Capitulo II

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===》Pov Normal《===

Belos se encontraba en una gran encrucijada, hace casi 500 años que no tenía contacto con...seres humanos, ¡más aún una pequeña niña de la más tierna edad!

Pensaba seriamente llamar a su actual mano derecha, el guardián dorado, pero sabía que eso sólo le daría más trabajo y lo distraeria del objetivo actual.

No podían desviarse de nuevo. No cuando el derrumbe de las minas del Lago Eclipse ya haya sido retirado.

-¿Esta máscara le pesa Señor Belos?-el brujo sintió como las curiosa manos de la pequeña tomaban uno de los cuernos de su máscara, terminó cargandola al darse cuenta que los pasillos eran demasiado para la niña.

-No particularmente, Luz-contesto abriendo una de las puertas del castillo, había varias habitaciones libres, y particularmente esa casi nunca era ocupada, debido a la proximidad que tenía con la propia alcoba del Emperador.

Un sabor amargo recorrió su garganta.

Claro que le perteneció a alguien.

-¿La magia en verdad existe?¿No es un truco verdad?Mi mami suele decirlo para engañarme y comer mis verduras-interrogo nuevamente con los ojos entrecerrados.

-No es una mentira mientras pueda demostrarlo-manifesto el enmascarado bajándola justo en la cama de aquella habitación, alzo una de sus manos en donde su bastón apareció en una ráfaga roja.

Como se lo espero la morenita solto un jadeo de absoluto asombro y emoción.

-¿¡Es usted el rey de los magos?!¿¡Me enseñaría magia?!-pregunto rápidamente.

Entusiasmo y ganas de aprender.

Dignos rasgos que el hombre tras la máscara admiraba, más si se mostraba a una temprana edad.

No estaría mal tener un discípulo propio. El Emperador tendría mucho en que pensar.

-No precisamente un rey o un mago, soy un Emperador, alguien con más influencia y poder-explico de manera simple, levantó su bastón que brillo por unos instantes antes de que el cuarto fuera iluminado por una tenue luz amarillenta-La oscuridad puede ser un adversario temible a estas horas-

-¡Wow!Usted solo hizo asi-imito el movimiento-y luego aparecieron estas lucesitas, ¿cree que yo también pueda?-

-Claro que si, tenemos una meta muy parecida pequeña Luz-

-¿Una meta?-interrogo sin entender, el Señor Belos era muy amable pero a veces usaba palabras graciosas o que no entendía del todo.

-Es como algo que quieres alcanzar-

-¿Como el tarro de galletas que esta encima de la heladera?-

-Así es, y tienes que buscarla la forma de alcanzarlo no?-la niña asintió atenta a la explicación-Las galletas son la meta, a mi me gustaría estar cerca de la heladera y tu quieres las galletas, dime Luz, ¿son metas parecidas?-

-Ahhhhh...-por fin entendió la pequeña-¿También quiere las galletas señor Belos?-bueno era una acercamiento bastante acertado para su edad, el hombre soltó una risa sincera y asintió finalmente, hace tiempo que no tenía una conversación tan dispersa.

-Se podría decir, mientras estés bajo mi cuidado prometo enseñarte todo tipo de magia, este lugar no es exactamente seguro, no te preocupes tanto, no romperé mi palabra, te llevare devuelta a tu hogar, sana y salva, solo dame tiempo pequeña Luz-manifesto poniendo su mano sobre su cabeza.

-Suena genial Señor Belos, ya quiero hacer lucesitas como estas-la pequeña se froto los ojos con cansancio, además de que sin querer se le escapó un profundo bostezo.

-Es tarde, esta habitación ahora te pertenece, puedes decirme si quieres decorarla o no, pero mientras espero que sea suficiente con la cama-la niña asintió somnolienta-Mañana estaré ocupado, mi asistente se encargará de ti en mi ausencia, pregúntale cualquier cosa-

El hombre de túnica estaba por retirarse, por su parte Luz logro alcanzar uno de sus dedos a tiempo antes de que se fuera.

-¿Necesitas algo más pequeña?-

-No, no, solo muchas gracias señor Belos, es usted una buena eh...bueno es un ser mágico amable, gracias y...¡que tenga linda noche!-deseo la niña soltando por fin al gobernante.

El enmascarado se quedó quieto por unos segundos hasta que reacciono, muchas veces le agradecieron por una infinidad de cosas, pero, por alguna razón el agradecimiento tocó una fibra de su ser, aparte de dedicarle un buen descanso, hace mucho que no escuchaba esas palabras.

Una pequeña sonrisa se le formó a través de la máscara.

-Buenas noches,  Luz-dijo finalmente, se retiro de la habitación con un sentimiento cálido, cuidar de una niña humana le resultaría menos trabajo de lo que pensó.

En la mañana siguiente, Luz abría los ojos con pereza, los rayos del sol iban directo a su carita, quizás pedirle al señor Belos unas lindas cortinas seria una buena idea de decoración.

-Niña humana-la pequeña parpadeo confusa, se quito el resto de sueño de sus ojos y se giro hacia la voz femenina que provenía de la puerta, tuvo que bajar su vista hasta toparse con quizás una demonio de piel roja.

Sus ojos adquirieron un brillo de emoción, ¡otro ser mágico!, pensó con una sonrisa emocionada.

-Buenos días, soy Luz Noceda!¿Eres un demonio?¿Porque eres tan bajita?¿También haces magia?Me gusta mucho tu pelo, se ve como dos puños-la recién llegada sintió un pequeño tic en la ceja izquierda.

Nunca había conocido a un infante tan parlanchin en las mañanas, tampoco uno tan entusiasta.

Trabajar con niños no era lo suyo, eso era para el torpe de máscara dorada, no tenia la paciencia para ser niñera o maestra.

Pero fue un encargado de su Emperador, una figura que ella estimaba y seguía de manera casi ciega, nunca osaria desobedecer sus órdenes.

Aunque ahora mismo las estaba cuestionando severamente, le había informado que se trataba de una cria de humano, pensó que era un chiste no muy propio de su alteza.

Pero ver a la pequeña de orejas redondas, ya podía oír la odiosa voz del joven de máscara dorada, su extraña manera de ser colmaba su paciencia.

En su más sincera opinión no merecía ese puesto, ni siquiera el mocoso rubio que está criando.

-Escucha humana Luz-hablo de manera severa-Las preguntas serán más tarde, aún no estoy segura de porqué el Emperador te daría cobijo, pero apartir de hoy solo seguirías mis órdenes y de las de su majestad, te enseñare a cambio de tu absoluta obediencia y disciplina, ¿quedo claro?-

La verdad es que Luz se perdió muchas partes debido a su poco entendimiento de las palabras, solo que ahora esa simpática y quizás mandona señorita de piel rojiza estaría cuidándola en la ausencia del señor Belos.

No sonaba tan mal, así que asintió varias veces.

-Bien. Ahora fuera de la cama, tenemos cosas que hacer-la morenita se emociono al ver como un círculo brillante de color rosado emano de los dedos de la demonio, al completar el círculo su cuerpo sorpresivamente floto hasta salir de la cama y ser tirada al piso segundos después.

El daño fue leve, aunque Luz seguía impresionada por aquella muestra de magia, y sin pensarlo dos veces imito el movimiento de la pequeña demonio.

No sucedió nada pero la emoción recorrió todas las fibras de su ser, extrañaba mucho a su mami, quizás si aprendía a hacer círculos se convertiría en alguien tan fuerte como el Emperador o su protagonista favorita, ¡Azura!.

Si lo lograba regresaría a su casa y le enseñaría a los niños tontos que la magia existía.

Con eso en mente, y tras un ligero tropezón al colocarse sus zapatos, siguió a la demonio fuera de la habitación.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2022 ⏰

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Cariño de un EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora