—Eres una criatura encantadora, Ceci. ¿Ya lo sabias?—
Orson parecía más que complacido ante la emoción que estaba demostrando Ceci. Una de sus toscas manos se aproximó hasta el suave rostro ajeno. Acarició una de las mejillas sonrosadas de Ceci de la forma más delicada que pudo. El tacto de aquella mano era áspero, pero muy agradable. La sonrisa que estaba mostrando Ceci era reluciente, parecía imborrable. Quiso ser modesto, realmente lo intentó. A pesar de ello, acabó por asentir. Carajo, sí que sabía que era una criatura encantadora. Aprovechando que el brazo de ese hombre seguía estando por encima de sus hombros, se aproximó a él apenas un poco, acurrucándose contra su pecho.
El viejo compañero de Al se aseguró de encontrarse cómodo antes de comenzar con su relato. Jaló un poco la silla de Ceci, para conseguir que estuviera lo más cerca posible. En realidad, no le costó nada de trabajo, era un sujeto fuerte. Por su lado, Al se sentía incómodo. Tenía las mejillas rojas, pero no era exclusivamente a causa del alcohol... ¿Tenían que ser esos dos tan evidentes con su coqueteo? Le avergonzaba. Con el nuevo trago que disfrutó ya iba prácticamente a la mitad de su bebida. Orson se aclaró un poco la voz dejando deslizarse miel fermentada por su garganta. Luego, comenzó a hablar con el tono más discreto que podría llegar a emplear...
—Hace unas cuantas semanas, salí de Dahshur. La idea era, simplemente, seguir trabajando en la mina que ya habíamos ocupado. Ya sabes, una que no está custodiada por los estúpidos Arthon. —
Un estremecimiento recorrió la columna vertebral de Al en cuanto hubo escuchado ese apellido. Vació por completo su tarro con un nuevo y profundo trago. En su rostro se notaba el malestar, no podía evitarlo. Sin importar cuánto tiempo pasara, sentía un profundo dolor cuando la palabra "Arthon" sonaba, tal como si alguien le clavara una daga en el abdomen. Y vaya, aquel apellido era difícil de olvidar o tan siquiera ignorar, considerando que pertenecía a una de la familias más poderosas y prósperas de todo Dahshur. Ellos eran dueños de todas las minas cercanas, extraían toda clase de minerales, pero, sobre todo el nairi. A nadie le costó creer que el jefe de una familia tan distinguida fuera el único creador del proyecto de los Steelworms. Al cerró uno de sus puños con fuerza.
—Tú sabes de qué va mi nuevo trabajo, Al. Mi equipo y yo encontramos las minas, excavamos, conseguimos nairi y luego... —
—Luego se lo vendes a mercenarios y terroristas. —Interrumpió Al, fastidiado.
Orson tosió un poco, luego se encogió ligeramente de hombros. Aunque intentaba ser discreto, se sentía tranquilo, en esa parte de la ciudad no existían los soplones. Después de todo, todos se encontraban en el fondo, cada quién hacía lo necesario para poder vivir lo más cómodamente posible en una tierra y unas circunstancias como esas. De cualquier forma, se había ganado el respeto de todos en "Las orillas" ayudando lo más posible a la comunidad y encargándose de los posibles traidores, no lo delatarían y tampoco veía oficiales cerca.
—...se vende el producto a cualquiera que necesite de él y tenga efectivo. No importa sí son Ojos Redondos o descendientes Dahri. —
Se formó un silencio incómodo durante segundos en el ambiente. Al no estaba de acuerdo con nada de lo que estaba haciendo Orson. Salir de la muralla ya era ilegal, extraer nairi sin permiso para después venderlo de contrabando, era todavía peor. Deseó con todas sus fuerzas que Ceci entrara en razón y se apartara de Orson cuánto antes. Más no, Ceci parecía un gatito ronroneando con gran comodidad.
—Ya sé lo que piensas, enano. Crees que no soy mejor que los Ojos Redondos con todo esto y bueno, seguro que tienes razón, pero... ¿Qué otra opción nos queda? Ah, pero escucha... —
Y su puño apretó con más fuerza. Ya sabía lo que iba a escuchar, un montón de excusas. Estaba cansado de estar rodeando por un montón de justificaciones baratas, producto de un pueblo hundido en la miseria. ¿Tenían que caer tan bajo? ¿Era realmente necesario imitar a sus verdugos? No estaban recuperando aquello que perdieron, lo estaban manchando. Sintió unas ganas inmensas de darle un buen bofetón en la cara a Orson, sólo para ver sí entraba en razón. Pensaba seriamente en hacerlo, hasta que sus palabras continuaron y llamaron su atención.
—Cuando llegué a la mina que estábamos trabajando, había todo un nido de oficiales ahí. Se jodieron a tres de mis hombres, entre ellos a Larry, el mecánico. Nos perdimos entre la arena. Realmente pensé que iba a morir, fueron noches horribles. Pero, de repente, nos topamos de frente con algo peculiar. Según los Ojos Redondos, todo lo que queda de los Dahri está en estos muros, protegido o enjaulado, como prefieras decirlo. Pero no, nada de eso es cierto. Nos topamos con una maldita tribu Dahri, impoluta. Los pobres desgraciados que supuestamente exterminaron cuando se apropiaron de la ciudad, la resistencia. Bueno, algunos consiguieron escapar y siguen ahí afuera, Al. Me salvaron la vida y me contaron una historia, una que seguro te va a interesar...es algo que puede cambiar el orden por aquí. Nosotros tan sólo tenemos que darles suministros. —
—Y en resumidas cuentas, quieres que sea tú nuevo mecánico porque a Larry se lo comieron los Drak. —
Le otorgó la razón con un ligero ademán de mano, señaló su cabeza con el dedo índice y el pulgar levantado, tal como sí le dijera: exacto.
—...Esos suministros de los que hablas, incluyen armas, de eso se trata el negocio ¿verdad?—
Orson no tuvo ni siquiera necesidad de darle una respuesta, su mirada lo dijo absolutamente todo. El mesero se acercó con nuevas bebidas, las dejó frente a aquel grupo tan tenso sin dudar y luego se dio media vuelta para perderse entre el grupo de personas que bailaban y reían de forma alegre. Al negó con la cabeza en son de desaprobación.
—Jódete, Orson. No pienso participar en ninguna de tus idioteces. —Escupió Al sus palabras de forma tajante, no tenía un ápice de duda.
—Oye, eres muy grosero para ser alguien que tiene nombre de nena, Aline. —Dejó salir de sus labios una risa muy tenue. — ¿Seguro que no quieres participar? ¿Ni siquiera por tener la oportunidad de joder a los Arthon? ¿Ni siquiera por tú pueblo...? ¿Ni siquiera por tú padre...? Es lo menos que le debes. —
Al acabó por explotar. Se puso en pie rápidamente, enseguida el puño que estuvo conteniendo todo ese tiempo se impactó en medio de la mesa, derramando las bebidas y llamando la atención de todos los presentes. Sus ojos parecían llamear en furia. Acercó su rostro a Orson, cualquiera diría que estaba a punto de darle un buen golpe.
—No te permito hablar de mi padre, ¿Me escuchaste? A ti ni siquiera te importan los Dahri. Haces toda esta mierda por tú propio beneficio. Un montón de personas van a ser perjudicadas, pero eso no te interesa. Siempre supe que eras un Mitad y Mitad, pero nunca imaginé que fueras más un Ojos Redondos que un Dahri. —
Los sujetos que acompañaban a Orson se aproximaron, listos para arremeter contra Al de ser necesario, pero su jefe los regresó a su lugar apenas con un gesto de mano. Los ojos azul brillante que tenía Orson le supieron sostener la mirada a Al sin problema, no parecía molesto siquiera.
—Niño, si no piensas usarlo, lo mejor es que no conviertas tú mano en un puño. Soy considerado contigo porque somos amigos. —
Al, todavía furioso, acabó por apartarse para salir de inmediato por la puerta de entrada con pasos rápidos. Al instante, Ceci se puso en pie para intentar seguirlo. Hasta ahora, tan sólo se había limitado a escuchar con mucha atención, pero llegó el momento de intervenir. No pudo alejarse más que un par de pasos, antes de ser sujetado por la muñeca, era Orson quién lo sostenía.
—No, Ceci. Ya sabes cómo es. Lo mejor que puedes hacer es dejarlo solo. Por cierto... ¿Trabajas también en los Steelworms? ¿Eres mecánico? —
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Arena y Sangre.
General FictionDahshur no es una tierra que pueda ser habitada por los débiles, son consumidos por la arena. Al Crogger podía continuar cargando a cuestas con la desesperanza y una vieja traición, mientras que buscaba la forma de escapar a su inminente destino. Si...