La puerta

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Estoy en lo que actualmente es mi casa. Algunas paredes tienen grietas pero, aún así, está bien decorada. Con un hogar que me mantiene caliente en las noches de invierno y una almohada en la cual llorar. Sin embargo, no puedo evitar mirar por la ventana, detrás de esta se vislumbra un mundo nuevo con un aire fresco rebosante de colores y sensaciones, ofreciéndome noches largas y conversaciones estimulantes, un mundo colmado de posibles aventuras. Pero como saber que lo que me espera allá afuera valdrá lo suficiente como para abandonar la comodidad de estas cuatro paredes.
¿Está bien quedarse en este lugar para resguardarme del frío pero pasar el invierno pensando en cómo serían mis días si saliera a tocar la nieve?
Y si cuando cruzo el umbral de la puerta está casa se desmorona, podré con la agonía de destruir el lugar que me cubrió de la lluvia y tanto me necesita?
Busco humedad en las paredes, manchas en las cortinas y vidrios rotos para usarlos como excusa para cruzar la puerta, pero cada baldosa del piso y chispa del fuego me grita que me quede. Aún así escucho el viento silbando contra la ventana invitándome a salir

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