Capítulo XI: "EspejismomsijepsE"

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—¿Clarice, qué estás leyendo? —preguntó mi madre, sacándome de golpe del trance.

Me sobresalté e intenté ocultar el libro.

—¡N-Nada!

—¿Cómo que nada? Vamos, déjame ver —dijo. No tenía sentido seguirlo ocultando, así que le enseñé la lectura—. "Estoy perdida". No hubo mucha inspiración con el nombre. ¿Es una novela?

—S-Si, claro.

—¿Y de dónde la sacaste? ¿Es de la escuela?

—No, no... Estaba en casa de la abuela.

—Bueno, niña, te dejo, que tengo que ir a trabajar. Después me comentas de qué trata —me dijo, para luego retirarse.

Ni yo sabía de qué trataba. Aún me costaba discernir si se trataba de un cuento complicado, o el relato de alguien que había perdido la cabeza. Me aterraba eso, pero a la vez me hacía necesitar seguir leyendo. Tenía que averiguar qué pasaba con Athena, tras reunirse con su "abuela".

Tendría que descubrirlo. Me acomodé de nuevo en mi cama, y abrí el libro. Aquí vamos de nuevo.

"Me vestí, apresurada, y salí del edificio. Junto a mi ropa, estaban mis pertenencias. Junto a mis pertenencias, mi diario. Lo abrí, y me encontré con varias páginas llenas de conversación entre los tintes. Se preguntaban dónde estaba. Yo busqué y busqué, pero no habían rastros de un tinte morado. Marcus no escribía.

Tal vez yo tampoco debería. Eso fue lo que me puso en peligro en primer lugar. Poner mi año ahí seguro me delató. Necesitaba tiempo para pensar.

Salí del edificio, y para mi sorpresa, Elizabeth estaba ahí.

—¡Gracias, en serio, mil gracias!

—No hagas que me arrepienta —dijo, notablemente preocupada—. Escuché lo que te dijo el médico. No sé qué está pasando contigo, pero es extraño, y quiero saber en qué me acabo de involucrar. Ven conmigo.

Asentí rápido con la cabeza y la seguí. Andamos una cuadra hasta llegar a una camioneta estacionada. Ella entró, y me hizo una seña, invitándome a subir también.

Hice caso. Ella en el asiento del conductor, yo en el de al lado.

—¿Cuál es tu plan? —pregunté.

—Que me cuentes qué está pasando.

—Bueno... No estoy segura. Y si te lo explico todo, me vas a tomar por loca.

—Eso no ayuda a tu currículum.

—Lo sé. Mira... Hace unos días me desperté sola en mi casa. Todo estaba cambiado, y mi familia no estaba. Pregunté en la comisaría, y me dijeron que nadie con el nombre de mi familia, o el mío, estaban registrados. Y luego está este chico, Marcus Adler. No sé qué es lo que quiere, pero me encerraron gracias a él. Estoy segura que me drogó de alguna manera.

—Espera, ¿Marcus Adler? ¿Como de Marie Adler?

—¡Si! ¡Estoy segura de que es su hijo! ¿Conoces a Marie?

—Casi nada. Hemos hablado en ciertas ocasiones, siendo que vivimos cerca, pero nada más. ¿Qué pinta su hijo en todo esto?

—No lo sé, pero no me deja tranquila. Me conoce de algún lado, pero yo no lo he visto en mi vida. Sus cosas están en mi casa, así que parece haber vivido ahí.

—¿Pero es tu casa o es suya?

—Es propiedad de Marie, y él parece haberla habitado. Pero tengo recuerdos de hace una semana estar ahí con mi familia. No tiene sentido.

Estoy PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora