paris » kim namjoon

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Ya he tenido suficiente pensó Naeun terminando de recoger sus cosas y embutiéndolas en su bolsa del gimnasio. No cabría todo, pero era lo de menos en aquel momento. Lo único que quería era huir de aquel lugar, de aquel infierno.

Los golpes en la puerta de la habitación no cesaban, al contrario, iban in crescendo conforme los segundos pasaban y la chica no daba respuesta a los aullidos e insultos del animal detrás de la puerta.

—¡Vete! —chilló con la voz entrecortada por las lágrimas— ¡Vete o llamaré a la policía!

—Abre la puta puerta ahora mismo, Naeun. Deja de complicar las cosas, ¡joder!

No respondió, sino que empujó la cómoda en la que solía guardar su ropa hasta colocarla frente a la puerta, dificultándole la entrada al hombre tras esta en caso de que lograra romper el cerrojo. Se mordió el labio al darse cuenta de que no tenía lugar por el que escapar porque acababa de bloquear la única salida de la habitación que solía compartir con el que ella creía era el amor de su vida. Entonces sus ojos dieron con la pequeña ventana al lado de la cama y me mordió el interior de los carrillos pensando bien lo que iba a hacer. Era un tercer piso, sería imposible saltar sin morir y tampoco había ningún modo de descender de una manera mínimamente segura.

—Mierda, estoy muerta.

Sus ojos se sacudían nerviosos entre la puerta temblorosa por los golpes del monstruo y la ventana. Tomó una gran bocanada de aire y afianzó la correa de la bolsa alrededor de su pecho.

—No voy a dejar que sean tus manos las que me arrebaten la vida —murmuró mirando una última vez la puerta antes de dar un leve impulso y dejarse caer al vacío.

Durante los breves segundos que duró la caída vio los últimos años de su vida pasar frente a sus ojos como breves escenas de una película. Su primera cita con el monstruo, su graduación universitaria, el día que pagaron la fianza de su primer piso compartido, la primera bofetada, los gritos, el primer puñetazo, los insultos, la primera paliza, el primer coma, las denuncias que nunca llegaron a mayores, la incompetencia de la policía y la justicia.

Naeun sonrió al sentir las hojas y las ramas de los arbustos hincándosele en la piel. Estaba viva. Seguía viva. Pero aún no se había librado del monstruo. Con las pocas fuerzas de las que aún disponía su cuerpo se arrastró hasta ponerse en pie. Su gesto se encogió en una mueca adolorida ante el crujido de su tobillo al dar el primer paso. Eso no la detuvo, en cambio. Necesitaba alejarse de allí lo antes posible. Con las manos temblorosas y ensangrentadas por los arañazos y las ramas que se le habían clavado sacó el teléfono del bolsillo exterior de la bolsa y tecleó su teléfono de emergencias.

—Te necesito.

Fue lo único que murmuró antes de colgar y continuar con su camino hacia un escondite. El animal no tardaría demasiado en arrasar con la puerta y darse cuenta de que había escapado, por eso necesitaría un lugar en el que resguardarse hasta que su salvador apareciera. Los faros de su coche no tardaron mucho en alumbrar la entrada del callejón en el que se había resguardado y los brazos de Namjoon fueron veloces hacia su figura, hasta rodearla en un abrazo cálido que la dotó del ánimo y la fuerza necesaria para llegar al coche del chico. Ninguno de los dos dijo nada, ni cuando la encontró casi desmayada, ensangrentada y con el rostro desfigurado por los golpes, tampoco cuando empezó a llorar en el asiento del copiloto, mucho menos cuando casi se cae de sus brazos al entrar en el piso de este.

Con toda la delicadeza y el cariño que merecía y nunca había recibido, Namjoon dejó a Naeun sobre el sofá del salón. La chica no había detenido su llanto en ningún momento, y Namjoon no haría nada por pararla. Necesitaba expulsar todo lo que sentía en aquel momento y las lágrimas eran la mejor manera.

SERENDIPITY » bts drabblesWhere stories live. Discover now