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-¡Ro, baja ya o no podré llevarte a la escuela!- un hombre con uniforme gritaba para que su hija se apurara ya que tenía que ir a la oficina con urgencia. Se estaba planteando comprarle un carro, pero eso significaría que no es más su bebé y eso le causaba una punzada en el pecho.
-Ya, aquí estoy- una pelirroja bajaba corriendo por las escaleras mientras iba poniéndose un abrigo y cerrando su mochila con un poco de dificultad. Su padre la vio con gracias pero un poco preocupado. Las ojeras de su hijas junto a su nariz roja le decían que se sentía peor de lo que le había dicho.
-¿Estás segura de que quieres ir a la escuela? Puedes quedarte en casa, un día que faltes no le hará daño a nadie- su padre tomó su cara entre sus manos viendo a su pequeña niña mientras ella se sonaba la nariz.
-Es solo alergia, nada que una pastilla no mejore. Así que vamos- su hija lo empujó fuera de casa mientras ella cerraba, él arrancó la patrulla para que el motor se fuera calentando.
-Hoy llegaré tarde a a casa, así que enciérrate bien y cena, que no se te olvide - Robin asintió, su padre bien sabía lo olvidadiza que podía ser.
-Bien, te dejaré la cena en el micro- se acercó a darle un beso en la mejilla como despedida- Nos vemos al rato, cuídate mucho- su padre le sonrió y le deseó un lindo día.
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-¡Ro!- Angela corría para alcanzar a su pelirroja amiga abrazándola-Pensé que hoy no ibas a venir, ayer te escuché muy mal- Robin terminó de sonarse la nariz- y de hecho te vez mal- su amiga se caracterizaba por tener una piel sin ningún tipo de imperfección, sus hermosos ojos y el gran sentido de la moda, eso sin quitar su carisma, pero ahora su nariz roja y sus ojeras la hacían ver demacrada.
-Pues al parecer me veo como me siento- su voz salió un poco gangosa y rasposa. Angela le sonrió con un poco de pena-No te preocupes, después de trigonometría iré con la enfermera- su amiga asintió un poco más contenta.
-¿Qué te pasó Ro?- un chico de ojos azules y con rasgos aniñados se acercó a la pelirroja con gesto preocupado.
-Una simple alergia Mike, no hay porqué preocuparse- la sonrisa que le regaló lo relajó un poco. Para nadie era extraño que Mike se preocupara tanto por Robin, todos en la escuela sabían el gran cariño que le tenía, aunque al parecer la única que no notaba que ese cariño no era simple amistad, era Robin.
Las clases pasaron y Robin se iba sintiendo peor.
-Te veo en artes, voy con la enfermera rápido- Angela asintió y le prometió guardarle un lugar.
Ro golpeo levemente la puerta, hasta que escuchó un pase y se adentró a la enfermería.
-Hola Jade-la pelirroja se llevaba muy bien con la enfermera ya que con las múltiples visitas que le hacía no era para menos.
-Robin- la mujer de mediana edad se acercó rápidamente a ella- cariño, deberías de haberme buscado- Jade se apuró a buscar las pastillas para que se sintiera mejor- eres a la única persona que conozco que las estaciones le afectan tanto-
-Sabes que soy única- Robin trató de hacerse la diva pero un gran estornudo lo arruinó.
Jade se rio y le pasó las pastillas suficientes hasta el siguiente cambio de estación.
-Recuerda que si se te terminan puedes ir a mi casa por más- Robin asintió agradecida y se despidió no sin antes pedirle un justificante para entrar a su siguiente clase.