Capitulo único

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Ya ha pasado algún tiempo, siete años para ser exactos y aún no puede evitar pensar que todo paso demasiado rápido

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Ya ha pasado algún tiempo, siete años para ser exactos y aún no puede evitar pensar que todo paso demasiado rápido. Aún no cree como la vida lo hizo girar en varias direcciones, lanzándole varios obstáculos y regalándole hermosos momentos que ahora son sus recuerdos más preciados y más en su vida amorosa.

Escuchó su alarma sonar, dando alusión a que era hora de comenzar su típica rutina; más después de apagarla solo se cubrió un poco mejor con la cobija y continuó inmerso en aquel abrazo tan cálido que le daba su amante.

Amaba estar tan cerca de su pareja y más es su reconfortable cama; sentir esos tersos pero fuertes brazos aprisionarle y darle el calor exacto que necesitaba para sentirse a gusto, sentir como aquellas esbeltas piernas se entrelazaban en su cintura llegando incluso a hacerle sentir a veces su hombría dormida, sentir la tranquila respiración en su cuero cabelludo y como sus labios carnosos y rosados estaban bastante cerca de darle un casto beso en su frente.

Si pudiera escoger un momento del día en que se sintiera bastante relajado y tranquilo, con seguridad podría decir que el mejor momento de todo su día seria estar con su amante en su suave cama con un buen café amargo caliente y un buen libro de misterio a la vez que eran arrullados por el hermoso silencio de su habitación.

Se encontraba tan cómodo que pensó en las consecuencias de no ir a trabajar ese día; siempre que se enfermaba o no iba a trabajar casi nunca había exceso de trabajo en toda Beika y sus alrededores, entonces no abría mucha diferencia en esta ocasión si solo se quedaba en su hogar con su amante todo el día, ahora solo tenía que convencer a su pareja a que tampoco fuera a trabajar.

Comenzó a moverlo con lentitud, tocando con una mano su firme abdomen y con la otra a acariciar con suavidad su sedoso y brillante cabello, sintiendo como poco a poco aquel cálido abrazo se comenzaba a deshacer.

--¿Shinichi? ¿Qué sucede? --pregunto aún algo adormilado, llevándose una mano a su ojo mientras que la otra permaneció en una de las caderas del detective --¿Ya amaneció? ¿Qué horas son?

Kudo soltó una pequeña risa a la vez que acariciaba con más firmeza el cabello del otro, amaba ver a su pequeña paloma despabilarse e intentar hacer cualquier cosa para continuar durmiendo aunque sea unas horas más.

--No te preocupes por la hora --aviso el ojiazul con cierto cariño y ternura, observando como el otro aún luchaba por despertarse y no ceder al sueño mientras pestañeaba --Hoy solo relájate y descansa...

--Se lo que intentas, pero no funcionará --recriminó su pareja apática, deshaciendo el pequeño agarre que aún prevalecía para levantarse y comenzar a cambiarse su ropa interior (que él denominaba "pijama") por una ropa más casual --Sera mejor que también tú te levantes, tal vez no tengas mucho trabajo de campo que hacer, pero si muchos informes que terminar...

Con todo el desánimo y desgana que su ser podía obtener; Shinichi comenzó a levantarse y a imitar a su amante, queriendo estar todavía en esas suaves cobijas con los fuertes brazos y aroma del otro calentándolo.

Tú eres mi único regalo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora