(Caps 10 y 11)
POV NATALIA
Por suerte, después de la ducha me quedé mejor y la rubia bajita no me tuvo que ayudar a ponerme la ropa.
Aun así, estuve incómoda con su presencia, ya que al final, me acabé quitando la ropa interior mojada y sentía que la toalla no me tapaba del todo.
Pero si te duchas siempre con las chicas, ¿por que te da vergüenza que te vea la Reche?-pensé
Salimos las dos del vestuario con el pelo mojado lo cual nos daba bastante igual por la calor.
Fuimos al campo donde seguían entrenando las chicas para hablar con el entrenador y que vea lo bien que estaba después del susto.
-Hola, Manu. Ya tenemos aquí a Natalia consciente.-dijo Alba
-Hombre, la persona que no se hidrata. ¿Me han dicho unos cuantos pajaritos que en ningún momento te han visto con un botellín de agua en las manos, ¿eso es cierto Lacunza?
-Puede...-dije intentando ocultar mi cara en la camiseta.
-En serio Lacunza, es imprescindible hidratarse en un entreno o partido y más con esta calor y sudando cómo un pollo.-me echó la bronca Alba.
-Si ya, lo sé, pero no tenía sed.-alcé los hombros intentando justificarme
-Bueno, ahora a casita y a descansar. Para ti el entrenamiento ya ha terminado. Alba, debes seguir con el trabajo.-nos mandó el entrenador.
-Tengo que esperar a Marta, hemos venido juntas en mi coche y tengo yo las llaves de casa así que me quedo aquí viendo el entreno.
-Ni de coña Natalia. Aquí fuera no te puedes quedar. ¿O es que quieres tener otro golpe de calor? ¿No, verdad? Pues venga.
-Está bien... ¿Y dónde me espero entonces?
-Conmigo, en la sala y tomándote agua con azúcar para que te suba la tensión porque te veo flojita. Ya verás que bien te sienta.
-Si mama, lo que tú digas.-dije con tono irónico
Alba se me acercó todavía más y me proporcionó una pequeña colleja en toda la nuca.
-Anda espabila, que yo tengo que seguir trabajando.
Me reí por la situación y la seguí de lejos contemplando su bonito culo. En ese momento me daban ganas de tenerlo en mis manos y tocarlo y masajearlo... Uff
Para de pensar eso Lacunza, que es el culo de tu fisio.-me dije a mi misma.
Llegamos a la sala otra vez pero esta vez yo andando. Menos mal que no estábamos solas, ya que habían venido 2 compañeras más para que la rubia las tratara.
-Anda toma el vaso de plástico y el azúcar. Lo llenas de agua, pones el azúcar y te lo bebes.
-A sus órdenes Reche.-le hice el saludo militar y lo cogí.
-Ja ja ja que personaje.-se rió de mi y lo dijo en un susurro, pero aun así lo escuche, y se me quedó una sonrisa de tonta la cual oculté cuando llegue de llenarme el vaso de agua.
-Anda, te sientas y te lo bebes.
Acabó el entrenamiento y Marta y yo fuimos al coche para irnos.
En todo ese camino solo me preguntó cómo estaba. Normalmente, al salir de los entrenos siempre salíamos entre risas y comentando partes del entrenamiento, pero se ve que esta vez no.
Abrí el coche, dejé la mochila detrás y fui a ponerme en el asiento del conductor.
-¡Tú! ¡¿Dónde te crees que vas?!
-Al asiento del conductor porque es mi coche.
-Ni de coña Lacunza, ahora conduzco yo, ¿o no te acuerdas de lo que te ha pasado?
-¡Pero que estoy bien Marta joder! Mira paso, toma las llaves.-se las di y me senté enfadada en el asiento del copiloto. Ahora sí que no le pienso dirigir la palabra.
Llegamos a casa completamente en silencio. Tiré la mochila de manera brusca directamente en el recibidor.
-Me voy a echar una siesta, ni se te ocurra molestarme.-le dije a mi compañera de mala manera mientras caminaba a mi habitación.
-Es la hora de comer Nata...-Entré a mi habitación y di un buen portazo en la puerta de la rabia que tenía dentro.
No me gustaba pagar mis movidas con Marta, pero en ese momento no podía evitarlo.
Me quedé apoyada en la puerta de mi habitación de pie pensando en todo lo que había pasado en el día de hoy y poco a poco me fui deslizando por la puerta hasta llegar al suelo y hacerme un ovillo.
Las lágrimas por mis ojos empezaron a caer y después les siguieron los sollozos.
Estuve unos 20 minutos así hasta que dejé de llorar y los ojos se me cerraban. No sé cómo lo conseguí, pero llegué a la cama y me dormí.
Me fui despertando poco a poco a causa de unos gritos que conocía bastante bien provenientes del exterior de mi habitación.
-Ani, de verdad que tu hija está bien solo está descansando.
En efecto, esa es mi madre preocupándose por mí. Marta sabia que no me gustaba estar débil delante de ella ni de la gente a la que quiero por eso intenta que mi madre no llegue a mi habitación.
-Me da igual, es mi hija y quiero verla.-Apartó a Marta de la puerta y la abrió con brusquedad.
-¡¿Mamá, que coño haces aquí?!
-Venir a verte, ¿que voy a hacer si no me contestas al teléfono?. Ah, por cierto, he conseguido sacarle a Marta lo que ha pasado en el entreno.-miré a la pelinegra con cara de "te voy a matar".
-Estoy bien mama, de verdad, solo ha sido un golpe de calor y mi móvil está sin batería.
-¡¿Y se puede saber, si solo ha sido un golpe de calor, porque tienes los ojos rojos e hinchados? ¿¡Aparte, has estado toda la puta tarde en la cama?! ¡Que son las siete, Natalia! Tú a mí no me engañas.
-¡Porque tenía mucho puto sueño y ya está!- le dije subiendo el tono de voz más de lo que me lo había subido ella.
Salí de la habitación pasando por al lado de mi madre haciendo como si nada. No me gusta contarle las cosas malas a mi madre porque sé que va a estar triste por mí y ya bastante ha pasado y está pasando como para tener otro motivo de preocupación.
Cuando pasó toda la movida de Alicia, delante de ella, siempre intentaba actuar como si nada aunque esa vez no lo pude ocultar hasta el final, ya que, se extrañó al no verme con ella, pero por suerte, supo preguntar en el mejor momento. Esa fue la conversación más sentimental que tuve con mi madre y desde esa, ya no ha habido ninguna más.
Fui al baño para lavarme la cara que tenía y mear. Al salir, me encontré a Marta y mi madre hablando animadamente en el comedor y con una empanada de atún en la mesa. Mi madre observó cómo llegaba hasta ellas.
-Anda hija, ven siéntate y come esta maravillosa empanada de atún que te he traído del Mercadona.
-Ala, muchas gracias mami.-me puse a su altura y le di un pequeño beso en la mejilla. Sabía que necesitaba una muestra de afecto por mi parte y se la proporcioné. Después de esta, noté una sonrisa. Sabía como reaccionaba a estas muestras de cariño, ya que hubo una gran etapa de mi vida, un poco reciente, en las que no se las proporcionaba. Por suerte, eso ha cambiado.