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La melodía de la música resonaba en toda la sala de practica, el sonido que se presentaba era acompañado con los movimientos de los dos jóvenes que se encontraban centrados en el reflejo de aquel inmenso espejo.
Sus respiraciones eran apresuradas, sus cabellos eran un desastre y estaban seguros de que en cualquier momento se desplomarían del cansancio.
Luego de unas interminables horas decidieron detenerse.
Chanhee había tomado una de las botellas, mientras tomaba el agua extendió una pequeña toalla a su acompañante para que secara su sudor. Habían perdido la noción de cuantas horas habían bailado.
⸺Siento que por hoy es suficiente, estoy agotado.⸺ Exhaló Juyeon, tomando la botella de agua que le era extendida.
⸺Igual yo... será mejor descansar antes de irnos.
Ambos disfrutaban pasar horas y horas bailando juntos, aprendiendo nuevos movimientos y enseñándose mutuamente a corregir sus errores y de vez en cuando reírse de alguna que otra tontería mientras charlaban de como habían sido sus días.
Sin dudas, aquellas horas habían logrado que su relación fuese más fuerte y que Chanhee se sintiera más cómodo y seguro en la presencia de Juyeon. Ya que habían comenzado a salir, él solía estar un poco incómodo al principio mientras intentaba entender sus sentimientos hacia su compañero, pero Juyeon lo ayudaba soltando algunas palabras sin gracia mientras hacía sus muy indirectos intentos, un poco torpes, de coquetearle.
Aun así, había algo que molestaba a Chanhee y que no creyó que era necesario mencionar, más bien, hasta ese momento.
Sus ojos siguieron las manos del mayor y recorrieron al mismo tiempo la botella, terminando por detenerse en la boca del pelinegro. Aquellos segundos en los que observó sus labios tocando el mismo lugar en donde estuvieron los suyos parecieron eternos.
