Capítulo 32: Cada barrera se ha derrumbado, la Oscuridad me tiene atrapada

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-¡Nadia, tienes visitas! -me grita Vianca desde afuera aunque puedo ser capaz de escucharla con claridad sin elevar tanto la voz

Estaba en la pequeña oficina que había en la heladería. No es tan pequeña, pero definitivamente hay desorden entre papeles, cajas y utensilios del trabajo. He tratado de organizar todo a tiempo, sin embargo, en cada ocasión hay un contratiempo y un nuevo reguero que recoger. Estaba verificando justamente los contratos que Maximiliano había hecho con los creadores de nuestros productos. Se trataba de una familia humilde que tenía una granja con muchas vacas, según me había contado Damián. Anotaba todo lo que necesitábamos para la semana entrante. Hacía falta nueva mercancía porque el helado se terminaba muy rápido con el aumento de clientes durante estos días. Yo solo solicitaba lo necesario para la compra, las firmas y lo demás se encargaba Maximiliano. Todavía no era muy experta en este negocio, pero él lo manejaba muy bien para mi sorpresa.

Dejo los papeles a un lado y me dirijo a la salida. Aunque debía tenerlo todo listo a tiempo, estar encerrada aquí por horas se vuelve agotador, mentalmente. Cuando Vianca había dicho visita, ya sabía de quién se trataba de antemano. Podía sentir su aura familiar desde la oficina, tan vibrante y energética. Salgo hacia el área de mantecados, viendo que en el salón hay un pequeño grupo de clientes y, por otro lado, a Bash hablando con mi pobre compañera. Me da una mirada de auxilio y quise reír por ello.

-Sebastián. -empiezo hablar, divertida. Me recargo sobre el cristal de la vitrina, de frente al lugar de donde él estaba parado en el otro lado. -¿Por qué nos honras con tu visita? ¿Vienes a comprar mis helados?

-Hermosura, no me ofenderé con tu falta de respeto. -dice de lo más tranquilo, mirando sus uñas -He venido por ti.

-¿Dónde está Maximiliano?

-Ha surgido un problema que ha tenido que acudir. Mientras, te llevaré al lugar donde se encontrarán.

-¿Ahora?

-Max me ha dicho que tienen algo importante y que tu presencia es primordial en el problema. -frunzo el ceño, pero no digo nada más

-Vianca, tendré que dejarte sola. -me disculpo. Hace un gesto con su mano, restándole la importancia al asunto

-No te preocupes. Cierro la tienda y verifico que todo esté bien antes de irme. -sonrío sin mostrar mis dientes, complacida con su trabajo

-Puedes quedarte las llaves. Mérida tiene una copia y ella abrirá el día de mañana. -asiente en afirmativa

Salgo del mostrador. Me cruzo con Bash y este avanza conmigo hasta la salida. Su auto estaba al frente. Quita la alarma y ambos ingresamos. Él arranca el motor después de eso. El camino estuvo silencioso, y eso me pareció extraño. Imaginé que el problema que había mencionado debía ser grave para que me pudiera explicar su comportamiento. Por otra parte, me pregunté la razón por la que Maximiliano me quisiera allí, esto no es usual en él. Normalmente no me habla mucho de lo hace por su reino o qué conflictos puede haber. Sin embargo, esta vez me estaba involucrando, por lo que me preparé mentalmente para lo que pudiera ser.

El auto se detiene frente a un pequeño mercado. Habían varias personas formando un arco alrededor de la entrada del local, intentando ver lo que había allá adentro. Aún cuando Sebastián se había estacionado frente a la entrada, no podía alcanzar a ver qué ocurría debido a la multitud. Los soldados evitaban que estos se acercaran y se mantenían acumulados ahí. No intenté ver lo que había alarmado a todos, pues esto lo había podido saber desde hace pocas millas atrás sin que nadie pudiera decirme. Fue como si pasara por mis fosas nasales, el olor a pan recién horneado, deleitándome con su rico aroma. El placer de lo acontecido se volvió atrayente, como un imán, e intenté contenerme en mi lugar. El estar muy consiente de esto, y el estar a tan poca distancia de ello, me había dejado un poco confundida sobre mi obligación a este asunto, que cuando Maximiliano abrió la puerta del copiloto, no me había dado cuenta que se había acercado hasta el vehículo.

Beso Con Sabor A MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora