34. [Capítulo Narrado]

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Era un día normal, Sanji coqueteaba fallidamente con Usopp en la cocina, Luffy comía, Chopper investigaba unos medicamentos, Nami dibujaba un mapa en compañía de Robin, Brook componía un nuevo tema y Franky creaba un nuevo artefacto, ¿Y Zoro?

Zoro solo podía pensar...


La cabeza del espadachín está confundida. Tiene claro que su capitán es un idiota, pero un idiota con un gran corazón. Sin embargo, es este mismo corazón el responsable de sus dolores de cabeza. Es decir ¿Cómo saber si esa sonrisa es especial si le ofrece la misma sonrisa a todo el mundo? El espadachín no sabe en qué momento se enamoró, y para cuando reconoció sus sentimientos ya no había vuelta atrás; estaba metido hasta las patas. De vez en cuando odia el sentimiento, odia no poder acercarse a Luffy sin que sienta que se le saldrá el corazón del pecho, el rubor de su rostro cuando recibe un cumplido de su parte o el temblor de sus manos cuando lo ve sonreír. Pero, por sobretodo aquello, detesta sus malditos celos, ese instinto primitivo de proteger lo que es suyo, y es ahí, precisamente, cuando se da cuenta del asunto y se siente estúpido.

¿Cómo puede ser tan egoísta? Luffy es un alma libre, no pertenece a nadie.

Nunca supo como llenar el vacío en su interior. ¿Cómo se calma un corazón herido? De alguna forma, Luffy sabe como calmar el suyo...

Por años, todos se acercaban a él con segundas intenciones; todos esperaban obtener algo distinto. Entre ellos, la única persona que no quiso más que su amistad y perseverancia dejó este mudo hace muchos años; ni siquiera pudo despedirse de ella... ¿Qué fue distinto en Luffy? Luffy ni siquiera lo conocía, pero no dudo en salvarlo de aquella prisión con una gran sonrisa en el rostro, envolverlo en sus brazos con el calor de un hogar, en embriagarlo con sus dulces sonrisas y con ello acercarlo a su corazón.

Luffy quería un nakama, pero en el proceso reparó su corazón herido y le devolvió aquella esperanza que creía perdida sin pedir más que su compañía.

¿Qué pasa si, por arriesgarse en un trago de valentía, termina confesando sus sentimientos y no es correspondido? Ha visto a Luffy rechazar a muchas chicas hermosas, todas con cualidades diferentes y admirables; pasa un buen tiempo antes de que vuelvan a hablar con la condición de ser amigos, nada más que eso.

Claramente puede pasarle a él. Y se niega a perder ese pequeño y secreto privilegio de cercanía...

Sanji le dijo –hace un tiempo atrás– que simplemente juntara valor y confesara sus sentimientos, que no podía ser tan malo. Pero Zoro tenía sus dudas, y quizás si hubiese recordado que era hora del almuerzo y lo habían llamado varias veces; no lo habrían pillado tan desorientado.

—Zoro~ ... Me comeré tu parte. Shishishi~. —tarareó el capitán.

El peliverde miró sorprendido al causante de sus sonrojos frente a él. Estaba cerca, quizás demasiado. Desvió la mirada al sentir su inevitable sonrojo.

El más bajo ladeó la cabeza. —¿Por qué te pones rojo, Zoro? —le preguntó con inocencia.

Silenciosamente, maldijo a todos los ancestros de su capitán en su corazón. Sin embargo, al ver que guardaba silencio el capitán se acercó un poco más y en un gesto inocente llevó sus labios a la frente del espadachín, luego los retiró y lo miró.

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