Capítulo 7.

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Era un acumulo de nervios y estrés, entre lo de Natasha sumado con la pronta llegada de Ignati a Chicago, me preocupaba sobre todo ahora al estar en plena guerra con 'Ndrangheta. Nosotros no íbamos a entregar a nuestra prima, pero como siempre ella hace lo que quiere y había vuelto a Italia para enfrentar su destino, no saber nada nos tenía con los nervios de punta, se que no le harán nada hasta que nazca el bebé, pero cuando le consigan una nodriza al pequeño la vida de Nat contará las horas, por eso me había puesto a trabajar en un plan para salvarla, ella es nuestra, la princesa de la Bratvá y nadie va a matarla sin que nosotros hagamos nada. No podemos soltarle la mano justo ahora que nos necesita a todos. Gerónimo Ferrara no tenía idea de lo que somos capaces, el único que terminaría muerto en esta guerra será él no mi prima.

— Señor — Iván entra a mi oficina.

— Dime — digo suspirando mientras le doy un sorbo a mi vaso de vodka.

— El señorito Ignati acaba de subir al Jet, su hora de llegada está prevista para las diez de la mañana — me informa.

Mi hijo había heredado mi carácter, cuando algo tiene en su cabeza no hay nada ni nadie que pueda sacarlo de su error, era peligroso sacarlo de nuestro castillo en Rusia, pero como todo Sokolov le encanta el peligro y con doce años se plantó diciéndome que si no lo dejaba venir se iba a escapar de todas formas, así que prefiero qué esté a mi lado y no vagando por lugares que no conoce sin protección, exponiéndose a todo, por eso siempre es mejor a mí cuidado.

— Perfecto, una hora antes estaremos en la pista de aterrizaje. Amplía la seguridad y vean todos los frentes, estamos en guerra — declaro bufando.

— También tengo la información que me pidió — agrega sacando detrás suyo un iPad que lo pone sobre mi escritorio.

— Puedes retirarte, Iván. Máxima precaución para la llegada de mi hijo — ordeno haciéndole señas para que se vaya así me deja solo.

— Como ordene, señor — me contesta antes de cerrar la puerta de mi escritorio.

Sirvo otro vaso de vodka, puedo escuchar la voz de mi primo Dmitri diciendo que si seguía bebiendo de esta forma terminaría con una cirrosis hepática producto del alcohol, él siendo ruso sabe lo que es nuestro amor por esa gloriosa bebida. Dejando de lado mis pensamientos agarro el iPad para leer la información que le había pedido a mis hombres que recolecten.

¿Por qué quería saber de esa mujer?

Capaz que al solo escuchar las mínimas palabras que le dijo a Madison llamaron mi completa atención, soy abogado internacional y cualquier ley en todo el mundo siempre favorece a la madre en la crianza de sus hijos, bueno las leyes árabes son diferentes, pero estamos en América y se mantenía igual que al resto del mundo. La familia paterna no puede sacarte la crianza de un hijo sin tener motivos, lo cual no encontraba porque la vida de esta mujer era todo prolija, dos trabajos, alquileres, impuestos al día, no solo tiene a la niña sino que un niño un año mayor que ella. La sorpresa que me llevo al leer quien es el padre de sus hijos me hace afirmar que esos niños están mucho mejor con su descuidada madre que con esa familia que colabora en la trata de mujeres, los burdeles clandestinos que hay en New York son todos de su dominio.

— Danna Poissón — digo cuando atiende la llamada.

¿Sí? — cuestiona confundida.

— Soy Gauss Sokolov, no busques más un abogado. Seré el que te represente mañana cuando quieran sacarte a tus hijos — declaro mirando la orden que sería emitida mañana para quitarle la tutela completo de sus hijos. Esa familia siempre jugaba sucio, lo que no se espera es encontrarse conmigo para desafiar esa mierda que hará.

          

¿Disculpa? — inquiere sin salir de su confusión.

— Mis hombres irán a tú casa, prepara lo mínimo para pasar la noche en un hotel porque necesito tiempo para generar una contra demanda para la familia Koch — le cuento para que se quede tranquila al ver llegar a mi gente para sacarla de ahí porque a primera hora iban a estar para quitarle a los niños a la fuerza.

Usted está loco — responde.

— La hago fácil si no me haces caso, mañana te sacarán a tus hijos — repito bufando. Está mujer parece sorda porque no entiende la dimensión de los hechos, si nadie la encuentra en ese domicilio me hace más fácil hacer mis jugadas.

Usted no es mi abogado, no necesito su ayuda — me contesta alterada.

— Tuve el gesto de ayudarte, sino quieres no pienso rogarte. Sabes las consecuencias porque mañana a primera hora estarán los abogados de la familia Koch y se llevarán a tus dos hijos — sentencio cortando la llamada.

Si ella no entiende, ya no es mi problema porque tuve la voluntad de ayudarla.

***

Las necesidades fisiológicas las tenemos todos los seres humanos, sobre todo cuando hablamos del sexo. Eso de la castidad es imposible para cualquier persona, no podría vivir sin follar o dejar florecer mi morbo en cada puerta del placer.
Acá estaba en mi club, en compañía de una de las asistentes sociales de la fundación Meitzner, ella fue la que me pidió experimentar lo forma de ver el sexo y aunque no me dejaba fiar por ella, sabía muchas cosas que era un arma de doble filo.

La primera puerta la pasamos como si nada, ella miraba con fascinación como esas dos mujeres se daban placer mutuamente, después de ver qué ellas llegarán a su orgasmo notaba como mi compañía estaba algo ansiosa de más, su cuerpo la delataba sola y me animaba a decir que si solo la tocaba podía saber cuan exitada estaba en este preciso momento.

— ¿Qué es la segunda puerta, Hades? — me pregunta cuando nos paramos en la entrada.

— Es fácil, la masturbación — sus ojos detrás de su máscara me miran sorprendidos. — ¿A caso nunca te haz dado placer tu sola? — inquiero enarcando una de mis cejas.

Todos experimentamos con nuestro cuerpo, los hombres lo hacen a más temprana edad que las mujeres aunque que la curiosidad femenina muchas veces es más grande que la masculina. Masturbarse no está mal, es conocer tu propio placer, no es lo mismo que uno se toque a qué otro venga y te toque, por eso la finalidad de esta puerta es eso primero que uno busque su placer, que la mujer se toque delante mío y cuando llegue a su límite será mi momento de mostrarle otra forma de placer.

— Si lo hice — responde dubitativa.

Abrí la puerta dejando que ella ingresé primero, es una simple habitación toda blanca, la gran cama en el centro es lo que más puede llamar la atención, sobre todo esa caja que esta encima de color azul. Ahí se encuentra todo lo que tiene que usar para satisfacer sus necesidades, vibradores, consoladores, pug anal, alguna que otra verdura o fruta, el morbo es de cada uno y la búsqueda de placer está en experimentar.

— Usa lo que quieras — hablo al empujarla en la cama. Me ubico en el sillón enfrente suyo para observarla con atención. — Desnúdate, abre las piernas y empieza, mi tiempo es oro — ordeno arremangando y desprendiendo mi camisa dejando descubierto un poco de mis tatuajes.

La mujer de la cual no recuerdo su nombre me hace caso, se recuesta en la cama abriendo sus piernas para dejar a mi vista su caliente vagina que solo podía un poco de atención. Las mujeres como ellas no me gustan porque son fáciles, adoro las que les cuesta soltarse a este mundo y debes usar todos los métodos para dejarla satisfecha dejando de lado sobre todo su dignidad.
Ella arranca tocándose su cuerpo con sensualidad, sus manos se centran en sus pechos donde aprieta y tira su pezones haciendo que jadee, rodando mis ojos me levanto de mi lugar para llegar a los cajones que contienen más elementos para este momento, tomo pinza para los pezones cosa que ella observa provocando sus jadeos.

Redimirse (2° SAP) Where stories live. Discover now