[Para todo siempre hay una primera vez]
Poe fue el primero en despertar, como casi siempre, se levantó cuidadosamente de la cama para ir al baño, una vez salió, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno, no sin antes dejar un beso de buenos días en la frente del azabache, quien se removió levemente demostrando que estaba despierto, o al menos mínimamente despierto.
Mientras buscaba las cosas para el desayuno escucho la regadera funcionar, eso era señal de que Ranpo estaba despierto.
Pasada no más de media hora el desayuno estaba listo y el detective llegaba a la cocina ya vestido con ropa casual, con sus azabaches cabellos aún mojados y una toalla cubriendo sus hombros.
— Poe-kun — él algo adormilado azabache hablo mientras sostenía a Karl en sus brazos — ¿por qué levantarnos tan temprano en domingo...? — pregunto mirando al escritor el cual de acercaba para secar sus cabellos mientras alzaba sus hombros.
— Te he dicho que no salgas con el cabello mojado — no respondió, así que el mayor simplemente tomo la toalla que tenía el otro en sus hombro para secar sus cabellos azabaches.
— Tengo hambre... y Karl también... — una vez seco el castaño lo dejo sentarse a desayunar.
Los tres desayunaron tranquilamente, no es como si tuvieran prisa para acabar, charlaban de cosas triviales, por momentos el castaño alimentaba a el detective entre sonrisas y risas.
. . . . . . . . . .
Ranpo esperaba en la sala a su pareja que hace unos minutos había ido a buscar a algo, poco tiempo pasó y el mayor volvió con un conjunto de hojas, las cuales dejó sobre la mesita del centro para sentarse junto a él.— Te tengo un reto — acarició los azabaches cabellos del menor para acomodar algunos detrás de su oreja, Ranpo solo se había limitado a observar y escuchar atentamente aquel reto — es un caso corto, así tienes que resolverlo en quince minutos — el azabache le sonrió de lado completamente interesado.
— Puedo hacerlo en uno — casi le reto aunque solo hizo al mayor sonreír.
— Entiendo... si lo logras haré lo que quieras, si no lo logras yo haré lo que quiera contigo — se acerco para besarlo y antes que el azabache correspondiera el beso se separo — te castigaré, no me importa si lloras — murmuró sobre sus labios, sonrió dulcemente mientras se alejaba — ¿aceptas? — le preguntó con esa sonrisa inocente aunque su mirada le mostraba algo completamente diferente.
— Acepto — respondió, completamente confiado que lo resolvería, el mayor rio entre dientes.
— Bien — el mayor se sentó en la mesa baja del centro para quedar frente al azabache, tomó su teléfono para iniciar el tiempo mientras le entregaba un conjunto de no más de quince hojas al azabache.
Ranpo se puso sus lentes para posteriormente comenzar a leer, su concentrada lectura fue frenada al sentir como el mayor comenzaba a desabotonar su camisa, llevo su mirada al castaño.
— El tiempo está corriendo, concéntrate — susurro al terminar de desabotonar la camisa del azabache, Ranpo volvió su vista al escrito, comenzó a acariciar su pecho mientras acercaba sus labios, atrapo uno de los lindos pezones del azabache comenzó a succionarlo y ocasionalmente lo mordisqueaba muy levemente, mientras el otro lo pellizcaba con un poco de fuerza haciendo jadear al contrario que luchaba consigo mismo intentando estar concentrado.
«¿Como quieres que me concentre si estás haciendo eso?!» mordió el interior de su boca para reprimir cualquier otro sonido vergonzoso, mientras sus manos agarraban con fuerza las hojas, sin llegar a arrugarlas, cambio de hoja para seguir leyendo.
ESTÁS LEYENDO
•El Cuarto Prohibido•
Fanfiction«Y tan santita que se veía el estúpido» pensaba el castaño de vendas mientras sonreía.