— Ya casi llego, mamá— Dije a tres horas de mi casa, sin un centavo en el bolsillo y el teléfono con 3% de batería
— ¿Segura, Marie?— Escuché al otro lado
— Si mamá, tranquila. Ya iré a casa, adiós— Sonreí falsamente aunque ella no podía verme, colgué
Miré a mi alrededor, bosque espeso. ¿Cómo terminé aquí abandonada? Me presento, me llamo Marie, nunca me he considerado alguien con muy buena suerte ni alguien muy especial, no era la niña prodigio de mi clase, nunca aprendí a tocar algún instrumento con mucha destreza ni he tenido mucho potencial en algún deporte; me gusta leer libros de misterio y ver películas contemporáneas. Si hablar de cine y poesía fuera un talento, seria el mío pero al parecer no puede considerarse como uno. Una lástima.
Soy terca, habladora, no me asusta nada mucho menos la muerte, a los 5 años la oscuridad dejó de asustarme, aprendí a leer a los 6, odio las multitudes y que haga mucho calor, escribo cuando el mundo me encierra en un circulo de desesperación, hablo sin filtros lo cual me ha metido en problemas, me gustan las fiestas lo cual es contradictorio ya que odio las multitudes pero el licor en compañía me hace sentir alguien más y eso me gusta, me gusta la calma y el bullicio, me gusta la noche y el día pero mas la noche, me parece más sincera.
Me gusta pensar.
Desde pequeña he tenido mi circulo de amigos, no muy grande pero tampoco he sido una chica solitaria, si una palabra pudiese definirme por completo es: Determinada, por muy egocéntrico que suene. Siempre he sido muy unida a mi madre, en mis últimos años de colegio conocí a mi "novio" Oliver, entre comillas ya que es una alma libre como para vivir el compromiso o eso dice él. Fue quien me abandonó aquí, vinimos a un picnic improvisado y después de una discusión tomó su auto y se fue.
La noche comienza a asomarse, la tarde está un poco nublada.
— Menos mal vine cómoda— Susurro para mi misma, abrazándome.
Bien ¿Ahora que?; tengo dos opciones, 1) caminar y que me coma un lobo, 2) No caminar y que me coma un lobo. Camino por la carretera recta, el viento golpea violentamente los arboles mientras una lluvia amenaza con caer sin intención de medir su fuerza. No parece que haya algún lugar en el cual pueda resguardarme a unos 30 minutos mínimamente.
Un auto aparece a lo largo de la calle, ¿Seria racional parar un auto de un desconocido en mitad de un bosque en el cual podría asesinarme sin que nadie se enterara?, pues es eso o morir congelada. ¿Qué estoy diciendo? No, no voy a detener ese auto.... ¿o debería?
— ¿Estás bien?— Preguntó alguien desde la ventanilla del auto interrumpiendo mi debate interno sobre que tan demente estoy. Me incliné un poco para ver quien me habló.
— He estado mejor, sinceramente— Respondí mas tranquila, viendo que era una anciana con un rostro bastante amigable
— ¿A donde vas, cielo? ¿Quieres que te lleve?— Preguntó con una sonrisa
— Claro— Respondí subiendo al auto mientras mi sentido común me gritaba cosas muy poco amables
Comenzó a conducir. Me dijo su nombre: Marta Thompson, los primeros minutos del viaje transcurrieron afables entre pequeñas anécdotas que me contaba de su vida, me habló de su hijo que tenia mas o menos mi edad según ella, me habló de su esposo que antes de morir hace unos años manejaba una empresa familiar
— ¿De que es la empresa?— Pregunté con curiosidad, enseguida su rostro se tornó serio
En su mano descansaba un hermoso anillo de plata, vestía un suéter rosa y una pantalón capri color beige no muy ajustado, sus zapatillas blancas descansaban sobre el suelo del auto. Su cabello ya blanco por la edad se veía pulcro y toda su presencia era elegante y muy recta.
— Oh cielo, hay ciertas cosas que no le cuentas a desconocidos que subes a tu auto— Respondió con una sonrisa que achinó sus ojos, la falsedad de esta me heló la sangre y lo que me la heló no fue solo la falsedad de su sonrisa sino el aura aterradora que expulsó después de eso. Dirigí la mirada al frente.
La carretera parecía igual desde que me subí, arboles muy altos y la carretera recta que aparentaba no tener final, conté alrededor de 3 casas y ya habían pasados algunos minutos, en el camino aquí junto a Oliver no parecía tan largo...
— Cielo, ¿Te molestaría tomar un pequeño desvió? Recogeré algo y nos iremos enseguida— Preguntó con una sonrisa
— Claro, señora Thompson— Respondí, no es como si tuviera muchas opciones
El auto se desvió por un camino de tierra, avanzó por unos dos minutos. Recosté mi mejilla sobre mi palma, comencé a mecerme junto al movimiento del auto sobre la tierra que no era tan brusco, cerré los ojos por un momento y cuando comencé a quedarme dormida un abrupto frenón me envió al frente, si no fuese por el cinturón me habría dado un muy buen golpe contra el vidrio.
— Señora Thompson, ¿Qué suce...— Ella alzó su mano en seña de que guardara silencio, me miró y lo único que vi en sus ojos fue auténtico miedo.
— Dime algo, Marie ¿Sabes disparar?
¿Eh?
— ¿Eh?
— Toma esta arma— Abrió la radio del auto que por como pude darme cuenta no era una radio, sacó dos armas entregándome una
Salió del auto, dirigiéndose a la cajuela de este. La abrió, se sacó el suéter y sus zapatillas blancas cambiándolas por una chaqueta de cuero y una botas de combate negras.
Vaya...
— ¿Puedes quitarle el seguro?— Apuntó el arma que descansaba sobre mis manos con su mentón mientras se ataba el cabello en una cola de caballo alta
La miré, recordé un tutorial en YouTube que vi hace unos meses donde una chica que enseñaba defensa personal cargaba un arma ¿Pero como podría saber si es la misma? Lo intenté, escuché un suave click
Eso fue inesperado...
— Muy bien, si sabes. Escóndete Marie, no deje que te vean y si lo hacen, no dudes en usar esa arma— Dijo, cargando la suya
— ¿Esconderme de quien?— Pregunté, mas confundida que asustada
— De mi hijo y los trabajadores de mi esposo— Cerró la puerta del auto y comenzó a caminar
La comencé a seguir. Ella caminaba decidida mirando a los lados cada tanto, observaba su arma y se detenía a cada rato para mirar el suelo
—¿Sabes algo? Yo te conozco, Marie— Dijo de repente, mirando al frente
— ¿Disculpe?— Pregunté, jugueteando nerviosamente con el arma entre mis manos
— Ellos enviaron a ese chico de cabello grasoso y cara de idiota para que te dejara allá
Oliver...
— ¿Para que?— Pregunté, confusa
— Hace un rato me preguntaste de que era la empresa familiar que manejaba mi esposo, ¿Has escuchado alguna vez la palabra "famiglia senza onore"
Un flashback me golpeó como un rayo, sentada en la sala de mi casa viendo las noticias mientras desayunaba "Nuevamente, tres mujeres son secuestradas en horas de la madrugada del pasado martes, la policía según las pistas dejadas sospecha de famiglia senza onore, la red de prostitución italiana que llegó ilegalmente al país hace unos meses y desde entonces mujeres entre los 17 y 20 años no dejan de desaparecer. advertimos nuevamente que tengan cuida..." Apagué el televisor, ya que iba tarde