Una vez que llegue a casa Rouse no se podía escuchar nada, al parecer simplemente estaba solo.
Fui hasta la alberca y habían recogido todo… todo estaba tan limpio como siempre.
Comencé a caminar por la casa, pensando en una estrategia para poder quedarme con Modo, tres días pasarían volando y ya pronto se acabaría uno de esos días.
Cuando iba camino a mi habitación observé la puerta abierta de la habitación de Kodi. Camine hasta allí para poder verificar que en realidad estaba solo, que no había nadie en casa.
Al estar parado en la puerta me di cuenta que la habitación estaba en total obscuridad. Las ventanas de la habitación estaban cubiertas por una gruesa cortina. Semanas después de el accidente y que no encontraran los cuerpos, decidí clausurar esa habitación, dejándola tal y como estaba.
Tome la fría Manilla de la puerta y suavemente la jale hacia mi, la puerta ya estaba casi cerrada cundo un golpe metálico se dejó oír tras la puerta.
Mis sentidos se agudizaron, mi mandíbula se tenso y mi cuerpo comenzó a temblar…
¿Quién estaría a dentro de la habitación?, No podían ser los chicos, pues se habían retirado junto con la señora Rouse.
Nuevamente, otro sonido metálico se dejó oír, está vez aún más fuerte, sabía que algo había caído, era como una especie de tubos golpeando el suelo.
Me arme de valor y decidí abrir la puerta, tenía que saber que ocurría.
Empujé la puerta con mucha fuerza y una luz muy intensa hizo que cerrará mis ojos.
Coloqué mis manos frente a mis ojos, entre mis dedos el sol que ya se ocultaba dejaba pasar los últimos rayos del día. Fui recuperando la vista poco a poco, mis ojos se estaban acostumbrando de nuevo y me di cuenta que la cortina de la ventana estaba en el suelo.
Comencé adentrarme a la habitación para poder inspeccionar. – ¿Hay alguien aquí? – pregunté con inseguridad.
Me acerque a la ventana y al ver la base en donde estaba la cortina, me di cuenta que estaba intacta. No podía creer lo que veía, ¿Cómo rayos era posible?, no encontraba respuesta lógica para aquel suceso.
Gire para encender la luz de la habitación, y pude observar una sombra que salía de la habitación, era una sombra oscura y de baja estatura. Me sorprendí tanto que retroceso con torpeza, mis pies tropezaron con las cortinas que estaban en el suelo haciéndome caer de espalda. Una de mis manos se sujetó fuerte de las cortinas de la otra ventana, esto hizo que mi se cayeran y una de las bases cayó en mi cabeza…
Un fuerte dolor me aturdió por completo, sentía una fuerte presión sobre mi cabeza. Me deje caer al suelo llevando mis dos manos a la cabeza, cerré los ojos y de pronto ya no escuchaba nada.
Cuando abrí los ojos, estaba oscuro, solo veía las pequeñas calcomanías que estaban pegadas en una de las paredes de la habitación, y entraba un poco de luz de la casa continúa por la ventana.
Aún me dolía mucho la cabeza, posiblemente el golpe me había dejado inconsciente. Como pude me levanté y me senté en la cama.
- Vaya, gran golpe el que te has dado – un hombre hablo.
Mi cuerpo se paralizó de inmediato, sentía como se entumecía mi cuerpo, mi respiración se cortó y lo único que pude hacer fue girar mi cabeza al fondo de la habitación.
Una silueta de un hombre mayor estaba en la silla donde tantas veces yo me sentaba para leerle historias a Nathaniel.
- No tengas miedo, tu y yo ya nos conocemos – dijo aquel misterioso señor.
Tragué saliva y lo único que pude pronunciar entre balbuceos fue - ¿Que… Quien… Quien eres? –
Aquel hombre se levantó de la silla y se colocó justo al frente de la ventana, su rostro se me hizo conocido de inmediato… era el mismo señor que había visto es la montaña.
- No importa quién soy yo, lo que verdaderamente importa es lo que te vengo a ofrecer – dijo sentándose a mi lado.
Instintivamente me retire un poco al borde da la cama, sentía pánico.
- A ver, el día que te vi en la montaña, realmente me preocupe por ti, tú estabas completamente histérico, pedías respuestas, lloraba con un dolor que se podía sentir… Fue por ello que te dejé desahogarte, dejé que sacarás todo ese veneno que te consumía – me hablaba mientras su mano jugaba con el aire.
- Señor, disculpe… no quería molestarlo y mucho menos causarle preocupación, creo que-
- Déjame terminar – dijo él.
- No importa quién soy yo. Lo que verdaderamente importa es que te tengo dos alternativas para que dejes de sufrir –
- Lo siento, pero ¿Cómo podría usted ayudarme?... De hecho, creo que después de ese día he podido sentirme mucho mejor – le respondí, en ese momento no me importaba lo que aquel hombre me quería decir.
Pero algo sucedió, algo que era totalmente inexplicable…
Toda la habitación se desplomó, las paredes cayeron a un lado, como hojas de papel, dejando así ver un paisaje indescriptible, era algo único, lleno de luz y de colores que no conocía, habían toda clases de animales al alrededor. El cielo tenía dos soles, pero no era el típico sol que todos conocemos, era un sol que te permitía ser observado sin ningún tipo de molestia en los ojos, más allá se podía observar un planeta o algo parecido con unos anillos a su alrededor.
Estaba impactado por lo que veía, el dolor de mi cabeza había desaparecido, no sentía ni frío ni calor.
- Quiero preguntarte si ¿Quieres estar con tu hijo Nathaniel? Podrás estar en este lugar con el, todo el tiempo que decidas – el anciano se puso de pie y comenzó a caminar por un camino de arena.
Cuando comenzó a seguirlo me di cuenta que la arena era muy suave, se sentía verdaderamente placentero…
Luego de caminar un buen tiempo llegamos a un lugar muy alto, dónde dejaba ver un valle con lagos, ríos y mares juntos.
- Te puedo ofrecer este lugar y te puedo ofrecer a tu hijo – dijo señalando a un lado.
Gire mi vista y allí estaba. Quería correr a abrazarlo, a tenerlo en mis brazos y no soltarlo mas nunca.
Todo se me hacía bien extraño, pero realmente quería abrazar a mi hijo. Nathaniel se veía muy feliz, se veía lleno de emoción y alegría.
- ¿Para que quieres ayudarme? ¿Por qué me ofreces esto? – pregunté.
- Porque quiero que seas feliz, quiero parar tu sufrimiento… tú eres muy importante y eres una pieza clave para obtener a alguien que deseo… pero solo lo lograre obtener si tú te quedas acá, con tu hijo, para siempre –
Algo no terminaba de convencerme, algo no estaba bien..
- ¿Cuál es la otra opción que tengo? – pregunté con incredulidad.
El anciano me miró fijamente y respondió – Dejarte vivir en ese mundo de nuevo con tus nuevos amigos. Pero hay un problema si eliges está opción, cuando vuelvas a morir ya no tendrás está oportunidad –
Sabia que era una oportunidad única y que debía pensar muy bien lo que estaba sucediendo, no podía tomar una decisión a la ligera o impulsada por mis sentimientos…
Cerré los ojos por un instante y al abrirlo estaba sentado en esa cama de nuevo…
- Se te acaba el tiempo hijo, debes tomar una decisión rápida y tiene que ser ahora, tu cuerpo no resistirá mucho tiempo – dijo señalando mi cuerpo que estaba tirado en el suelo.
Veía mi cuerpo tirado en el suelo, sabía que estaba muriendo.
La voz de Kodi se hizo presente diciéndome – No quiero que te marches, quédate conmigo por favor –
Fue allí que comprendí que lo que había vivido con Nathaniel fue muy hermoso, pero que le había prometido a Kodi hacerme cargo de el.
- Recuerda que quiero ayudarte, no quiero que sufras, como sufrió aquel gran amigo mío, el ángel caído – dijo tratando de presionarme.
Pero también extrañaba el olor, la presencia y las risas de mi hijo, de mi Nathaniel.
- Se que quiero, voy a elegir – le dije muy seguro de lo que hacía.
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Ángel Caído
RomanceÁngel caído, es la secuela de Los ángeles duermen. Será una historia narrada por Jhosep Beránger, un piloto de avión que se cruzará sin quererlo con Susan Hoffman, en un grupo de ayuda dirigido por la psicoterapeuta Melany Fisher . Ambos pasan por e...