CHARLOTTE Y LA ALDEA DE LOS MONSTRUOS:

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Había una vez, una aldea de grandes dimensiones donde se resguardaba un conjunto de familias donde se agrupaban por cargos, es decir, dentro de esa aldea aunque fueran todos de familias distintas, formaban una. Todos se ayudaban en las tareas, la mayoría era trabajar en el campo, algunos eran herreros que fabricaban las armas de hierro y cobre para protegerse, otros se ocupaban del ganado, la enseñanza infantil se basaba en los consejos de supervivencia, jurando lealtad, valentía y verdad a la familia. Se necesitaban esos requisitos para llevar a cabo el funcionamiento de la aldea y sobre todo, para protegerse de los monstruos que la saqueaba, donde acababan con la vida de más de uno de los valientes vigilantes que protegían las fronteras.

La protagonista de esta historia la llamaban Charlotte, era una de las más jovenes de su familia, con 8 años de edad en la aldea, era la edad suficiente como para empezar a encargarse de algunas tareas. Una niña de melena negra que le llegaba al ras de la cara, con fracciones perfectas, unos ojos de color verde profundo y una inteligencia inmensurable comparada con el resto de sus hermanos y hermanas. Charlotte tenía un miedo peculiar, ya que antes de que naciera, las generaciones pasadas habían sufrido en la aldea ataques de otros monstruos y ella no se veía capaz de combatirlos, ni mucho menos, mostrar esa valentía que le había jurado a su familia. Su padre, al que más apreciaba, le daba consejos de cómo podía sobrevivir y que tenía que hacer para poder combatir ese miedo que le atormentaba desde que tenía uso de razón. Por las tardes se iban a la cima de la montaña más alta de la zona, y practicaban técnicas de combate que habían sido las causantes de muchas de las derrotas de estos monstruos tan temidos. Pero, lo más difícil de todo esto, es que nadie sabía exactamente que arma usar para cada tipo de monstruo, porque no todos eran iguales, todos atacaban de una manera diferente, alimentándose del miedo de los aldeanos y además sabían el punto débil de las persona. Tres años después, un día soleado, dentro de la aldea con el típico aroma a pan recién hecho y a campo, Charlotte se dió cuenta que en los portones de la aldea, habían dos muchachos albinos con larga cabellera, piel blanca cómo la porcelana y unos ojos claros muy penetrantes. Aparentaban mucho más mayores que ella, puesto que provenían de otra aldea de las afueras de las profundas y frías montañas de la zona. La aldea había sido arrasada por los conocidos 'los babosos'. Los muchachos contaron que estos monstruos se llevaron a sus padres y que el resto de gente de la aldea, corrió desesperadamente hacia la oscuridad del bosques para salvarse, ya que estos monstruos no eran capaces de atacar en la oscuridad, además eran medio ciegos. Desde entonces no supieron más de las familias que residían en la aldea ni mucho menos si seguían con vida. El padre de Charlotte, al oír la terrible historia de los muchachos, decidió aceptarlos en la aldea como uno más. Los muchachos los primeros días se incorporaron bastante bien con el resto de gente y sobre todo conocieron a Charlotte. Formaron un vínculo muy fuerte en poco tiempo y se pasaban la gran mayoría de atardeceres hablando de cómo serian sus vidas si no hubieran monstruos por la zona. Zayan, uno de los dos muchachos, se enamoró perdidamente de Charlotte, pero no por su hermoso rostro pálido, sino por la enorme capacidad que tenía de entender el mundo. Mientras tanto, pasaron los años y los tres crecieron juntos, hasta cumplir los 16 años de edad. A esta edad se preparaba a los jóvenes de 16-18 años para poder reforzar el armamento que protegía la aldea. Era un proceso duro de enseñanza. Ellos podían construir sus propios arcos y flechas con madera de roble y de pino. Después de toda esta temporada de enseñanza, el temor de Charlotte seguía vigente, y no fue capaz de soportar las pruebas a las que era sometida. Se sentía débil y inexistente junto a los demás.

Durante una noche de luna ámbar, significaba un día importante para los aldeanos, porque se hacía una cena a lo grande en nombre a los caídos, y también por el cumplimiento de las pruebas de los nuevos y jóvenes guerreros. En la mesa había carne de cerdo asada con hierbas, pan de semillas de pipa hecho a mano, vinos de los sabores más dulces, y frutas muy exóticas.

Durante la cena iba todo bien, hasta que uno de los aldeanos se dio cuenta que notaba una presión muy fuerte en el pecho. Sentía como una especie de ahogamiento y no podía respirar con regularidad. Automáticamente todos procedieron a llevarle a una de las chozas para poder curarle. Charlotte se dio cuenta como se movía uno de los vasos de la gran mesa muy despacio, como si algo invisible estuviera intentado tirar aquel vaso de vino dulce del cual había bebido aquel hombre. Charlotte inmediatamente corrió hacia su padre y le contó lo que había visto. Su padre pudo presenciar la caída del vaso, y el vino rojo cayó sobre aquél travieso monstruo invisible que había intentado envenenarlo con una uva tóxica. Estos monstruos eran llamados los 'dedos-largos'. Zayan, intentó coger su arco, para poder darle en la mano, porque era el punto débil del monstruo, pero no lo consiguió. Charlotte, atemorizada, se quedó paralizada y no pudo caminar del miedo. El 'dedos-largos', fue con gran rapidez para atraparla, pero Zayan la empujó con gran fuerza, y el desapareció en cuestión de segundos. Aquel monstruo se llevó a Zayan hacia los adentros del bosque, dejando el corazón de Charlotte destrozado.

Al suceder tremenda y agonizante situación, Charlotte sintió un vacío enorme y la gran mayoría de los aldeanos también. En su honor, se colocó una flor de loto en el árbol centenario que ocupaba el centro de la aldea para recordarle, como el resto de los caídos en batalla. Su flor era la más grande porqué salvó la vida de su amada, de la cual Charlotte nunca pudo enterarse.

Armándose de valor, pasó un tiempo y Charlotte decidió escribir todos los días para sentirse mejor. Su brillante mente le permitió tener una gran idea. Ella después dela desaparición de Zayan, se dedicó a analizar cada monstruo que había atacado la aldea y su habitación fue empapelada de papeles con anotaciones de cada monstruo, porque ya que no pudo vencerlo con su fuerza, decidió hacerlo con su mente.

Se le ocurrió la idea de crear un bestiario donde podía anotar cada monstruo que atacaba la aldea, para así poder estar más preparados para el ataque. Su padre, se le quitó el disgusto con su hija al escuchar la curiosa idea.

Desde entonces Charlotte, rellenó un libro donde se encontraban todas las instrucciones para poder tener la aldea más preparada. Ni el monstruo más grande ni el más piadoso fue capaz de acechar la aldea.

Durante años la aldea ha guardado este libro sagrado en el tronco del árbol centenario junto aquella flor de loto de enormes pétalos como un símbolo emblemático y sobre todo de superación. Charlotte pudo olvidar su versión pasada y murió sintiéndose agradecida de poder dar algo que formaba parte de ella como ayuda a la aldea, su inteligencia.

Charlotte y la aldea de los monstruos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora