FengQing | Un par de tontos

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El viento soplaba con fuerza, haciendo agonizar la naturaleza, cantando en voz alta que el otoño había llegado

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El viento soplaba con fuerza, haciendo agonizar la naturaleza, cantando en voz alta que el otoño había llegado.

El pelo de Mu Qing es víctima del salvaje viento otoñal, pero no se le ve poner mala cara, extrañamente, se le ve lleno de una gran serenidad impropia de él. Feng Xin lo mira a la distancia, sin atreverse a acercarse. Una vez lo haga, perderá su santa calma y su rostro dejara de estar relajado.

Aun no puede entenderlo, a pesar de que lo aceptó hace mucho tiempo. ¿Por que Mu Qing solo esta así de suave cuando esta solo? Incluso su frente esta en calma, sus cejas son elegantes cuando no están forzadas en una mueca. Feng Xin lo adora. Solo hasta ahora puede entender las razones desquiciadas de Hua Cheng..., porque él también ha pasado ochocientos años amando ese desastre.

No lo puede soportar más y se acerca torpemente, haciendo más ruido del que quisiera, alertando a Mu Qing. Este se tensa, pero al ver la cara de Feng Xin vuelve a relajarse a medias. Permanecen distanciados unos minutos, y de nuevo es Feng Xin quien toma la iniciativa de acercarse. Le toma con las manos temblorosas el dobladillo de la túnica. Está más nervioso de lo que debería, jamás había sentido su corazón revolotear con tanto ímpetu.

Mu Qing le mira con los ojos aburridos. Aveces Feng Xin es un completo idiota. Esa mañana habían despertado juntos en una cama, las sabanas eran un desastre y ellos mismo también eran un desastre. Y no han pasado ni siquiera veinticuatro horas desde que lucharon enredados en las sabanas y él todavía se comportaba tan ridículo. ¿No hicieron ya todo lo que debe hacerse? ¿Por que ponerse tímido después, cuando claramente anoche hizo cosas desvergonzadas sin el menor remordimiento?

-Has estado afuera tanto tiempo -Feng Xin finalmente habló-, vayamos adentro.

Mu Qing no quiere entrar todavía, ir adentro significa muchas cosas, quizás deban empacar para volver a la capital celestial. Y una vez allá las cosas podrían volverse mas complicadas.

Con una sacudida de brazo Mu Qing se deshace del tímido agarre de Feng Xin y dice sin verlo de vuelta:

-Ve primero.

¿Quien pensaría que Feng Xin seria tan irracional?

Con un rostro enfadado agarró la mano de Mu Qing y lo jaló junto a él. No fue amable pero tampoco brusco. Cuando finalmente lo tuvo entre sus brazos le dio suavemente un beso en la frente y lo estrecho con fuerza. Mu Qing gruño pero en realidad sonó complacido. Ambos no querían separarse y mucho menos irse, porque irse significaría complicarse.

-Vamos juntos -insistió Feng Xin.

Mu Qing negó con la cabeza, pero en sus labios hay una sonrisa torcida que no puede disimular. El no es cursi pero enreda sus brazos en la cintura fuerte de Feng Xing. El único testigo de su unión es el viento que es sordo y ciego.

En la montaña los arboles se estremecen. Mu Qing suspira pesadamente rompiendo el cálido abrazo, luego pellizca con dos dedos la mejilla fría de Feng Xing.

𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝖽𝖾 𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾𝗌 𝖼𝗈𝗇 𝐸𝑠𝑝𝑎𝑑𝑎𝑠 -┊𝙈𝙓𝙏𝙓 𝙫𝙚𝙧𝙨𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora