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— ¿Para que querías que viniera tan temprano a tu casa? —Interrogó Jimin mientras le daba un sorbo al jugo de naranja que la Sra. Kim le había preparado.

— Para leer el siguiente paso, dah. Para eso te necesitaba aquí, de otra manera hubieses vuelto a declinar.

Jimin estaba apunto de responder, pero una notificación le impidió seguir articulando cualquier cosa que iba a decir. Miró la pantalla y sonrió como bobo.

— ¿Quién es? —Cuestionó Taehyung, quien se encontraba rebuscando entre su armario.

— Es Kookie —Respondió mientras tecleaba su pantalla. Taehyung dejó lo que estaba haciendo y miró a su mejor amigo con una ceja arqueada.

— ¿Están haciendo como si nada hubiera pasado? —Siguió con su interrogatorio. Jimin ascendió la mirada de su móvil y miró hacia el pelinegro.

— Creo que si... En fin. Creo que es mejor olvidar ese incidente.

— Oh, claro. Ahora debe haber otro incidente —Guiño un ojo—. A todo esto, nunca me contaste la forma en la que se hicieron novios o se conocieron. Si te soy sincero, se me hace algo irreal su relación. Jungkook... parece ser más de los chicos que no quieren algo serio. ¿Me hago entender?

— Bueno... nuestra historia comenzó desde que él me compró una limonada —Comenzó a contar Jimin.

— ¿Vendías limonadas?

— Si, cuando era niño. Tenía un pequeño puesto de limonadas.

Ya tenía casi toda la limonada acabada. Conté los billetes y monedas de mi cuenco y sonreí sin dientes. Ya casi tenía la mitad del dinero para comprar lo que tanto quería.

— ¿Otra vez por aquí, cerdo gordo? —Se manifestó la voz de un niño. Jimin miró hacia un lado, encontrándose con aquel chico de cabello negro.

— Mark, ya te dije que me dejes de molestar... Por favor —Trató de convencerlo mientras guardaba su pequeño cuenco.

— ¿Eh? Yo no te estoy molestando —Vaciló. Camino hasta enfrente del pequeño puesto y miró la limonada que se encontraba en grandes jarras de vidrio—. Esto es ridículo. ¿Por qué siempre haces tanta ridiculez? ¿Un puesto de limonadas? Dios, en qué año estamos. ¿En 1994? —Soltó entre dientes.

— Yo... Hmm... —Jimin sintió un nudo en la garganta que le impidió contestar. Literalmente se encontraba al borde de las lágrimas. Relamió sus labios y se trató de limpiar los caminos húmedos que se habían formado desde la comisura de sus ojos.

— ¿En serio vas a llorar? —Mark tomó la bolsa de vasos descartables y lo tiró al suelo. Luego los pisó y pateó al lado de la pista— Ahora si ya tienes un motivo para llorar.

Jimin abrió los ojos y corrió hacia la pista, sin importarle que algunos carros concurrieran por aquel lugar. Mark observó como el niño de apenas ocho años era casi atropellado. Tragó saliva y salió corriendo al momento que el infante volvía a la acera con una mueca de terror. Sus manitas temblaban al igual que sus piernas. Se dejó caer y comenzó a llorar.

— ¿Sigues atendiendo? —Interrogó una voz masculina aniñada. Jimin alzó la mirada. Adelante de él había un niño, de quizás su misma edad, de cabello negro, nariz un poco grande pero perfilada, ojos grandes y labios lindos. Sorbió su nariz y se paró.

— No tengo como darte la limonada... lo siento —Contestó mientras recordaba la forma en la que Mark pisaba sus vasos y los tiraba a la pista.

— Hmm... —Jungkook  observó hacia la pista—. ¿Qué sucedió con tus vasos? —Curioseó.

— Nada —Respondió aún con un nudo en la garganta.

COMO SER SEXY EN 10 'SENCILLOS' PASOS | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora