☦︎𝐶𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑐𝑖𝑛𝑐𝑜☦︎

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Había pasado una semana y media exactamente, la rutina de los Comisarios, el superintendente y el Subinspector habían sido las mismas, solo se agregaba el ir a trabajar algunas horas, solo para hacer acto de presencia en la comisaría. En ese semana no había pasado nada interesante, más que una cosa.

Volkov había visto por accidente a Horacio cambiarse en los vestidores de la comisaría.

Era algo que ya habían hablado, el ruso dijo que todo había sido un accidente y le pidió disculpas al menor. Quedaron bien y sin ningún tipo de problema entre los dos; pero el ruso se lo había contado a Greco y él barbas no paraba de hacerle bromas con eso.

Se encontraban de nuevo vigilando a las personas que les tocaban a cada uno.

Conway no tenía nada nuevo de Nadando más que las reuniones que tenían a veces todos juntos.
Volkov tampoco tenía nada de Kalahari.
Y ni mencionar a los restantes, ellos tampoco tenían nada respecto a las personas que seguían.

Los hombres de Freddy habían logrado conseguir una ubicación en donde antes operaban, y la vigilaban siempre. Nadando había pasado por ahí un par de veces pero no se había adentrado nunca. 

Greco se encontraba en su auto, frente a la casa de Emilio, estaba tranquilo, tenía su pasamontañas negro y no veía nada sospechoso.

Pasaron las horas y el barbas se sentía incómodo así que se subió un poco su pasamontañas para poder respirar bien y se distrajo solo unos minutos con su móvil. Se colocó la radio entre las piernas al sentir una presencia extraña y presionó el botón del habla. 

Al subir la mirada, tenía a Emilio a un lado suyo, apuntándole con el arma.

-Joder, tenías toda la noche, me distraje un momento chaval-

-Si, ya veo, que mala suerte tienes Greco. Anda, hazte un favor y tira las armas por la ventanilla-

-¿Que te hace pensar que lo haré?-

-Lo harás o doy la orden en estos momentos de que le disparen a tu amiguito- 

Greco no quería tirar las armas, no por la idea de quedarse sin ellas, si no porque con una mano tenía apretado el botón de la radio con el cual hablaba.

-¿Cómo se que en verdad es mi amigo y no estás jugando conmigo?-

-Tiene un pasamontañas blanco, el mismo que se puso el segundo día que nos comenzaron a seguirnos-

El comisario se puso serio y dejo de jugar con fuego, Emilio seguía apuntándole y en realidad tenía miedo de que le hiciera algo a su mejor amigo. Así que soltó el botón de la radio, tomó las armas del asiento de copiloto y las aventó por las ventanilla a los pies de Emilio.

-También me vas a apagar el radio y lo vas a tirar-

El barbas se lo pensó un poco.

-Que tires el puto radio te he dicho-

Greco saco el radio de en medio de sus piernas, lo apagó y lo tiró igualmente por la ventanilla.

-Así me gusta-

Emilio rodeó el auto de Greco y se montó con el de copiloto.

-Vas a manejar por donde yo te diga, como yo te diga, pararás cuando yo te diga, como yo quiera, ¿entiendes?-

-Si-

Greco se limitaba a obedecer al mexicano, era obvio que no quería que a su equipo le pasará algo, mucho menos a su mejor amigo.

El ya mencionado comenzó a manejar en la dirección que Emilio le había dicho.

Por otro lado, los demás habían estado escuchando todo, regresando así a la casa para planear como rescatarían al comisario.

Volkov estaba enojado y preocupado por su mejor amigo; y los demás estaban preocupados por lo que pudiera hacer Volkov.

Así que en cuanto llegaron a la casa en dónde se reunían, Horacio se mantuvo todo el tiempo con Volkov, evitando que se fuera a buscar a Greco por su propia cuenta.

ᴠᴏʟᴋᴀᴄɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora