capítulo 9

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Habían pasado unos veinte minutos desde que el partido había terminado y toda la gente se había ido o bien a celebrar su victoria o bien a descansar, mientras tanto padre e hija se encaminaron al coche para ir a su casa. Las palabras de Christopher seguían reproduciéndose en su mente, castigándola más y más. Se sentía feliz por la victoria de Brandon, por supuesto, pero por la misma razón también se sentía culpable por la derrota de Christopher. Él era un buen futbolista, era joven y tenía mucho potencial, se notaba que con un buen entrenador podría llegar muy lejos.

Pasados unos cinco minutos Brooke decidió romper el incómodo silencio que había en el vehículo preguntándole a su padre:

—¿Es verdad lo que me dijo Christopher de que si perdía el partido no y volver a jugar nunca más? —quiso saber.

—Sí, claro, es lo que decía el contrato solo necesitaban ganar el partido, nada más —Le restó importancia al tema.

—¿No podías haber tenido en cuenta la desigualdad entre ambos equipos? En el de Brandon casi todos son buenos y en el de Christopher había gente muy mala —dijo Brooke un tanto indignada —. Y aparte, jugó muy bien... No deberías arrebatarle así su sueño.

—Bueno hija, no pasa nada solo fue un partido, ya déjalo.

—¿Cómo que lo deje, papá? Christopher es un buen jugador y debería estar jugando en una liga federada no echarse unas pachanguista con sus amigos,¿no puedes dejarlo en el equipo? —pidió.

— ¿Pero que equipo, en el que jugaba Christopher? —rió entre dientes.

La joven asintió, ¿en cual equipo iba a ser si no?

—Ese equipo ya no existe, todos tenían el mismo contrato si perdían ya no jugaban más —explicó.

—Pero en ese equipo había mucha gente que jugaba bien...

—A ver, claro... —bufó.

—Y en el equipo de Brandon hay algunos que dan pena, solo están ahí por enchufe —siguió hablando.

—Ya lo sé, Brooke, pero le aportan mucho dinero al club mientras que la gente que jugaba en el equipo perdedor eran de origen humilde y casi no tienen dinero para financiar, ¿que esperas que haga?

—Que esto es solo por dinero, no te importa la vida de la gente ni lo bien que juegue absolutamente nadie... Pensé que eras otra persona.— dijo dramática, cruzándose de brazos y frunciendo su ceño.

—Ay hija, siempre estás igual de dramática que tu madre... —suspiró con pesadez.

—No papá, no soy dramática es la verdad, yo creo que Christopher debería formar parte del equipo de Brandon igual que las demás porque es un jugador excelente y merece tener un futuro brillante en el mundo del fútbol.

—Bueno, me lo pensaré, ahora baja que ya estamos en casa.

—Gracias, pero promete que te lo pensarás —insistió.

— Que si... ¿Pero desde cuando te importa tanto Christopher? —alzó una ceja, mirándola con curiosidad.

—¿Por qué no iba a importarme?— dijo con una sonrisa en la cara mientras daba saltos de alegría al haber escuchado que su padre le daría otra oportunidad al amor de su vida.

Brooke subió las escaleras de su casa a toda velocidad y llamó a Christopher para comunicarle por fin las buenas noticias. Confiaba en que su padre se pensaría lo que habían hablado y tomaría una buena decisión, sino iba a pegarle con una sartén sin importarle que fuera su padre.

Él se merecía estar en un buen equipo, merecía salir en televisión y que el estadio rugiera con solo pronunciarse su nombre. Se merecía salir de allí y que los fanáticos del juego le pidieran fotos y autógrafos. Merecía llevar una equitación de marca. Merecía ser el próximo Messi, ¿por qué no?

Brooke haría todo lo que estuviera en sus manos para hacer esto posible, jugaba con un poco de ventaja al ser su padre uno de los mejores árbitros del país.

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