Capítulo 32: Los dioses te enviarán a donde tienes que ir

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PRESENTE.

—Encontré una hoja —anunció el más joven—. Mi personaje es... el descendiente de un sacerdote. Mi objetivo es... oh, dice que no puedo comentarlo.

El joven sacó un trozo de pergamino, en el cual tenía el diseño de un mapa sencillo. En el juego de escape, cada persona era un personaje para interpretar y poseían sus propios accesorios. Por ahora, fue lo único que Zhou Luoyang recordó de la introducción; después analizó la pequeña bolsa que el empleado le entregó al ingresar.

Du Jing calculó el peso de su par de sacos sobre el hombro. Ninguno de los dos había escuchado la explicación que les dieron antes de entrar a la habitación.

—Soy el capitán de un escuadrón mercenario —habló el hombre alto y fornido—. Tengo una navaja suiza en mi bolso.

Zhou Luoyang observó cómo giraba el cuchillo en su mano con facilidad. De vez en cuando, ese hombre se le quedaba viendo, incluso antes que ingresaran al juego.

—Soy un profesor que investiga teología. Tengo una linterna. —Ofreció el joven delgado de ropa de buena calidad.

El estudiante restante estaba desempeñando el papel de un botánico emigrante chino que vivía en Vietnam. Su bolsa contenía una regadera. —Vine aquí para estudiar la vegetación. También...

El capitán mercenario hizo un gesto con la mano, recordándole que no debía revelar su verdadero objetivo.

Ahora fue el turno de Zhou Luoyang. —Mi personaje es... eh, ¿un turista? Ese es un papel interesante. ¿No me dieron ni un accesorio?

Rebuscó en su bolso por un rato, luego lo volteó boca abajo propinándole un par de golpecitos por si salía algo. Estaba vacío.

—Soy un guardaespaldas local que el turista contrató. —informó Du Jing.

Zhou Luoyang lo inspeccionó de arriba abajo. —¿Los jugadores pueden conservar sus puestos existentes?

—Por supuesto —respondió—. Escogí estos roles para nosotros.

Pero Du Jing no comentó qué guardaba su bolso.

—Pensemos en una forma para abrir la puerta. —sugirió el mercenario.

—Así que en este momento, soy un turista tonto e inútil. —murmuró Zhou Luoyang al mismo tiempo que observaba a los demás cómo intentaban abrir la puerta de hierro.

—Sí, siéntate y descansa un rato. —Du Jing coincidió educadamente.

El hombre corpulento que interpretaba el papel del capitán mercenario miró pensativo. Desde que ingresaron en la habitación, estuvo prestando mucha atención a Zhou Luoyang.

El profesor de teología se inclinó para inspeccionar la cerradura. —Creo que esta puerta no es la salida y puede ser una pista falsa.

—Podría ser posible. ¿Qué haces? —preguntó Zhou Luoyang.

—Soy profesor. Tengo una linterna rota. —Mientras hablaba, sacó el accesorio agitándolo en dirección del joven. La otra parte la tomó y efectivamente, no se encendía.

El estudiante universitario y el de secundaria temporalmente se unieron. El botánico dijo—: Intentamos levantar cada ladrillo. Ninguno de ellos es inusual.

—Aquí hay una grieta —observó el capitán mercenario—. ¿Debería usar el objeto para abrirlo?

—Esa es la puerta por la que entramos. —Le recordó amablemente el jugador más joven, quien interpretaba el papel de sacerdote.

Tiandi Baiju: Caballo Blanco del Cielo y la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora