Capítulo 2

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Cuando todo comenzó no pude evitar sentirme nerviosa. Los sirvientes estaban todos al tanto de que la antigua duquesa de Moonstone no estaba muerta, si no que se había aislado en un sitio lejano, pero el resto de la ciudad no, así que me sentía bastante sola frente al mundo. 

-Te estaré vigilando, no lo pongas en duda.-fueron las últimas palabras que me dijo-

Después de esto todo fue muy rápido. Abrí la casa y pude pasear por la ciudad como nunca antes lo había hecho. Siempre que observaba el palacio a lo lejos sentía claros remordimientos por algo que aún no había acontecido, pero luego negaba con la cabeza y seguía con mi camino, el rey era un violador y Dios sabe que más, debía morir.

Todos los ciudadanos comenzaron a murmurar al verme pasar, no se podían creer que era la hija de la duquesa. Se oían historias de todo tipo, cada una más atrevida que la anterior, y seguramente por estos rumores no tardó en llegar una invitación a palacio.

Todas las sirvientas ayudaron a acicalarme. Al terminar me observé en el espejo. Llevaba un vestido veis con algún que otro brillante, al igual que mi pelo, recogido en un moño con algunos rizos que sobresalían de él.

El carruaje me llevó a palacio en menos tiempo del esperado. La ciudad era grande, pero la mansión estaba cerca de palacio.

Estaba rodeado por flores y un río conectado por un puente por el que mi carruaje pasó

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Estaba rodeado por flores y un río conectado por un puente por el que mi carruaje pasó. Luego descendí con ayuda de un sirviente y anduve hasta encontrarme con una gran puerta protegida por varios guardias. Dos sirvientes de palacio abrieron la puerta y un mayordomo me condujo por todo el castillo.

Todo estaba decorado por lámparas de cristal, cuadros y floreros, cada un más precioso que el anterior. No podía evitar contemplar todo con una mirada asombrosa, hacía poco que había salido de la mansión Moonstone y ya estaba visitando palacio. Recordé las palabras de la duquesa y tragué saliva nerviosa. Las manos comenzaban a sudarme por debajo de los guantes.

El mayordomo hizo un ademán de que me quedara quieta y yo asentí. Él abrió la puerta y se aclaró la garganta.

-Altezas, la duquesa de Moonstone.

Aquello seguía sonando extraño, pero ya me acostumbraría. Cuando se retiró procedí a pasar. La sala era parecida a las anteriores por las que habíamos pasado, pero esta constaba de una gran ventanal que daba al jardín trasero, al fondo podía apreciarse una gran fuente. El techo parecía ser un poco más alto que los anteriores, la sala en sí era amplia pero aquello hacía que lo pareciera aún más. Había un par de mesas redondas que daban la impresión de ser aquella la habitación de la hora del té. En la mesa central se encontraban la reina Isabella y el que parecía ser su hijo, pero no supe cuál de los dos era. La reina tenía un pelo dorado precioso recogido en un moño parecido al mío y una sonrisa amable. El príncipe tenía el mismo cabello que la reina y un traje azul con alguna medalla, parecía que se habían arreglado para recibirme.

Me acerqué unos pasos y me incliné. El príncipe de levantó e hizo una reverencia. De cerca observé como sus ojos azules como los de su madre me observaban analizándome. La reina hizo un ademán de que no hiciera una reverencia.

-No hace falta querida, somos casi familia, no debes hacer reverencias.

-Está bien, alteza.-el príncipe volvió a sentarse e hizo un ademán de que me sentara en la silla que sobraba-

-Te presento a mi hijo Sebastián. Siento que el rey no haya podido venir, pero tenía asuntos que resolver.

-No es un problema, mi reina.

-Se llama Pandora, ¿no es así?-yo asentí-

No podía evitar notar la mirada del príncipe sobre mi todo el tiempo. Si este era el hombre al que había que seducir parecía ser muy sencillo, aunque era bastante apuesto, y aquello podía hacerme perder confianza.

-Era muy amiga de su madre, la antigua duquesa, fue una sorpresa tanto saber de su muerte como de la existencia de una hija.-por el tono en que lo decía sabía que dudaba de mí-Me extrañó que nunca me lo hubiera mencionado, con lo buenas amigas que éramos.

-Fui parte de un amor fuera del matrimonio, y aquello hizo que sintiera vergüenza de mi existencia, por lo que prefirió no mostrarme al mundo.

-Pues debo decirle que fue una terrible decisión. De primeras puedo decirle que es usted una hermosa señorita de muy buenas formas, y si hubiera sido mostrada en sociedad a sus dieciséis años y no ahora a los diecinueve tendría usted más de un pretendiente.

-Es una pena, pero es cierto, debo darme prisa en buscar algún pretendiente.

-En cuanto a eso, sin su madre será difícil que alguien le ayude con esos temas, así que me gustaría que durante esta temporada se quedara con nosotros, en palacio. Aquí llegan muchos príncipes y duques de muchos sitios y estoy segura de que en menos de una estación ya tendrá algún pretendiente.

-No querría molestarles.

-No es molestia.-intervino por primera vez en el príncipe, pero se calló cuando le observé-

-Es cierto.-continuó la reina-Su madre era una gran amiga mía, que en paz descanse, así que no le encuentro inconveniente en ayudarla a usted, como hija suya. ¿Qué me dice?

-Sería un honor para mí, si a todos los integrantes de la familia real les parece correcto.

-Por nosotros sí.-contestó el príncipe-

Como si le hubiera reclamado apareció el otro príncipe. De una puerta del cristal del ventanal apareció él. Estaba sudado y cansado, iba informalmente, con unos pantalones vaqueros y una camisa blanca abierta en el pecho, remangada por los brazos. Por su actitud pude deducir que no se esperaba encontrarnos allí. Me levanté para hacer una reverencia y él se dio cuenta de mi presencia.

Avanzó hacia nosotros y no pude encontrarle parecido con su hermano salvo por la edad. Tenía el pelo negro y revuelto. Con cada paso que daba hacia la mesa notaba como sus ojos no se apartaban de mi, la intrusa en aquella casa.

Él no hizo una reverencia de primeras, si no que le dio un beso en la coronilla a la reina y luego volvió a observarme, para hacer una débil reverencia.

-Este es Jacob, mi hijo mayor. Jacob, esta es la duquesa de Moonstone.

-Es un placer.-dije sin apartar la mirada del recién llegado-

-El honor es mío, señorita Pandora.-que dijera mi nombre me sorprendió-Pido disculpas por entrar con estas formas, venía de cabalgar y no fui informado de su llegada.-dijo abrochándose la camisa-

-No importa.-dije mientras mi mirada se desviaba a su acción-

-Hijo, has entrado justo a tiempo, tenemos nuevas.

-¿Cuáles, madre?

-La duquesa de Moonstone se quedará aquí durante lo que queda de temporada con la intención de buscarle un marido.

-Es una gran idea.-dijo observándome de reojo-Deberíamos dar un baile en su honor.

-Esa si que es una gran idea.-dijo la reina-¿Nunca ha asistido usted a un baile, no es así?-me observó-

-Está en lo cierto.

-Pues que mejor momento para darlo.-dijo el hermano menor-

-Puede ir a recoger sus cosas a su casa y ya trasladarse esta noche, ¿le parece bien?-dijo Isabella-

-Es perfecto.-me levanté y ellos también lo hicieron-Muchas gracias por su hospitalidad.

Nos despedimos y el mayordomo me acompañó a la salida. Me subí al carruaje y cuando me alejé de allí suspiré. Todos se habían comportado muy amablemente, coexistir con ellos no iba a ser duro, pero pensar en lo que tendría que hacer próximamente si que lo sería.

El viaje de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora