Pág. 23

1K 178 153
                                    


Cuándo estás tanto tiempo encerrado tu mente te juega en contra.

Comencé a hablar solo, quise darle un rostro y una personalidad a este nuevo ser que hablaba, pero mi nula creatividad terminó poniendo a otro Mateo exactamente igual a mi. Básicamente, estaba hablando conmigo mismo.

Puse en perspectiva muchas cosas, y descubri otras, cómo que mover mi habitación de lugar era la mejor forma de matar el tiempo, además de que esto hacía que mi celda fuera más agradable.

Podía salir cuándo yo quisiera, ya bajaba a comer con todos, pero prefería estar en mi cuarto, al menos Lucas ya no tenía prohibido entrar y ahora él dormía conmigo algunos días, pero desde que mis padres me quitaron mi medicación sufro de insomnio, y no quiero molestar a David con comprarme más ya que en primera, necesito la receta médica y segunda, veo esto cómo una oportunidad para no ser fármaco dependiente, si, mi optimismo ha crecido. Además de que se supone que estoy dónde unos tíos, y no tengo mi celular...

Así que éste día pensé que iba a ser un día normal.

Me bañé y comí pensando que sería un día normal.

Me acosté en mi cama pensando que iba a ser un día normal.

Pero vaya que no fue un día normal.

Esperaba pacientemente a mis padres ya que en la cocina no había nada que comer ya que el responsable de las compras era yo, así que éste domingo mis padres iban a traer comida que un Ministerio en la iglesia iba a vender y en la tarde me tocaría acompañar a mi padre, ya que mi madre estaría ocupada.

Así que pensé que era una alucinación cuándo escuché la puerta abrirse y cerrarse, ya que no escuché el escándalo que siempre hace mi padre al abrir la puerta además de que mi madre siempre me anunciaba que habían llegado aunque era más que obvio, y Lucas siempre estaba gritando o hablando, pero ahora todo era absoluto silencio, y casi me hago pis del susto cuándo escuché unos apresurados pasos por la escalera, yendo directo a mi habitación.

Quién sea que había entrado a la casa no era mi familia.

Y no estaba equivocado.

—Mateo, Mateo, Mateo, Mateo, Mateo, Mateo, abre la puerta.

Yo, para éste punto de la historia, ya tenía mi espalda pegada a la pared, viendo cómo mi manija se movía por la dueña de esa voz que me llamó tan desesperada y a la vez tan escalofriante, su susurro lograba transmitirme todo el dolor y la pena que había tenido que soportar en vida, ¡Y ahora venía por mi alma!

Bueno, no. Sólo estoy exagerando, pero si fue lo que pensé cuándo Dayana me llamó de esa forma, pero su segundo intento al tratar de convencerme de abrir la puerta pude reconocer su tono de voz y abrí mi puerta sólo para recibir un golpe en el hombro.

—¿Porqué no abrias la puerta? —me acusó aún susurrando, para luego abrazarme, podía ver que estaba a punto de llorar pero por alguna razón se aguantaba—, ¿Sabes cuán preocupados estábamos todos por ti?, esto es inhumano.

—No es para tanto, no me están maltratando sólo estoy encerrado.

—¿Y eso no es maltrato? —dijo ya elevando su tono de voz a uno más audible, al que ella siempre usa, luego se separó de mi, viéndome con preocupación—, nunca creí que Madre fuera capaz de hacer algo así...

—¿Cómo supiste qué...?

—Lucas le dijo a Gabi —dijo rápidamente interrumpiendome—, y Gabi le dijo a David, David me dijo a mi y yo le dije a Moisés.

Me sentí avergonzado de que todos ellos supieran mi condición, pero hice sentimiento a un lado ya que tenía una pregunta más importante.

—¿Cómo entraste a mi casa?

¡Rayos!... Ya No Quiero Ser Cristiano [Parte 2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt