Despierto pestañeando seguidamente. No se dónde estoy o por qué. Tampoco recuerdo que ocurrió. Todo en mi mente es una niebla borrosa de dudas y recuerdos sin sentido que me abruman.
Cuando por fin consigo abrir los ojos me encuentro mirando un techo blanco limpio desconocido y todo esta oscuro, por lo que deduzco que es de noche. Estoy tumbada en un lugar duro y frío. Estiro mis delgados brazos a los lados intentando tocar algo que me ayude a levantarme, pero mis dedos solo tocan la superficie lisa en la que estoy yo. Finalmente me levanto despacio apoyandome en mis manos. Mis movimientos son lentos y pesados y me siento como si llevara una eternidad durmiendo. Pestañeo de nuevo y miro mi cuerpo. Estoy cubierta por una sola prenda, un sencillo y vaporoso vestido blanco suelto que llega hasta mis rodillas y mis pies están desnudos. La escasez de ropa que hace que me sienta desnuda. No estoy acostumbrada a enseñar mi cuerpo. Muevo un poco mi cabeza y al hacerlo, mi pelo suelto acaricia mis hombros cubiertos solamente por el tirante del vestido. Siento el frío de las baldosas a través de la fina tela, pero a pesar de esto, no tengo frío, lo que me extraña ya que yo soy una persona friolera.
Poco a poco y con un poco de dificultades, me pongo en pie. Me tambaleo un poco y miro mis pies. Los muevo un poco y sonrio, pero algo llama mi atención. En el costado izquierdo de mi vestido jay una mancha roja. Tomo la prenda entre mis dedos temblorosos y toco la mancha con temor. Llevo mis manos a mi cara. Están manchadas. Manchadas de sangre. Mi sangre.
Las luces, las voces, la vergüenza, los motores de los coches, el grito. el semáforo, el claxon. Los recuerdos acuden a mi mente sin orden, abrumandome. Me tambaleo mareada sin dejar de mirar mi mano. Cierro los ojos y apoyo todo mi peso en una pared, recostandome. Intento tranquilizarme, pero mi mente se llena de las imagenes del accidente. Poco a poco consigo calmarme. Me quedo callada para escuchar los latidos de mi corazón. Siempre me tranquiliza hacerlo. Es mi amarre a la cordura, es lo único que siempre está presente, lo único que es constante. Espero, pero no lo oigo. Una sensación angustiosa empieza a invadir mi pecho. Llevo una mano a mi pecho y la coloco sobre mi corazón. Espero. Mi pecho no se mueve. Mi corazón no late. Mis pulmones no se ensanchan para llenarse de aire.
Estoy muerta.
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No se cuanto tiempo llevo aquí quieta recostada contra la pared. Mucho. Pero estoy muerta. Eso ya no importa. Supongo que ahora tengo todo el tiempo que quiera o necesite.
En un principio intente convencerme de que era una pesadilla, mientras la presión en mi pecho crecía cada vez más. Luego intenté obligarme a respirar. La presión en mi pecho era ya insoportable. Entonces, toda esa presión fue liberada por mi boca en forma de grito. Un solo grito, ni agudo ni grave, ni alto ni bajo. Un grito desgarrador, desesperado. Un grito de pérdida. La pérdida más sincera y absoluta. Y ahora me enuentro quieta, en shock con la vista clavada al frente, sin pestañear. No me hace falta. Quieta e incapaz de llorar. Ni siquiera tenía eso. Nunca había deseado llorar, pero ahora lo hacía. Ni siquiera tenía eso ya, las lágrimas se negaban a caer de mis ojos. Inconscientemente, llevé mi mano a mi costado, pero no había herida. Solamente quedaba una fina linea irregular de color blanco que se enroscaba sobre si misma trazando una forma extraña sobre mi pálida piel. Intento suspirar, pero un gemido ronco es todo lo que sale de mi garganta. Tampoco puedo suspirar.
Como puedo, me levanto lentamente. Estoy muerta y no se dónde me encuentro actualmente. Dos de mis actuales problemas. Espero poder solucionar uno de ellos. Por primera vez, miro a mi alrededor. Me encuentro en una habitación pequeña y sencilla. Hay una gran ventana en la pared contraria y bajo ella una cama con sábanas blancas como la nieva colocadas de forma impoluta sobre el colchón. Además hay un armario blanco también una mesa con una silla bajo ella. Las paredes son grises como nubes tormentosas y el suelo de frías baldosas blancas. En conjunto, es una habitación sencilla con muebles simples y luminosa. A mi lado, hay una puerta blanca con un picaporte de metal brillante. Camino hacia allí y levanto mi mano derecha para girar el picaporte y descubrir finalmente dónde estoy, pero mi mano se cierra en un puño sin agarrar nada. Estoy atravesando el picaporte. Ahogo una exclamación de sopresa y retiro mi mano. Todavía no me he hecho a la idea de estar muerta al completo. Es una sensación extraña y desesperante. Aunque he de admitir que también me siento libre. Levanto ambas manos y las pongo planas sobre la puerta. Al principio, siento la superficie de madera pintada bajo mi piel pero después mis manos desaparecen de mi vista a través de ella. Doy un pequeño paso y me quedo justo frente la puerta. Cierro los ojos y doy otro paso temblorosa. Abro los ojos de nuevo lentamente y me giro para ver ese obstáculo que acabo de superar de una forma tan extrañamente insólita. Muchos pensaran que tan solo es una puerta y tienen razón. Pero para mi es algo más. Al atravesarla de esa forma, he cruzado una barrera. He aceptado que estoy muerta. Me yergo y me doy la vuelta. No debo mirar atrás. Esta es mi nueva realidad.
Miro a ambos lados. Me encuentro en un pasillo de paredes blancas y suelos de baldosa blanca como la habitación en la que desperté. A mi izquierda, hay una puerta cerrada y después el pasillo gira. A mi derecha hay dos puertas más, una entornada y otra cerrada. La entornada se encuentra al final del pasillo y de ella sale un haz de luz que realmente es lo único que me permite ver algo en este corredor oscuro. Finalmente caminó hacia esa habitación. Me parece la decisión más lógica.
La puerta está lo suficientemente abierta para que pueda entrar sin necesidad de atravesarla. Me deslizo de costado en silencio al interior. Se que si realmente soy un fantasma y estoy muerta no hace falta que avance en silencio, pero es un acto reflejo de mi cuerpo todavía no acostumbrado a las nuevas circunstancias. Una vez dentro, miro a mi alrededor concuriosiad. Me encuentro en una habitación notablemente más amplia que en la que desperté. El suelo esta cubierto de parqué y las paredes son de color azul oscuro, pero a pesar del tono no da sensación de pequeñez. Las paredes están forradas de posters de músicos y diferentes famosos. A mi izquierda hay un mueble con diferentes cajones y armarios en el que se apoya una televisión plana. En frente mio, una gran ventana con cortinas opacas que ocultan tras ellas lo que hay más allá. Bajo la ventana, un escritorio repleto de libros y libretas, además de un ordenador portatil. En medio de la desordenada habitación, hay cojines, bolsas de comida y cajas de videojuegos esparcidos por el suelo sin orden ni concierto, como si un huracán hubiera pasado por allí arrasando con todo a su paso. Y la derecha hay una cama. Junto al cabezal, una mesilla blanca se yergue, y sobre esta, descansa una lamparita negra de la que procede la luz que vi al principio. Las sábanas con motivos elecrónicos estan revueltas y en un principio no advierto que alguien se encuentra entre ellas, pero cuando de estas surge una corta risa ronca, yo miro más detenidamente. Entre las colchas asoma una cabeza coronada por revuelto pelo marrón chocolate junto a un fuerte y musculoso torso desnudo. El chico tiene los codos apoyados a ambos lado de su trabajado cuerpo, sobre las sábanas, y sujeta entre sus manos un móvil. Tiene la cabeza apoyada en una almohada gris y de tal manera que no me es posible verle el rostro. Si hubiera estado viva, me habría sonrojado. Pero como no lo estoy, no me sonrojo. Me limito a mirarle más detenidamente. Avanzo unos pasos más sigilosamente, adentrandome en la habitación del chico y siento que esto de alguna manera no es correcto. Siento que estoy invadiendo la privacidad de este chico, pero mi curiosidad es mayor que esta sensación. Avanzo unos pasos más asegurándome mentalmente que cuando viera su rostro saldría de su habitación inmediatamente e iría a otro lugar. No se dónde, pero a otro lugar. Avanzo un paso más y por fin logro verle el rostro.
Los finos labios del chico están curvados en una sonrisa que hace que unos hermosos hoyuelos se formen en sus mejillas. Tiene unos brillantes ojos color miel que ahora están entrecerrados por la sonrisa. Mientras sus dedos se mueven ágiles deslizándose por la pantalla, él muerde su labio concentrado en lo que ocurre en el móvil. Tiene una madíbula bien definida y unos dientes muy blancos que relucen cuando sonrie. El pelo corto color caoba esta despeindado dejando pequeños bucles desordenados esparcidos por toda su frente y su almohada. Su piel es de un cálido tono bronceado claro y sus brazos son gruesos y fuertes.
Conozco a ese chico.
Ese chico es James.
Hola :)
Primer capítulo oficial... No tiene muchas visitas, pero bueno, agradezco las que tiene. Espero que os guste
Votad y comentad :)Alice con su vestido en multimedia :)