Mi interés por Damián no es algo que haya sabido ocultarle ni a él, ni a las personas que me rodean. Entre ellas, Adam. Quien opina que esa especie de acercamientos podrían resultar beneficiosos para el movimiento, aunque, en realidad yo no persigo convertirme en algo similar a una espía para él.
Con todo, heme aquí: yendo rumbo a un encuentro con el chico de los ojos verdes.
Anoche, mientras Arturo pedía amnistía para nosotros yo lavaba los platos. Entonces, una llamada entró a mi móvil y respondí. Claro que no debí hacerlo, o ahora no me sentiría un doble de acción. Ni cargaría con este halo de tristeza mesclada con incertidumbre, el cual, a su vez, es impulsado por el clima gris que reina en River City. Aquí los nubarrones pintan el cielo a diario, y además de edificios monumentales, y calles saneadas, también prevalece un viento que azota desde el mar con una evidente intención de permanencia. Al contrario de Porto Villal, en donde el viento meritaba como suave caricia para refrescar los sentidos. Allí donde el sol se dejaba ver desde bien temprano, en donde las personas parecían un poco más alegres, aunque contasen con menos para ser feliz.
Yo, pese a que debería de estar así, no lo estoy. Más bien la preocupación me carcome a través de mis pensamientos, mientras me dirijo a la parada del bus. Desconozco hasta dónde estoy dispuesta a llegar con Damián, o hasta qué punto debo permitir que nuestra relación avance. Pues, sin ser nada específico, somos algo. Algo especial..., tomando en cuenta que él me llama a mí para pedir ayuda y yo no admito que ninguna excusa me frene a la hora de salir a reunirme con él.
— ¿Cuánto es? –pregunto al conductor.
Según sé, cada tarifa del transporte público es diferente en cada Península. E incluso, Estados. Recuerdo que en Porto Villal nos pedían $2.25 y en Cupwin si no lo he olvidado aún, eran $1.35.
No obstante, con las huérfanas alguna que otra vez los conductores solían hacerse los de la vista gorda cuando íbamos rumbo al colegio. No nos exigían los 25 centavos. Así que, tanto Meg como yo reuníamos esos descuentos en una alcancía y cuando necesitábamos tomar el bus para asuntos personales, ya contábamos con dinero propio.
— Ochenta centavos.
— ¿De verdad? –me alarmo. Ni siquiera tengo que batallar con el cambio– Gracias.
El hombre no me responde; se emplea en conducir sin apartar la vista de la calle. Yo me busco un asiento cerca de la ventana más próxima e intento calentarme las manos que siento heladas. Chisto por lo bajo. Es una forma de regañarme por no haber tomado los guantes. Razón por la cual ahora tan solo cuento con los agujeros de mi chaqueta de tiro largo en color caoba. Creo que lo mejor de este clima es que por fin puedo usarla. Asimismo, ocurre con mis botines de tacón cuadrado. Esos que Meg compró para mí hace un año. Aunque ella también los quería, sucedió que unos tres días antes de mi cumpleaños, Meg los encontró en rebajas y dijo que había tomado eso como una señal.
Hoy en día, a veces me cuestiono a mí misma si Meg no sentía más bien que yo merecía cosas que ella no. Inclusive dudo de esa supuesta rebaja. No quiero hacerlo porque sé que, a pesar de todo, fuimos amigas, nos cubrimos las espaldas y queríamos una la felicidad de la otra. Sin embargo, opino que fue demasiado el sacrifico. Ser enviada a ese orfanato, solo por causa de mí, o del movimiento que ella ni siquiera conocía.
Mi amiga era una heroína y lamento bastante el hecho de no haber tenido nunca una oportunidad para decírselo. Quizá por eso tal vez es que le escribo cartas. Tengo un cuaderno que nadie lee, ni han visto. Ahí, al escribir una entrada, siempre comienzo con la fase: «Querida, Meg» y finalizo con «NOMEX», aunque yo sí la extraño. Y mucho. Cada día.
— Dije: esta chica me va a dejar plantado –saluda a lo lejos Damián–. Pero aquí estás.
Detengo el paso al hallarme lo bastante cerca de él a las afueras de la Cafetería «La Pared del Fondo» y entonces, saludo también.
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Renacer de Pilares [EN EDICIÓN] [ADN II] © Completa ✓
Teen Fiction⚠️ESTA HISTORIA ESTÁ COMPLETA PERO EN EDICIÓN ⚠️ Anahí, Ainhara y Ankara, después de vivir su infancia y adolescencia en un orfanato, descubrieron que son las herederas del sistema político de las Penínsulas. El grupo rebelde Amigos De la Noche, de...