'Quería permitirme disfrutar de su compañía, de su sonrisa, de su forma de ver las cosas, de su contacto con mi piel, de ella en todos sus aspectos. '
A s h l e y
Cuando yo portaba esas camisas de tirantes ajustadas, junto con mis shorts de mezclilla favoritos y mis botas de cuero desgastadas, me sentía la chica más segura, linda y libre de este planeta.
Cuando veía a esa otra chica despreocupada, con sus camisas holgadas (muchas de ellas seguramente de Bruno), sus blue jeans agujereados y ese moño descuidado amarrando su corta y decolorada cabellera me sentía culpable. ¿Por qué una imagen tan simple podía causarme tal admiración?
No podía. Sabía que no podía. No debía. Sino, la culpa me tragaría viva
Pasó un tiempo desde que Joyce había comenzado a ser mi única compañía en toda esta locura, ya sea teniendo largas conversaciones en la madrugada, o discutiendo por banalidades a la orilla del río. Jamás supuse eso como un peligro o algo malo.
Además, desde esa noche en la que Morrigan apareció, Ganad dejó de atormentarme como sólo él sabía hacerlo. Ahora, en su lugar, tenía sueños con esa chica, e incluso alucinaciones.
Todo eso me hizo poder despejar la mente y mantenerla ocupada en otros temas mientras mi cuerpo se balanceaba alrededor de un palo de metal, siendo observada por decenas de hombres hambrientos y vulgares. Eso, y el hecho de tener a Joyce allí acompañándome, me hicieron sentir menos atormentada.
La hora de mi descanso iba aproximándose, así que fuí bajando el ritmo de mis movimientos, y recogiendo los billetes que yacían en el suelo. Caminé hacia mi público, hice un par de gestos sugerentes y les di la espalda, para dar por concluido mi primer turno.
De allí, tenía una hora entera para descansar, y si era oportuno, hacerle un trabajo extra a alguien que quisiera ofrecerme más dinero. Claro que, nunca iba a ser oportuno si tenía frente a mí a Joyce esperándome con un pequeño envase de arroz y frijoles que compartiríamos entre las dos.
Me acerqué a ella y me puse la chaqueta que se hallaba a su lado encima del hombro; hacía demasiado calor como para preocuparme por seguir mostrando algo de piel.
Noté su rostro pálido y descolocado, así que le pregunté:
—¿Sucede algo?
Joyce pareció dar un pequeño brinco sobre su asiento, y tener las intenciones de negarlo todo. Pero yo no me quedé de brazos cruzados.
Hace rato la había visto extraña, con gestos asustadizos y mucho más callada de lo que yo considero normal. Y no pregunté nada por mera educación. Pero creí que ya era hora.
Entonces, como vi que no tuvo intenciones de responder a mi pregunta, al menos no de forma sincera, decidí cambiar de estrategia.
—Ya suelta esa botella y salgamos a respirar un poco —le ordené con una sonrisa socarrona, tomando su mano y jalándola para que se pusiera de pie.
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Autodestrucción
Science Fiction¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶é 𝘱𝘪𝘦𝘯𝘴𝘢𝘴 𝘵ú 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳í𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰? ----------------------------------------- Existe un debate acalorado sobre si somos o no los únicos en este vasto universo. Por ahora no...