LAS CARTAS DE
"EL CLUB 69 DE ARIES."YOLANDA ME CONTÓ....
CAPÍTULO TRES.
- ¿Qué estás haciendo? ¿En qué piensas Yolanda? -
Preguntó en voz baja su madre, mirando hacia el pasillo checando que nadie la viera, la volvió a la realidad su madre Luisa, que estaba en el asiento del autobús al lado de ella, mirándole entre las piernas su mano moverse debajo de un
suéter que le cubría.
-No... no, yo no hago nada mamá. -
Respondió sobresaltada. En voz baja la madre le expresó: -No te estés agarrando en medio de las piernas. Ya déjate en paz. -
Yolanda traía puesta una blusita blanca, que enseñaba parte de sus grandes senos, tenía puesta una faldita café muy corta, al estar recordando los viejos encuentros con su amiga Marisol, la había excitado
mucho, ya se sentía bien mojada
de su panochita, así que con sus manos se había arremangado la faldita, se colocó su suéter sobre sus piernas para taparse, y así no vieran lo que hacía con su mano.
Ya que, sin importarle nada el lugar, Yolanda se colocó su mano derecha otra vez en su bizcochito, acariciándoselo suavemente con sus dedos, sintiéndolo ya muy mojado por sus calientes recuerdos de su amiga.
-Así con el suéter, ya me lo acomodé, nadie ve mis piernas mamá, ¿Ya estas contenta? -
Su madre Luisa volteó su cara para verla, enseguida bajaba la vista, ya no miró que con la mano se seguía acariciando el bizcochito.
Doña Luisa sabía muy bien que su hija estaba enferma, las discusiones más grandes las tuvieron en su casa,
así que en ese momento no haría un escándalo en el autobús en medio de puros desconocidos.
Con cara seria subió la mirada Luisa, vio la cara de su hija. Quien cerraba los ojos una vez más, dejando quieta su mano en su bizcochito. Mientras que el autobús a alta velocidad
seguía su largo camino,
balanceándose muy suavemente en
la carretera como meciendolos asientos de los pasajeros. ¿Cómo olvidar a Alfredo? ¿Cómo olvidarlo? Yolanda no era nada para él, toda la fama de puta, piruja, perra en la escuela era de Marisol, ella era la mujer que mamaba, cogía, se abría de nalgas dejándose sodomizar en donde fuera y con quien fuera, hacia la rusa con sus grandes senos, mientras chupaba con lujuria la punta del garrote, tragándose toda la leche sin protestar.
Sí, si algo aprendió Yolanda en estos seis años con Marisol, fue el placer, el placer y solo puro placer, en sexo, sexo y más sexo, claro, que era su putisima maestra en estos deli-
ciosos menesteres...
Pero aquel día, en que un hombre vio desnuda a Yolanda y la puso como quiso, no fue cualquier hombre. Sí, Marisol le consiguió una cita con su novio Alfredo, su sueño imposible de Yolanda.
En ese encuentro la joven descubrió que como Marisol le decía, no era más que un pobre pendejo, que, como todos los hombres, solo bailan al son que las mujeres les ponen, o si no, no hay nalgas para ellos, no hay tetas, no hay culo, no hay boca para chupárselo, eso es todo y se acabó.
Eran las diez de la mañana, de ese día triste, nublado y lluvioso del barrio, no hubo clases por alguna razón que no dan los maestros para suspender, en la escuela Marisol le comentó:
-Querida Yolanda, alcánzame en mi casa a la una de la tarde, llevaré a Alfredo a mi casa, para que te fornique tus nalgas, mis padres llegan hasta las cinco de la tarde, si lo
invito a tu casa a lo mejor no quiera ir el cabrón, es un pendejo y no otra cosa, pondrá muchos pero el wey. -
-Gracias por la invitación amiga, espero me joda rico mi bizcochito, estaré en punto en tu casa, te juro si algo quiero es tragarme entre mis piernas un garrote de verdad. -
Así que Yolanda salió de la escuela, caminó sola por la calle, pasó por la papelería de nombre "Rosy", siguió caminando por la calle viendo a cuatro personas sentadas en unos bancos, comiendo en una tortería las famosas "cubanas", paso seis casas más llegando hasta su casa de fachada de color blanco, abrió la puerta e ingreso, dejo la mochila, se quitó el asqueroso uniforme escolar, se puso algo muy cómodo y enseguida realizo los quehaceres de su casa.
Como a las once cincuenta se empezó arreglar, poniéndose una mini tanga negra que le ahorcaba su culito, se puso una faldita azul corta, enseñando sus blancas piernotas, una blusita azul que con esta enseñaba sus hermosos y grandes senos, que
amenazaban con salirse de esta, enseguida se puso una gabardina de color negra, ya que afuera seguía medio lluvioso y frio.
Pero ni Alfredo ni su amiga, se imaginaria lo que guardaba debajo de la horrible gabardina negra, sabia Yolanda que Marisol al ver la, simplemente le diría que se vistió muy anticuada, que era una pendeja para la moda.
¡Claro! Era su puta maestra y todo según ella lo sabía. Yolanda salió a la calle como a las doce cuarenta y cinco, con su bolsita de hombro y su paraguas negro, al sentir el aire frio en su cuerpo sintió endurecerse sus pezones, pero ella caminaba con la mirada coqueta, al saber todo lo que escondía debajo de la gabardina negra, la sorpresa que se llevaría Alfredo cuando se la quitara.
-Buenas tardes, señorita. -
Le saludo un vecino, que estaba afuera barriendo la banqueta del agua que se metía por debajo de su puerta, como siempre solo admirando el cuerpo de la joven, que hoy lo
cubría su estorbosa gabardina negra, no dejándole ver al vecino esas grandes nalgas y esas deliciosas tetas que tanto le gustaban de la muchacha.
-Buenas tardes don Alfonso. ¿Cómo está usted? -
Contestó muy seria, moviéndose más coqueta olvidándose de la gabardina que le cubría su hermoso cuerpo, quería Yolanda gritar a los hombres:
- ¡Soy bella! ¡Soy hermosa! Y ¿Saben qué? ¡Se coger! ¡Quiero ser cogida! -
Después de atravesar varias calles, llegó a la casa de Marisol, al llegar al lugar, con ambas manos se acomodó un poco el cabello húmedo, después toco el timbre, escuchó los tacones que venían a atender la puerta, en medio minuto se abrió la puerta, estaba ahí su amante secreta Marisol con su sonrisa, la miró por un momento hacia abajo.
- ¡Hola Yolanda! ¿Qué milagro que me visitas? ¡No te esperaba! -
Comentó Marisol, dándole un abrazo y un beso en la mejilla, como si no la hubiera visto en la escuela, e invitado a su casa, para que no dijera Alfredo que les haría mala tercia por la invitación, ya que él quería estar a solas en la casa con Marisol,
quien no era bonita como Yolanda, pero se mochaba con su cuerpo como ellos quisieran, ese culito y las grandes nalgas ya tenía bien excitado a Alfredo.
Sí que era solo teatro las palabras de Marisol. Yolanda se separó del abrazo mirando a su amiga.
Marisol tenía puesta una minifalda blanca, se le miraban deliciosas
sus dos piernotas morenas, e imaginaba Yolanda su bizcochito peludo en medio de estas, tenía puesta una blusita blanca, que dejaba de fuera sus dos grandes y mamables senos cafés, sus escandalosas zapatillas blancas.
(Saben el color blanco para la mujer es como decir mira cógeme, cógeme no estoy reglando, haz conmigo lo que quieras, y por donde quieras, mientras que una mujer con color
rojo te dice a gritos, no te me acerques se me está desangrando el mono. Que idiotez de colores que avisan a los violadores, cuando pueden o no cogerse a una mujer, bueno es una estupidez lo que pienso).
Bueno, ahí estaba la grandiosa Marisol, nuevamente vestida de blanco como pinche pichón, se hizo a un lado. Yolanda miró que parado a media sala estaba Alfredo, con su uniforme escolar aún puesto, se notaba que no llego a su casa solo se fue de pinta para coger.
Creo que también acababa de llegar a la casa, pues el agua de su pelo todavía le escurría en su cara.
El hijito de puta media uno setenta y cinco de estatura, medio flaco y con su cara de yo lo sé todo, pero en ese momento cambio la cara de.... ¿Para qué chingados llegaste pendeja?
Esto marca y deja en claro que la puta de la amiga, o sea Marisol, no se conformaba con cogerse a su amiga
Yolanda tres o cuatro días a la semana, ya estaba calentando a Alfredo en ese momento para que se la cogiera, quien le puso muy mala cara al mirar a Yolanda entrar a la casa.
- ¡Hola Alfredo! ¿Cómo estás? -
Saludo Yolanda con una sonrisa, entrando a la casa mirando la expresión de Alfredo.
-Estoy bien "niña", estoy bien, solo platicaba con... Marisol. -
Contestó sacudiéndose el cabello con una mano derecha, salpicando gotas de agua fría en el piso, bajando la otra mano tratando de cubrir su erección que tenía entre las piernas, de seguro por las caricias que la puta de la Marisol ya le había hecho para calentarlo y cogérselo.
- ¿Niña? ¿Me llamó niña? ¿Que putería es esta? Marisol es de mi edad pendejo y tú también tienes mi edad, pinche idiota de mierda. -
Pensó Yolanda no bajando su sonrisa mirándolo fijamente a la cara, mientras Alfredo cambiaba una mirada de desesperación con Marisol, como diciendo y ahora. ¿Qué chingados hacemos con esta pendeja? -
Marisol después de cerrar la puerta, desde atrás comenzó a caminar mirando a Yolanda de arriba abajo, con voz burlona le expresó: - ¡Te vistes como anticuada! A ese paso y
como te vistes Yolanda, no vas a agarrar ni una pinche pulmonía, créeme pendeja necesitas urgentemente unas clases
de moda. -
Al escuchar lo que le dijo, Yolanda volteó a mirarla, enseguida con sus manos se comenzó a desabrochar la gabardina negra, de inmediato se la quitó enseñando su hermoso cuerpo juvenil.
Le preguntó: - ¿Dónde cuelgo esto? -
Dejó ver parte de sus dos grandes y blancos senos, que no cubría la blusa, mostrando casi sus pezones atreves de su blusita azul, su faldita azul que enseñaban sus nalgas bien paraditas, sus blancas piernotas, ahora la vista de Alfredo dejo de mirar a Marisol, para posar su vista sobre el cuerpo de Yolanda, encontrándole los duros pezones atreves de la blusita, al sentir la mirada penetrante de Alfredo le expresó:
-Veo que ya estaban muy entretenidos, saben, mejor vengo más tarde Marisol, quédense solos. -
Terminando la frase, Yolanda se comenzó a colocar la gabardina negra.
- ¡No! No, quédate no te vayas, mira podemos todos juntos platicar. -
Comentó desesperado Alfredo. Quien ahora tragaba saliva al verla vestida así, porque solo la conocía con el uniforme escolar puesto, ahora al ver toda esa belleza, las hermosas nalgas que desprecio cuando la vio llegar, ahora ya se le iban.
Francamente Yolanda estaba mucho, mucho, mucho mejor que Marisol, pero a Marisol con su fama de putota y facilona, chupaba, mamaba, lamia y se agachaba de forma divina, esto le atraía más a los hombres y algunas mujeres que las abejas a la miel.
- ¡Ya no seas mamona Yolanda! ¡Dame tu gabardina, pasa y siéntate en la sala! -
Marisol le arrebató la gabardina de las manos, la colgó en un gancho en el closet de la entrada, miró de espaldas a Yolanda, sí que se le antojaba esta hermosa mujer, ya también quería correr por sus juguetes sexuales para
abrirla de puras nalgas a su amante secreta, pero Marisol le prometió que dejaría a Yolanda intentar algo con su novio Alfredo, quizás el aceptara cogérsela en ese mismo momento.
- ¿Aquí me puedo sentar? -
Preguntó Yolanda señalando con su dedo índice. Sentándose enseguida en un sillón de doble asiento, o sea para dos personas, la muy atrevida a propósito entreabrió sus piernas,
para dejar mirar el rico bizcochito que se cargaba.
Estaba Alfredo sentado en un sillón de frente, solo bajó la vista no despegando los ojos, mirando fijamente entre las blancas piernotas de Yolanda, alcanzando a ver el par de blancos muslos, y hasta la pequeña tanguita negra que cubría su deliciosa papayita.
-Y díganme... ¿De qué platicaban? -
Preguntó agachándose, haciéndose la inocente, estiro los brazos con sus manos jaló un poco la mesita de centro para colocar su bolsa, al inclinarse, al instante le enseñaba sus dos blancos senos, que estaban antojables para mamárselos,
chupárselos, mordérselos.
Mientras Alfredo con la boca
abierta miraba el par de enormes bolotas de carne, que amenazaban con salirse de la blusita azul.
Con su cara de pinche estúpido solo pudo contestar:
-Este... este pues platicábamos... si... de algo... si platicábamos... este... los dos... si... -
-Es un pobre pendejo. ¿Verdad? -
Expresó Marisol. Mirándola entre cerrando sus ojos. Quien ahora se acercó sentándose junto a Yolanda, con su mano le acariciaba el húmedo cabello, volteaba su cara mirando a Alfredo, si tenía esa cara de idiotizado ante ese delicioso cuerpo que la chica se cargaba.
- ¿Porque lo ofendes? -
Defendió Yolanda mirándole ahora la cara de idiota de Alfredo, que no podía ocultar, pensando Yolanda:
- ¡Guau! Nunca lo había visto así, siempre creí otra cosa de él. Con
eso de que se sentía el que todo lo sabía. -
-No, si es un pendejo completo, mira cómo te ve las chichotas, hasta babea el muy pendejo, estúpido. -
Comentó Marisol con una sonrisa, mientras le seguía acariciando el cabello a su amiga.
- ¡No! No es cierto, yo no veo su busto, miro... miro... le veo... la cara de Yolanda. -
Explicó justificando el no quitar su vista de ella, ambas mujeres rieron de su estúpida expresión. Yolanda estaba aprendiendo de Marisol, sí que era un pobre pendejo.
- ¿Solo vez mi cara Alfredo? ¿Estás seguro? ¿Solo vez mi cara? -
Preguntó Yolanda. Quien enseguida se enderezó jalando con sus dos manos su blusita azul, bajándose el brasier con las dos manos, dejándole ver a Alfredo sus dos grandes senos con sus pezones rositas de fuera en su máximo esplendor, ahora estaba poniendo Alfredo una cara de idiota mezclada con pendejo con una pizca de estúpido.
- ¡No! ¡No hagas eso por favor! -
Gritó Alfredo, que debajo del pantalón sintió su garrote
enderezarse nuevamente, no queriéndolo el pendejo hasta
enrojeció ante esta acción de ella.
-Así que, para ti yo soy una niñita. ¿No? Eso me dijiste cuando llegue, ahora míralas y dime. ¿Estas chichotas son de una niñita? Contésteme ¡Pendejo! ¿Son de una niña? ¿Estos grandes senos los tiene una pinche niña? -
-Yo... yo... no... no... quise decir eso, cuando entraste Yolanda. -
Marisol se colocó a un lado de Yolanda, mirando los antojables senos blancos, esos pezones rosas que invitaban a cualquiera a mamárselos hasta hacerla venir en un caliente
orgasmo.
Yolanda al ver la cara de pendejo de Alfredo, se jugó el todo por el todo.
Ahora la cabrona se puso de pie, y enseguida se levantó la faldita enseñándole su pequeña tanguita negra, y su deliciosa papayita que se escondía detrás de esta diminuta prenda, solo se le asomaban unos vellitos castaños, haciendo babear
a Alfredo.
De inmediato le preguntó:
- ¿Este bizcochito es de una niña? ¿Eh? ¡Pendejo! -
Marisol reía al ver lo cabrona que había vuelto a Yolanda.
Quien tronando los dedos agregó en tono enojado y autoritario.
- ¡Ven aquí pendejo! ¡Híncate y pídeme perdón por llamarme "niña"! ¡Me emputa que me llamen niña! -
Sonó a una bomba. Alfredo se quedó frio, miró a Marisol como pidiéndole permiso, puesto que según, era su novia. Marisol sonrió, lo único que hizo el pobre pendejo fue levantarse, caminó cuatro pasos cayendo de rodillas ante Yolanda, mirándole más de cerca su pequeño bizcochito, se veía sumamente delicioso, ya hincado alzó los ojos mirando los dos grandes senos y sus pezones grandes, que aún tenía ella de fuera, simplemente enmudeció ante la belleza de la joven era una diosa erótica.
-Dame un beso en mi bizcochito, y te perdono tu ofensa pinche pendejo. -
Expresó Yolanda volteando a ver a su cómplice, con sus dos manos se bajó la tanguita negra, dejándole ver de lleno su peluda papayita.
-Lo que tú digas... Yolanda... lo que digas... -
Fue lo único que atino a decir Alfredo. Quien puso sus manos en ella tocándole las nalgas, acerco su boca dándole un beso en su bizcochito, sintiendo sus vellitos castaños en
sus labios oliéndole su cosita, ahora con una voz débil le señaló:
-Perdóname Yolanda. -
Ella con una sonrisa al ver al pendejo a sus pies pidiéndole perdón le preguntó: - ¿No me lamerás mis tetas? -
Alfredo al escuchar esto, enseguida volteó de nuevo a ver a Marisol. Con quien ya habían cogido juntos en otras ocasiones, pero este delicioso bizcochito, no se lo esperaba esa
tarde, actuando como un pendejo profesional, si, volteó para verla,
como pidiéndole otra vez permiso a Marisol, para poder tocar a su amiga, para lamer ese par de hermosos senos ajenos, que se antojaba manosearlos y mamarlos.
-Obedece en lo que se te piden. ¡Pendejo! ¡No la hagas esperar idiota! -
Gritó Marisol saboreándose también los grandes y blancos senos y esos pezones de su amiga. Alfredo apoyado de las nalgas de Yolanda se puso de pie, se agachó un poco lamiéndole con su lengua cada uno de sus senos,
lamiendo despacio los hermosos pezones rosas, no pudiendo esconder el chipote que saltaba de su pantalón.
Como Alfredo era más alto que Yolanda, se inclinaba acariciando con sus dos manos el par de nalgas firmes y deliciosas.
Mientras él se agasajaba con Yolanda. Su novia Marisol ya se había hincado enfrente de Alfredo, con sus manos le había abierto la bragueta, sacándole el grueso vergonón que era de ocho pulgadas de largo, todo babeando por su excitación, enseguida Marisol abrió su boca chupándoselo, haciendo que se retorciera de puro placer, con sus dos manos le fue bajando el pantalón y su calzón.
Liberando su garrote por completo, con su mano derecha le masturbaba la vergota, chupándole la punta con sus labios, con la mano izquierda le acariciaba muy suavemente los huevos, en un suave mete y saca de garrote en su boca, hasta que se sacó el garrote de los labios, alzó su cara buscando la de su amiga.
-Agáchate Yolanda, y agárrate bien de la codera del sillón. -
Expresó Marisol con sus labios batidos de saliva. Quien le soltó los huevos a su novio, ahora con su mano ya le acariciaba el bizcochito a Yolanda, le subió su tanguita y se la
hundía en medio del bizcochito acariciando los vellitos que le adornaban.
- ¿Estas, segura? -
Preguntó Yolanda bajando la vista, sintiendo delicioso meterse su tanguita en medio de su mojada papayita, mientras Alfredo con la lengua le lamia los senos, chupándole los pezones, ella con sus manos le acariciaba el cabello a Alfredo, se estaba mojando demasiado su bizcochito.
- ¡Suéltala ya pendejo! ¿No le quieres bombear su bizcochito? -
Preguntó Marisol, quien seguía de rodillas mamándole la vergota y lamiendo el bizcochito a Yolanda, quien ya tenía bien hundida la tanguita en su bizcochito, con esa misma la estaba masturbando de una manera deliciosa.
- ¡Ah! ¡Siento tan rico como me calientan los dos! -
Comentó Yolanda mirando a Marisol. Obedeciéndole se giraba colocando sus codos en la codera del sillón, parando sus deliciosas nalgas.
Marisol ahora se puso de pie, con sus manos le levantó la faldita, viendo que Yolanda tenía la tanguita hundida entre sus blancas nalgas, mirándose deliciosas.
Marisol con sus dos manos con mucha lujuria le acariciaba las nalgas, hasta que le comenzó a bajar la tanguita negra acariciándole el bizcochito, que estaba bien mojado y listo para ser penetrado, acostó su cara en la espalda de Yolanda, enseguida con sus dos manos le abrió las nalgas, enseñándole a Alfredo el delicioso fundillito rosita, que estaba escondido en medio de estas, ya algunas veces ella misma se lo había sodomizado con sus gruesos juguetes.
- ¡Jodelé su bizcochito a esta pinche perra! -
Ordenó Marisol con voz firme. Alfredo admirando esas grandes nalgas, ni tardo ni perezoso agarró con sus manos su garrote, se lo agito un poco cayendo al piso su lubricante,
enseguida le colocó su garrote en la entrada de la panochita, que estaba bien calientita, despacio se lo empujó, se fueron abriendo sus labios vaginales que se lo fueron tragando.
- ¡Oh! ¡Dios! ¡Ah! ¡Ah! ¡Que rico! -
Gritó Yolanda cuando sintió su bizcochito abrirse, recibiendo su buena dotación de carne, después de todas sus experiencias lesbianas ahora un hombre le bombearía su
bizcochito. Alfredo con sus dos manos se agarró de la caderita, le empujo toda su vergota o hasta donde las nalgas de Yolanda se lo permitían metérsela.
Mientras Marisol con sus manos le acariciaba los dos senos, besándole con ternura su espalda, sabiendo que ese hermoso cuerpo le pertenecía.
Alfredo emocionado sin darle ninguna tregua, agarrado de la cadera, le hundía entre las nalgas la gruesa tranca que le entraba y le salía jodiéndole todo el goloso y caliente bizcochito, escuchándose sus gritos en plena sala de la casa:
- ¡Ah! ¡Qué rico Alfredo! ¡Ah! ¡Me jodes! ¡Ah! ¡Mi papayita! ¡Ah! ¡Ah! -
Mientras Yolanda era fornicada, Marisol entre besos y caricias con sus dos manos le quito la blusita y el brasier a Yolanda. Ahora le ordenó:
-Siéntate en la codera perra,
para que te coja hasta el fondo todo tu bizcochito. -
Alfredo bien agarrado de la cadera, la seguía bombeando entre las nalgas, después de joderla por un rato se enderezó Yolanda, enseguida se quitó su faldita, solo sus calcetas y sus
zapatillas las seguía teniendo puestas. Miró la dura vergota de Alfredo,
enseguida ella colocó sus nalgas en la codera, apoyándose con las manos echándose para atrás.
Alfredo con sus dos manos con cuidado le levantó las piernas, admiró el bizcochito peludo, enseguida le colocó la punta de su vergota en el bizcochito, sintiendo sus vellitos
mojados, se la metió hasta el fondo de un putazo, recibió en sus entrañas ese erecto garrote de carne, haciéndola gritar de puro placer.
- ¡Ah! ¡Más! ¡Ah! ¡Mi bizcochito! ¡Ah! -
Alfredo enfrente de él, veía los dos grandes y blancos senos brincar, a cada empujón que le daba entre las piernas, ahora más se le calentó el garrote, cuando miró a su novia
Marisol, que con sus manos le acariciaba los dos senos de Yolanda, besándola en la boca con mucha pasión.
Mientras Marisol la besaba en los labios, con sus manos se desabotono la blusa, con prisa se quitó su brasier dejando sus dos grandes senos cafés de fuera.
Enseguida Marisol se acercó a la cara de su amiga, colocándole uno de sus grandes pezones obscuros en la boca, y su otro seno con su mano se lo colocó ella misma en sus labios, sacando su lengua lamiéndose su pezón, calentando con esta acción a Alfredo, quien al mirar lo que hacían, no lo creía de estas dos mujeres como se entregaban y deshacían en caricias, manoseándose sus cuerpos.
Después de un momento. Marisol se sacó de la boca su pezón, inclinándose un poco para chuparle ahora uno de los senos de Yolanda, mientras con su mano derecha con sus dedos le apretaba el otro pezón, el garrote de Alfredo le entraba y le salía de su bizcochito sin detenerse, en suave mete y saca.
Yolanda no pudo más con todas estas deliciosas caricias de su amiga, y el garrote torturando su bizcochito, de
una forma deliciosa.
Sintió un delicioso calor recorrer su cuerpo, alcanzando el clímax de esta fornicación, Yolanda comenzó a estallar en un caliente orgasmo quejándose de placer:
- ¡Oh! ¡Me... me! ¡Ah! ¡Vengo! ¡Ah! Estoy... ¡Ah! -
Su cuerpo brincaba de una forma involuntaria al alcanzar la culminación, la sensación era delirante y exquisita, su sensible bizcochito seguía recibiendo la vergota, en un interminable mete y saca.
Una de las manos de Marisol bajó a acariciarle el clítoris. Yolanda sintió un delicioso toque eléctrico
que la hizo brincar.
Alfredo acariciándole las nalgas detuvo sus empellones dejando solo la punta de su vergota adentro de ese caliente bizcochito.
Marisol volteó a verlo a la cara con mirada suplicante, sin moverse de su lugar le pidió: -Métemelo ahora a
mí, estoy bien mojada mi amor. -
Después de decir esto, Marisol le seguía lamiendo los senos de Yolanda, así agachada con una mano derecha se levantó su faldita blanca, que para sorpresa de Alfredo, no tenía ella su panti puesta, mostrándole sus dos nalgotas morenas con las piernas medio abiertas, se miraba toda su
papayita peluda semi separada, ya esperando su gruesa vergota que la hiciera derramarse entre empujones.
- ¡Eres una cerda! No traes nada. -
Expresó Alfredo sorprendido, al ver las nalgas que le ofrecía, ya que tenía Marisol más nalgas que Yolanda. Se
colocó Alfredo detrás de Marisol, con ambas manos le abrió más las nalgas, colocándole la punta de su vergota en la peluda y mojada papayita.
-Estas bien mojada, pinche cerda. -
Comentó Alfredo, sintiendo bien baboso el bizcochito, enseguida se la hundió de golpe, se inclinó Alfredo sobre la espalda de Marisol, agarrándola enseguida de los dos grandes senos, cadereando jodiéndole todo su bizcochito.
Mientras Marisol inclinada todavía le mamaba sus dos grandes senos
hinchados a Yolanda. Quien regresaba de su delicioso orgasmo, con sus manos se agarraba del sillón haciendo de malabares para no caer de la codera.
Alfredo le soltó un seno a Marisol, puso su mano derecha en su boca lamiéndose dos de sus dedos, enseguida le volvió abrir las nalgas, miró su rico fundillito café que estaba bien hundido entre las dos nalgas,
entonces, le hundió los dedos
haciéndola llorar de puro placer, al sentir meterse los dedos en su pequeño fundillito, para provocarle más placer a esta pinche puta en celo.
- ¡Ah! ¡Así! ¡Húndeme los dedos cabrón! ¡Ah! -
Se quejó Marisol sintiendo como la vergota salía de su bizcochito y los dedos se le hundían en su fundillito, al sacarle los dedos de su fundillito, el garrote se hundía hasta donde las grandes nalgas se lo permitían,
volviéndola loca de puro placer, porque estaba acostumbrados a coger hasta hartarse, obteniendo ella varios orgasmos, y Alfredo dos o tres derramadas de leche.
Yolanda apenas se reponía de su venida, ahora ella era la que con su boca, le mamaba uno de los grandes pezones de Marisol, porque el otro se lo seguía apretando con los dedos
Alfredo, después de seis minutos de estarla gozando, en un interrumpible mete y saca de garrote, en ese cuerpo que se dejaba hacer de todo.
Marisol sintió muy caliente su vértebra, un delicioso calor inundo todo su cuerpo, anunciando su culminación de esta deliciosa fornicación, alcanzando su caliente orgasmo, sintiendo su bizcochito lleno de dura carne, la muy puta no se
contuvo gritando:
- ¡Ah! ¡Me vengo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Me estoy! ¡Ah! ¡Ah! -
En ese momento, la lengua de Yolanda bailaba en uno de los pezones de Marisol, al oír que se venía. Alfredo apretó con sus dedos el otro pezón, ahora sin que Marisol supiera, de la mano derecha de Alfredo, ya tenía tres dedos que le
desbarataban todo el delicioso fundillito, su vergota sin detenerse le taladraba de forma divina el bizcochito.
La muy puta se derramaba sin poderse contener, sintiéndose flotar en el cielo, entreabría la boca y volteaba los ojos temblando de placer, mientras su cuerpo lo estrujaban.
Como Alfredo ya la conocía, en medio de su orgasmo y sus quejidos le saco sus tres dedos del apretado fundillito, ahora dándole tres fuertes nalgadas, retumbando en la sala, haciéndole más intenso su orgasmo, temblaba de placer la hija de su puta madre, gritándole al mundo su venida.
Mientras Yolanda sin separar su boca, le mamaba y le succionaba el delicioso seno, mordisqueándola, dejándola marcada con algunos chupetones.
- ¡Ah! ¡Me! ¡Ah! ¡Ah! -
Hasta que Alfredo bajó sus empellones, dejándole de joderle con su garrote el derramado bizcochito, le saco su garrote hinchado sumamente mojado, ahora con toda confianza y sin pedir más permiso, Alfredo dio tres pasos hacia Yolanda, con sus manos le levantó las piernas, admiró el delicioso bizcochito en medio de estas.
Enseguida colocó la gruesa punta de su garrote, que estaba ya por derramarse, sintiendo el mojado bizcochito de la chicuela, se lo hundió hasta el fondo soltando ella unos quejidos de placer:
- ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Ah! ¡Ah! -
Una vez adentro del bizcochito, Alfredo se lo metía y se lo sacaba de forma rápida, mirando moverse esos deliciosos senos en cada empellón que le daba entre las piernas, ahora Alfredo ya buscaba su caliente eyaculación sobre este delicioso cuerpo, no más de tres minutos de joder el caliente y derramado bizcochito, a ese ritmo, cuando sintió un delicioso escalofrió recorrer toda su espalda, y se escuchó unos
gritos desesperados anunciado su venida:
- ¡Me derramo! ¡Me derramo! ¡Me! ¡Ah! -
- ¡Súbete al sillón! ¡Súbete! Y dánoslo en la boca.... ¡En la boca! -
Gritó Marisol. Quien ya tenía los pies en la "tierra", esperaba su rico atole. Alfredo sabía lo que esta perra le gustaba, así que le bombeo a Yolanda su bizcochito seis veces más, sintiendo toda la leche en la punta, lo sacó y deprisa se subió al sillón le puso los huevos en la boca de Yolanda, y la gruesa punta de su garrote se la metió en la boca de Marisol.
Quien la muy puta se lo chupo y chupo con sus labios, recibiendo los potentes chorros de esperma caliente, mientras con la mano Marisol le agitaba el garrote que se derramaba, antes que él terminara de venirse, lo sacó de su boca, ahora con su mano izquierda acerco la cara de su amiga, se lo introdujo en la boca a Yolanda.
Quien imitando a su putísima maestra sexual, le chupo la gruesa punta, metiéndose tres o cuatro pulgadas adentro de su boca, cayéndole algunos de los chorros de caliente esperma en su garganta, con la húmeda lengua le mamaba,
chupaba y lamia, devorando el garrote en un suave mete y saca apretando los labios queriéndolo exprimir perfectamente, mientras su mano derecha subía y bajaba.
Alfredo con los ojos en blanco, disfrutaba las dos putitas llevándolo al mismo cielo, caminando entre las nubes escuchando la dulce voz de la virgen, preguntarle:
- ¿Sientes rico hijo de tu puta madre? ¿Te lo maman como te lo mereces? -
Mientras las dos mujeres se tragaban toda su leche, saboreando el sabor que le dejaron sus panochitas. Las dos chicas después de chupárselo, se miraron sus caritas batidas de leche que se les escurría de sus labios llegando a su barbilla.
Yolanda seguía recargada en la codera y Marisol sobre ella, así que le sacó el garrote de la boca de Yolanda, enseguida se unieron las dos mujeres en un largo beso lesbiano, probando
con delicadeza sus deliciosos labios, chocado sus lenguas batidas de semen caliente.
Después una a la otra se lamieron su carita, desapareciendo juntas los espermas que habían recibido en su cara, lamiéndose los labios, las mejillas una de la otra, limpiándose
muy bien el caliente atole, sonriendo muy gustosas por su premio.
Mientras Alfredo desde arriba del sillón, con ojos entre cerrados las miraba hacer esto, sí, ya tenía un par de calientes putas a sus pies, y la aventura sexual y amorosa con Yolanda apenas comenzaba, de lo que se había perdido...Está historia continuará....
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LAS CARTAS DE "EL CLUB 69 DE ARIES." La sirvienta y una máscara para la sociedad. (Erótica)
NEGOCIO REDONDO violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. (Erótica)
THE SALEM TOUR SIN FRONTERAS drogas, sexo y rock pop. (Erótica)
LAS BRUJAS DE LA MONTAÑA las bestias del infierno. (Terror)
LAS MUÑECAS DE LALITH el jardín de las almas perdidas. (Terror)
La trilogía de Amanda Morton
LAS PROFECÍAS DEL MUNDO KAWA.
LA SALVACIÓN DE LA TIERRA.
LOS GUERREROS DE YUTZI. fantasía.Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries gracias por seguirme.
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las cartas de"EL CLUB 69 DE ARIES" Yolanda me contó....
General FictionDespués del libro negocio redondo violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. Ahora solo quedan las cartas de "EL CLUB 69 DE ARIES". En donde las personas dan su punto de vista, haciendo una nueva novela llena de erotismo y de lujuria, "Yol...