Capitulo 7

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Don Alfonso se levantó muy temprano ese día antes que sonarán las campanas del alba, vio que la pequeña comitiva indígena recogía sus cosas para marcharse de la ciudad. Y mandando a llamar a soldados de el cuartel de la Audiencia, hizo que los detuvieran.

Don Alfonso con furia, empezó  decirles:

Muy Bien Indios de mierda, por vuestra culpa el día de ayer discutió mi familia, y una hija mía por casi se muere, ¿Acaso habéis echo alguna hechicería contra mi familia? ¿Es así como me pagan tras que viven en mi hacienda en Ibarra?, no preguntare quien fue el que sedujo a mi hija, pero el escarmiento que les dare será ejemplar para que ninguno de ustedes maldecidos infelices se sienta con aires de hidalgo y quiera sentirse con el derecho de enamorar a una mujer blanca, más si esa mujer es mi hija, e bien sabido que vuestra raza puerca le encanta arrojar maldiciones y brujerias.

Bárbara desde su habitación escuchaba la reprimenda de su padre, y adolorida  de su espalda se acerco hasta el balcon del claustro que daba al patio interior.

Alfonso mando a que los ataran boca abajo al suelo con la espalda descubierta, los soldados se repartieron latigos, inmovilizados los Indios, los soldados empezaron a flagelarlos cruelmente, Bárbara al ver esto sentía que el corazón se le escapaba por la boca, pero siguió mirando y se percató que el Indio Luis no estaba, cuando vio que de un extremo del patio por una puerta salia Luis.

- ¡¡Don Alfonso!! gritó Luis con voz fuerte y clara, ¡e sido yo! quien sedujo a la señorita Bárbara es mi culpa!, no siga golpeando a mi familia y amigos, me entrego yo a sus castigos, a cambió de que deje marchar a los míos.

La tía Mariana que al escuchar el escandalo salió y dijo:

Alfonso el joven a aceptado su culpa, se justo y libera a su familia, no descargues tu ira sobre esa pobre gente, que sin ellos tus terrenos fueran mas esteriles que una mula, por ellos las tierras son bien trabajadas.

Don Alfonso respondio:
Te pido Mariana que te calles, no me fastidies, tu no me mandas, esta es mi casa y son mis empleados.

Mariana le contesta:
Te recuerdo Alfonso, que tú me debes una buena suma de dinero que te preste hace meses, si no ni tuvieras Indios para maltratar, seguramente esto es obra de tu hermana, la beata Puta esa que junto a su hijo el parásito vividor tienen a esta familia patas arriba, ve y liberalos ahora, o te demandare.

Impotente Don Alfonso  dijo: ¡liberenlos! ¡¡Pero tu Indio Luis te quedas a servirme en los trabajos mas forzados de está casa te hare trabajar como un maldito burro, que desearas morir para poder descansar!!

Entre lagrimas los Indiecillos se se ponian sus ponchos y amarraban sus alpargatas  para el largo camino hasta Ibarra llegarían al siguiente día, uno por uno se despedia llorando de Luís, temian que Don Alfonso le hiciera algo.

Bárbara estaba tan impactada y asustada de lo que había presenciado, pero al mismo tiempo sentia una alegría culposa de que Luis se quedaria una temporada en su casa, asi como en silencio se asomo asi retorno a su habitación sin que nadie se diera cuenta.

Eran ya las seis de la mañana y las campanas de las Iglesias de Quito llamaban a Misa, Bárbara con ayuda de su tía Mariana se vendo bien la heridas y la llevaron a escuchar Misa, al salir de Casa vio como Luis llevaba una viga de madera pesada, ella sólo lo vio y le sonrió, el solo agachó la mirada sin responder al gesto de la joven.

Estando en la Iglesia no presto atención para nada a la Misa, y se dedicó a sentirse culpable de todo  lo ocurrido, si tal vez no hubiera contado nada a Filomena, nada de esto hubiera ocurrido se decía así misma, le dolio el gesto de que Luis no respondiera a su sonrisa, y eso la mantuvo inquieta y pensativa, al salir de Misa le contó todo a su tía Mariana, ella supo darle una verdadera respuesta a sus sentires: le dijo querida Bárbara esa sensacion que no te a tenido quieta "es Amor", Bárbara quedo impactada.
Prosiguio Mariana, es amor lo que sientes por Luís, lo que pasa es que Filomena te a metido tonterías estupidas en tú cabecita, no te aflijas ni te turbes el amar a alguien no es pecado no es delito ni ofensa Barabarita,  cuándo desees consejos ven buscame a mi. Y deja a la Imbécil de Filomena ella solo sabe de devociones y ser chismosa.

Bárbara se sentía calmada y con las vendas quitadas, y es que a ella nadie le había hablado de al amor que puede llegar a sentir una persona por otra, sólo del amor de Dios que tantas veces le hablaban en casa, sintio en su tía Mariana un refugio y una amiga y se sintió tan arrepentida de haber siempre recurrido a la odiosa filomena, ya mas calmada, con alegria regreso a casa, y decidió seguir con el amor que le sentía al Indiecito Luis Ushucama.

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