DISCLAIMER: Los personajes de "Edward Scissorhands" no me pertenecen, son propiedad de Tim Burton, quien ideó, produjo y dirigió aquella maravillosa película, así como del bello de Johnny Depp y Winona Ryder quienes les dieron vida con sus geniales e inolvidables actuaciones, yo sólo me he atrevido a tomarlos prestaditos en esencia para inventar una historia para fans en la que nuestro protagonista no se quede solo.
La idea del fic a continuación me surgió después de verme por centésima vez la peli, sólo que esta vez ya de adulta y permitiéndome entenderla a profundidad. Es sencilla pero espero que les sea de agrado y sirva para ayudarles a quitar un poquito el trauma, tal como a mí jajaja.
Mil gracias por tomarse un tiempo para leerla.
Belén
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PARTE I
Kim se había comportado de forma terrible y lo reconocía. Por no poder detener los arrebatos de su novio habían terminado culpando a Edward injustamente de un plan delincuencial que no había ideado y lo peor era que había ocurrido por su causa, porque ella aprovechándose de su bondad se lo pidiera.
Edward poseía un alma noble e inocente, era un caballero en todo el sentido de la palabra, el más impresionante que ella hubiera conocido y por lo mismo jamás iba a perdonarse el hecho de que por su culpa hubiese pasado toda una noche en la cárcel.
Se sentía miserable, aun cuando él le hubiera dicho que estaba consciente durante todo momento de la verdadera naturaleza del plan...
-Y entonces ¿por qué lo hiciste?- le había preguntado y su respuesta fue tan sencilla como deslumbrante
-Porque tú me lo pediste-
Su sinceridad le había desarmado permitiéndole constatar de cerca que podía ser cierto aquello con que Jim, sus amigos y hasta su hermano la molestaban... que "Edward Manos de tijera" como le decían, tenía sentimientos por ella... y tal vez entonces, debido al conocimiento de eso, era que no podía parar de pensarlo.
Interesante era como ahora lo encontraba, al poner atención a sus detalles o a su forma de actuar, al prestar atención a sus dones artísticos y a la concentración con que realizaba sus obras que parecían provenirle de la pureza y bondad de su corazón, cualidades que resaltaban muy por encima de su apariencia física tenebrosa a primera vista.
Ella casi sin poder darle cara para pedírselo, le agradeció esa tarde por no delatarla, aun sabiendo de alguna forma antes de que accediera que mantendría el secreto, un acto de benevolencia para con su persona así no lo mereciera, y por lo cual en retribución desde el fondo de su alma se prometió desde ese mismo instante defenderlo a capa y espada si la situación lo ameritaba y protegerlo para que nada malo le ocurriese de allí en adelante.
Su padre le había cuestionado a él sus actos a la hora de cenar así como el por qué había rasgado en un acto de desesperación las cortinas y el papel tapiz del baño, ante lo que Edward había permanecido cabizbajo, cargando como un mártir con todo el peso de las consecuencias provocadas por sus propias malas acciones y de su grupo. Algo que le había hecho morderse la lengua para contenerse de gritar, llorar o querer salir corriendo.
Él únicamente en medio de su silencio le había intercambiado en algún momento una mirada cómplice pero llena de sufrimiento, que a ella le había calado tanto hasta casi hacerle sangrar el corazón de remordimiento.
Sin saber bien qué le pasaba, terminó de convencerse que lo mejor era retirarse a su habitación, por lo que se fingió indispuesta alegando que tenía un fuerte dolor de cabeza que le estaba mortificando y está demás decir que se gastó casi una hora llorando una vez que estuvo en soledad, presa del arrepentimiento, intentando desahogarse hasta sentirse mejor, hasta que comprendió que tantas lágrimas no servirían de nada si no lograba terminar de aclarar con Edward aquello que Jim había interrumpido por la tarde y le pedía disculpas formalmente.
En algún momento pensando en ello y mientras conseguía de a poco alejar su congoja, recostada sobre su cama como se encontraba, se quedó dormida y para variar la imagen del singular muchacho que ahora vivía en su casa no la abandonó ni siquiera en sueños...
Impresionada, Kim le vio como un caballero antiguo. Refinado, elegante, educado, amable y apuesto, tal como había ideado que fuese un día el inventor que lo creara, según le contara su madre que fuera la que lo encontró. Lucía bien peinado y su rostro no tenía cicatrices. En su ensoñación era hermoso como un príncipe de reinos lejanos pero sobre todo era un joven normal, tenía manos y le extendía una de ellas para invitarla a bailar un hermoso vals en medio de un gran salón. Ella embelesada aceptaba y al confiar su pequeña mano en la suya, notaba que su asimiento era cálido y firme, que le infundía seguridad. Un sentimiento que corroboró abiertamente después al girar entre sus brazos.
Tenían el lugar suntuoso e impecable sólo para los dos y la música no se veía de dónde provenía pero inundaba todo el ambiente de forma placentera. Kim imaginó así que debía tratarse de los interiores del castillo de la cima de la colina, el hogar de Edward, como debía haber sido en sus mejores épocas.
Él sabía bailar y la direccionaba con maestría al ritmo de la música, en tanto ella se podía ver a sí misma feliz (cual si fuese un espíritu espectador) en un vestido blanco estilo princesa que parecía también de novia, emocionada y sobre todo sabiéndose amada y adorada a su lado.
Estaba consciente de que era un sueño pero no quería que finalizara. Con asombro descubrió que no había lugar en el mundo en que quisiera estar más que allí, mirándolo en todo momento a los ojos, a esos profundos pozos oscuros cargados de sentimientos que parecían leerle dentro del alma, que eran los más adorables que había visto y que la contemplaban con ese profundo y genuino afecto que creciera con rapidez en el corto tiempo en que se conocieran. Ese cariño sufrido y anhelante además que ella en algún momento en la realidad le viera...
Aquello como una revelación le hizo despertar y sentarse despacio en la cama mientras conseguía asimilarlo.
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Continuará...
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MI ÁNGEL DE HIELO Y LUZ
RomanceQuizá si Kim hubiese dicho la verdad a tiempo, tal vez si hubiese sido más valiente y si las cosas hubiesen ocurrido un tanto diferentes en la víspera de Navidad, Edward no habría terminado solito.