26.- Otro y otro beso.

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—¿Novia? —preguntó la niña.

Y es que se veía que tenía ganas de crecer. Llevaba accesorios extremadamente estrafalarios y un vestido que, al parecer era de su madre.

Sin mencionar claramente el labial rojo tenía puesto.

Todo un personaje.

—¡¡Novia!! —chasqueó con el labio mientras negaba con la cabeza y caminaba alrededor, como un león en busca de su presa.

Un león pequeño rubio y agrandado.

Con labios rojos.

—Sí —anunció Theo rodeando mi cintura.

Intenté no sentirme incomoda ante la situación.

¡Pero era imposible!

—Será mejor que entremos —dijo la madre de Peyton señalando la puerta.

Y así fue, Theo sin soltar mi cintura me guió dentro de la gran casa.

Así que ahí estaba, sentada en un sillón, con el brazo de Theo rodeándome y una extraña rubiecita intentando fulminarme con la mirada.

—¿Cómo se conocieron? —preguntó sagazmente la niña.

—La escuela —mencionamos los dos casi al unísono.

—Amorcito, ésta chica no es confiable.

—Ésta chica tiene nombre, y es muy confiable —anunció Theo recalcando el "muy".

—Pues yo no creo que sean novios.

—Niña, ¿no tienes amigos con los cuales pasar el rato? Es tu cumpleaños, ve y disfrutalo —la callé señalando a los pequeños que jugaban en el jardín.

Que jugaban con sus celulares.

—No soy una niña, pelirroja tonta.

—Qué madura —reí mirándola.

Y solo hizo un sonido muy parecido a un "ugh" y se largó con los otros petisos.

Era genial que hayan personas a las cuales llamar petiso.

Aunque sean niños.

—Madura tú, peleando con una niña —susurró Theo riendo y le pegué con el codo en el estomago.

—Odio a los niños.

—¿Qué?

—A los niños, a los bebés. Odio sus llantos. No los soporto —gruñí tallandome un ojo.

—Oh, ¿en serio? Yo creo que los niños son adorables —contó sonriendo.

—Soy hija única y no tengo primos pequeños. No estoy acostumbrada a ellos. Son como un terreno militar con minas desconocido.

—Entonces no los odias, solo no sabes qué es tener a un niño cerca.

—No lo sé, pero no los soporto.

—Entonces ya tenemos planes para la próxima semana —murmuró sonriendo, giré a verlo confundida y alcé una ceja.

—¿Tenemos dijiste?

—¿Hace falta preguntar? —alargó apoyando la cabeza en el respaldar— Ginger, ¿quieres ir a mi casa la próxima semana? —preguntó mirándome.

Pero al parecer habló muy fuerte, y Chloe interrumpió.

—Por supuesto que quiere.

—¿Qué? Yo...

GingerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora