ULÍSES
La verdad, esa chica no me desagradaba en lo absoluto. Me habían hablado de ella denominándola cómo una chica rara, insociable y en ocasiones hasta atemorizante. Pero ahora que la veia en mis brazos, sin fuerzas para sostenerse en pie, me parecía una niña completamente inofensiva.
Era cierto que antes, cuando le había puesto el estúpido mote, ella me había hechado una mirada de mero estremecimiento, pero ese miedo desapareció en cuanto la vi empalidecer y perder el equilibrio.
Era una chica preciosa, con su largo cabello carbón y sus ojos azul celeste.
Me miró em ese momento y se ruborizó. No pude evitar sonreír ante su gesto. Dirigió entonces la vista a mis ojos y yo los mantuve fijos en los suyos hasta que volvió a desviar su visión. Sin embargo yo seguí mirandola sin inmutarme. Estudié su rostro, sus labios tan finos daban ganas de acariciarlos.
Me había sentido atraído por ella desde el primer momento que la vi en este instituto, hacía tan sólo dos días. Al principio por curiosidad, ahora por algo más.
Era distinta al resto de las chicas. Era más bruta, imponía respeto cuando era necesario, pero al mismo tiempo era una chica ausente, poco sociable y, lo único que no me gustaba de ella y esperaba poder cambiar, era su seriedad.
Vi como cerraba los ojos y aproveché para contemplarla mejor. Era muy menuda y así relajada parecía frágil como una rosa. Era increíble fuerte e inflexible que precia hace un rato y ahora estuviera como estaba; vulnerable.
Seguro que en estos momentos los malvados compañeros de clase estarían hablando mal de ella. Cosas como "se lo merece" y "eso le pasa por ser como es" era las que había escuchado salir de sus bocazas en los pocos minutos que ella había estado inconsciente en mis brazos. Había querido levantarme y pegarles por las barbaridades que habían dicho, pero no había podido separarme de ella por temor a que le sucediese algo peor.
Era irónico. Llevaba tan sólo tres días, contando este, en el instituto y ya me había sentía embelesado, atraído. Y para colmo por la chica más extravagante y extraña de todo el centro.
Que idiotez, tenía a casi todas las chicas guapas del centro estudiantil detrás mía arrastrándose por la curiosidad y el atractivo que supuestamente les ofrecía, y sin embargo yo solo pensaba en la morena que ahora sostenía en brazos.
Pero a la que yo quería atraer era a ella, a Attia. La contemplé nuevamente con una gran sonrisa.
Estaba seria y parecía pensativa. Probablemente estaría pensando en qué haría cuando saliera de la enfermería. Pero no hacía falta tener muchas luces para saber que la mandarían a casa después de recetarle algún jarabe o antibiótico para lo que fuera que tenía.
Volví a observarla, era tan guapa y parecía tan frágil... Era preciosa.
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Hija de la muerte. (En Pausa)
FantasySer la hija de la mismísima muerte no es nada fácil y eso es algo que Attia sabe muy bien. Ella debe aprender el trabajo de su padre que heredará en un futuro y también controlar sus poderes al mismo tiempo que tiene que lidiar con los problemas de...