Amarillo

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¡Oh, cuán ignorante era en ese momento! ¡Tan lego en lo que del futuro se trataba!

Y admito que fue cruel.

Lo académico, obviamente, tarde o temprano, me exigiría aquello a lo que me negaba, pero sinceramente esperaba que si hubiera roto aquello que dije que nunca haría, al menos lo hubiera hecho con algunas páginas plagadas de letras que algún señor con clase hubiese escrito y no con las palabras de alguien tan amarillo.

Ese color siempre lo relacioné con ella a pesar de que toda su vestimenta, su cuarto, cuadernos y celular fueran de la gama de colores fríos, para mí, ella era todo amarillo.

Su risa escandalosa, la cual me irritaba si aparecía y yo no entendía porqué, ya no se oía. Desapareció desde que mamá y papá discuten todas las noches.

No sé cuáles son los motivos de sus gritos, pero estoy muy seguro de que es su culpa. Su nombre siempre es gritado con más fuerza y, aunque ignore de qué es lo que hablan, sé que se debe a algo que falta, algo que falta en casa.

Me llevaron al doctor dos meses antes del caos y faltando tres días para este, me diagnosticaron esa rara enfermedad que no entiendo y no me interesa, la verdad, no voy a definir mi persona nombrando algo que tengo pero no percibo como obstáculo.

No entiendo muchas cosas y mi hermana es una de ellas. Verla tomar, de manera apresurada, su horrible bolso negro y salir por la puerta principal pidiendo que le desearamos suerte, me dejó tan confundido como la explicación que recibí de mi madre al preguntarle el porqué.

¿Los finales eran tan importantes?

Debieron serlo, pues desde esa tarde no volví a ver el color amarillo en la casa, fue ahí que comenzó una serie de cosas que me confundían tanto que trataba de tapar mis oídos para no oírlas.

Desde esa tarde empezaron los murmullos, desde que ella salió por esa puerta mamá llora todos los días, desde que ella salió por esa puerta la gente me mira con un sentimiento que, si no me equivoco, juraría que es lástima.

El amarillo, las risas, los libros y la música ya no están en casa.

Cuando dos señores con uniforme negro se presentaron en nuestra puerta yo estaba detrás del mueble donde guardan las copas escuchando y viendo todo. No entendía nada, pero vi que dejaron aquel horrible bolso negro sobre la mesa.

¿Mamá lloraba porque ese horrible bolso estaba todo embarrado y en una bolsa sobre la mesa?

Fui al cuarto de mi hermana cuando mamá estaba durmiendo y papá trabajaba en su oficina. Ya no olía como ella, su jungla de ropa y los edificios de libros ya no estaban, sus paredes estaban igual que siempre pero no había rastro de la magia.

O al menos es lo poco que pude percibir antes de que mamá me sacará de allí con los ojos ardiéndoles en color rojo.

Mamá era gris. Pero ese color surgió en ella después de que el amarillo desapareciera.

Un año sin el amarillo.

Yo tenía mucha curiosidad y si mi hermana no estaba para detenerme me dije a mi mismo que era mi oportunidad.

Ese cuaderno de tapa azul que ella siempre escondía de mis curiosos deseos estaba allí, sobre el buró de su cuarto. Invitándome a abrirlo y descubrir qué llevaba dentro.

Ahora entendí que no debí haber dicho que nunca leería algo que escribió alguien que murió.

Porque... Irónicamente, estaba haciendo justo eso mientras descubría que aquel cuaderno de tapa azul era el diario de mi hermana. Mi hermana que fue asesinada aquella tarde en la que iba a rendir finales de la Universidad, mi hermana, la chica que amaba el color azul pero que brillaba en un amarillo resplandeciente.

El amarillo que nunca volvió a casa.

AmarilloWhere stories live. Discover now