La confianza

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Hikaru se encontraba en la recién inaugurada cafetería de la ciudad Dominó, charlando tranquilamente con su grupo de amigos. Ryūji discutía sobre algo con Honda, Anzu y Yūgi compartían un partido de damas, Jōnouchi reposaba su cabeza en el regazo de Megumi mientras ella le hacía mimos y Bakura repasaba las páginas de una revista.

—Hey, miren esto, chicos —llamó la atención el joven de cabellos blancos, señalando la portada de una revista que acababa de tomar—. Aquí está el anuncio del nuevo sistema de Discos de Duelo que la Corporación Kaiba lanzará en breve al mercado.

—¡Suena genial! —exclamó Yūgi, centrando su atención en la revista.

—Déjenme ver —solicitó Hikaru, tomándola.

En la portada de la revista podía apreciarse la figura del CEO de la Corporación Kaiba en esa pose altiva que le era natural y luciendo su particular gabardina blanca sobre su habitual conjunto negro. La joven de cabellos rubios y ojos color chocolate no pudo evitar admirarse ante esa hermosa imagen. Sin embargo, ese sentimiento de complacencia se desvaneció cuando buscó las páginas centrales en las que se encontraba el artículo mencionado por Bakura y contempló una fotografía en la que Kaiba Seto, el hombre con el que había accedido a sostener una relación –de la que ni siquiera tenía conocimiento Jōnouchi, hermano gemelo de Hikaru– tan solo dos meses atrás, estaba muy pegado a una exuberante mujer de hermosos rasgos de una manera bastante íntima.

—¡¿Qué significa esto?! —vociferó, con la rabia haciendo hervir su sangre.

—¿Qué pasa, nee-san? —indagó Jōnouchi, levantando la cabeza con curiosidad. Bakura tomó la revista de vuelta, y tanto él como el rubio y Megumi se asomaron a las páginas que habían captado la atención de Hikaru—. ¡Vaya! Kaiba está con una mujer bien suculenta —La pelirroja le pegó un coscorrón a su pareja, quien se quejó y se frotó la cabeza mientras Bakura dejaba sobre la mesa la revista de la discordia—. ¡Ay! No te pongas celosa, Meg. Sabes que solo tengo ojos para ti. ¿Verdad, nee-san? —Volvió la cabeza en dirección a la anterior ubicación de su hermana, pero la rubia había desaparecido junto a la revista—. ¿Nee-san?

Solo Megumi y Bakura conocían la razón tras la repentina salida de la rubia.

Seto no podía entender la causa por la cual Hikaru había llegado a su mansión pareciendo un torbellino, arrojándole a la cara una revista de variedades junto con todos los insultos existentes, pese a que él había intentado explicarle que esa modelo se había pegado como lapa a él para que les hicieran esa fotografía. Ella no lo había escuchado; había salido de allí como un bólido tras gritarle que no quería volver a verlo nunca más y, cuando él había tratado de perseguirla, ella ya se había esfumado calle abajo.

Ahora se encontraba sentado en su despacho, con la cabeza apoyada en sus manos entrelazadas, demasiado irritado como para concentrarse en su trabajo o en alguna otra cosa. Su única compañía era el pequeño Mokuba quien, habiéndose percatado de la pelea, había optado por sumirse en respetuoso silencio para no molestar a su hermano mayor; no obstante, luego de unos minutos, decidió emitir su opinión.

—Ve tras ella, nii-sama —dijo en voz baja.

—No voy a arrastrarme a sus pies, Mokuba —farfulló Seto, todavía demasiado molesto—. Si ella no confía en mí, no tenemos nada que hacer juntos. Es mejor que cada uno prosiga su camino.

—Nunca pensé que nii-sama renunciara tan fácilmente a algo que desea —evidenció el niño con una sonrisa—. Hikaru-onee-san es muy buena persona, pero tiene sus razones para desconfiar de los hombres. No tuvo un buen padre, y estoy seguro de que no quiere para sus hijos mismas las cosas que ella sufrió.

Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora