Capítulo 5

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Contradicciones.

Venecia, República Italiana.

Gianna.

—... entonces, estuve en Varsovia por un gran periodo de tiempo —Matteo me habla animado un poco de su vida.

Estamos en un bonito restaurante con mesas al aire libre en el centro de Venecia, el sol despampanante y los lugares hogareños son hermosos. Luego de que nos trajeran el plato principal el tiempo ha pasado volando contando anécdotas de fiestas, amigos y viajes que me hacen reír a cada nada. Me habló de sus amigos, en especial de uno llamado Carlos y de cómo se conocieron.

—Siendo sincero, creo que la vida me traerá cosas buenas estando acá en Italia. En Varsovia no me fue muy bien estos últimos años—explica y yo lo escucho atenta mientras como mi postre de frambuesas, el ojiazul tiene mucho de qué hablar y eso me hace pensar que es bastante interesante.

—Italia siempre le tiene cosas buenas a las personas, o eso dice mi madre —sonrío.

Alza una de sus cejas, —Quizás una de esas cosas podrías ser tu, ¿quién sabe? —se ríe y es inevitable sonreír también.

—"Ya veremos", dijo el ciego —tomo agua mientras me observa fijamente —¿Y tus padres?, ¿cómo están?

Ya sé varias cosas sobre él. No obstante, siento que está omitiendo el tema de sus padres; sé que debería de tragarme mis preguntas que nadie pidió pero este hombre despierta la curiosidad que habita en mi.

Su expresión es fría repentinamente, —Eh... Ellos murieron en un accidente hace algunos años. Solo quedamos mi hermana y yo —así que la rubia es su ¿hermana? Pero no se parecen en nada.

—Dios, lo lamento tanto... no debí hacerte esa pregunta —me disculpo apenada.

—Tranquila, con el tiempo se sanan las heridas —le resta importancia y bebe de su copa.

Me da una sonrisa tranquilizadora y yo pregunto: —¿Y tú hermana? ¿Como está? —miss preguntona deberían llamarme.

—Bastante bien, estuvo de viaje por un tiempo y regresó a Italia por la boda de Andrew —declara.

—¿Ella era tu acompañante? Porque es muy linda...

—Oh... —hunde sus espesas cejas con confusión y luego cae en cuenta de su gesto e inmediatamente su semblante cambia a uno más tranquilo —Sí. Sí, es ella —afirma repetidas veces, puedo notar que trata de convencerse a sí mismo.

Ignoro su semblante extraño, —¿De dónde conoces a Andrew y a Lia? —indago tratando de cambiar el tema de conversación. Me fijo en sus diminutos hoyuelos y sus líneas de expresión, su cara parece tallada por algún escultor profesional, sus brazos marcados hacen que ese traje le quede más que bien.

—Sabía que preguntaría eso, señorita Gia —dice, ahora animado. Me gusta que me diga así—. Andrew y yo nos conocimos hace algunos años en Estados Unidos, estudié negocios en la misma universidad que él y éramos compañeros de fraternidad así que nos volvimos grandes amigos. Hace unos meses me llamó, me dijo que se casaría y quería que fuese el padrino de su boda y uno de los testigos en su unión civil.

Momento, momento.

¿Entonces él es el otro testigo? Es que el jodido mundo más pequeño no puede ser.

—Yo soy el otro testigo para la boda civil —suelto, mirándolo sorprendida. Más casualidades de la magnífica vida —. Que bueno que no eres un imbécil mal vestido como yo creí, es que los amigos de Andrew en general tienen un gusto pésimo para vestirse...

TRADIMENTO © [MQH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora