía la misma rutina, una que odiaba y amaba. Ir al colegio me gustaba, quedarme en el parque también, pero volver a casa, eso... lo odiaba.

Cuando volvía, siempre entraba por la puerta trasera sin hacer ruido. No quería que el monstruo me escuchase. Muchas veces se dormía en el sofá de la sala hasta el otro día y, en la mañana, cuando me preparaba para el colegio, podía ver su cuerpo en el suelo, durmiendo abrazando alguna botella de alcohol. Otras veces, no estaba en casa, esos eran mis días favoritos. Solía prepararme una rica cena, con lo poco que había en la alacena, que era lo que la señora Gómez nos solía traer, y me encerraba en mi habitación.

Lo malo, era que ya no podía disfrutar de la comodidad de mi cama, no era opción quedarme dormida allí, no era seguro. Por lo que tuve que crear mi propio escondite, en la parte superior del armario, donde nadie me pudiera ver. Porque, por las noches, muchas veces el monstruo solía traer amigos malos, que hacían daño y que hacían mucho ruido.

Había días en los que todo era tranquilo, pero había otros en los que la tormenta no solo era afuera. En los que la lluvia no solo caía de las nubes, porque no eran las únicas que cargaban con tanto peso. El miedo muchas veces era insoportable, era doloroso, tanto que quemaba mis adentros.

El monstruo hacía daño, mucho daño.

En mi mente, en esa vida paralela en la que era feliz, yo volvía a casa de la mano de mi madre, mientras saboreaba un helado de fresa y en casa mi padre nos esperaba, con la cena y nos sentábamos a cenar juntos, sin peleas, sin alcohol, sin dolor, todo tan lleno de alegría y amor. Pero, en esta vida, mi familia ya no existía y el monstruo todo destruía.

Aún puedo recordar su sonrisa, tan blanca y pura que contagiaba. Sus ojos marrones tan alegres. No había imaginación como la suya cuando inventaba historias alucinantes de reyes, princesas y mujeres guerreras, las cuales me contaba antes de dormir. Era un ser fantástico, fuerte y siempre amable. No había otra persona igual.

Mi padre era un gran hombre, me amaba y amaba a mi madre, una mujer maravillosa. Solía ir a buscarme, siempre que tenía libre, al colegio, junto con mi madre. Esos eran mis días favoritos, en los que me llevaban a pasear y teníamos un día en familia. Un pasado en el que era feliz.

Pero, no todo es perfecto.

Fue un jueves cuando la tormenta comenzó. Los fuertes truenos se escuchaban desde mi habitación, se podían ver los rayos caer por todos lados y la lluvia no tardó en aparecer, avisando que el invierno había llegado, que la felicidad se había marchado.

Ese día un accidente ocurrió, un auto chocó y una persona murió. Y, ese día, el monstruo llegó.

Aún recuerdo su sonrisa, aún escucho su voz, aún siento sus abrazos y cada día los extraño más. Tan grabado en mi mente. Pero, aún existe en mi otra vida, en la que soy feliz, en la que tengo una familia. Una vida en la que mi padre vive y en la que mi madre no es un monstruo. 

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⏰ Last updated: Dec 16, 2019 ⏰

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