Fue hace dos años que nos separamos. Ella estaba cansada de mis descuidos y yo, de sus constantes reclamos. Sin embargo, eso no era motivo para dejarla, pero para ella lo mío fue más que suficiente para despedirse de mí.
—Adiós. Cuídate y come bien.
Desde ese día vivo solo. La casa es demasiado grande para mí y salir solo no tiene sentido. Actualmente medio doy tiempo para todo. Ya no me siento a descansar. Ahora medio distraigo limpiando, acomodando la casa, haciendo las compras y tomando aire fresco en alguna banca disponible. De nada me sirve ahora que ella ya no está. No pude buscar a otra mujer. Olvidarla me era imposible y dejarla de querer lo era aún más. Tampoco la estuve esperando de vuelta conmigo. ¿Ella? Un año después de dejarme, se casó con algún tipo acomodado y bien parecido. No tiene quejas de él y realmente se ve feliz.
Yo sigo siendo el mismo perdedor con quien pretendía casarse. Vivimos juntos dos años, pero yo estaba tan ocupado que nunca pude organizar mi boda con ella. Eso también me molestaba. Cuando ella me dejó, me cambié de trabajo. Opté por uno que no se llevara mi vida de sol a sol y, que en parte, me diera tiempo de vivir fuera de una oficina, sin recordar cómo se siente tener tiempo todos los días para pensar en mí mismo y tener planes para el futuro.
No soy tan viejo y sigo lleno de energía. Tengo tiempo, no estoy para nada acabado. Tal vez sea optimismo, quizás resignación. No le lloré, aunque sí que la quise. La quise como a nadie pero me empeñé en perderla. Yo fui quien tuvo la culpa. Ella me quiso, no dudo que me quiso, pero su amor no era correspondido como ella deseaba, ¿cómo podía yo atreverme a detenerla? No lo hice y no me arrepiento. Ella podía ser feliz con alguien más. Ahora la veo con él: sonríe, lo mira, caminan y disfrutan. Todo lo que yo no pude hacer con ella en mi oportunidad.
¿La recuerdo? Claro que la recuerdo. No podría olvidar a alguien que estuvo a mi lado y a quien quise tanto. No intente borrarla de mí, porque por más esfuerzo que se ponga, las heridas del amor no son curadas con olvido, sino con memoria. ¿No es absurdo pensar en olvidar a alguien teniéndolo siempre presente? Por eso, nunca me propuse a olvidarla. Cuando terminamos, no intenté borrar lo pasado, tirar sus fotos, sus regalos, desechar momentos felices y crear de ella un fantasma, matándola y sacándola de mi vida. Ella se fue por sí misma, sólo me quedaron los recuerdos.
Si el amor muere ríe, llora, lamenta, vuelve a levantarte, quédate con los recuerdos y sigue tu camino. Que después de todo, cuando se trata de amor, no todo es olvido.
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Historias robadas. Cuentos de cualquiera.
RomanceLa temática quizás sea variada, quizás no. Serán relatos breves que pueden tener un parecido a la realidad, o no. No lo sé a ciencia cierta. Puedes leerlo o pasarte de largo. Eso tampoco lo sé, pero tú sí.